Cambio de juego en Eurasia

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El País, 28 de septiembre de 2021.

 

La retirada de Afganistán puede alterar la proyección continental de China, mientras la firma del pacto defensivo Aukus busca frenar la oceánica.

 

Robert Kaplan apostaba en La geografía del poder chino, artículo de Foreign Affairs publicado en 2010, por la actualidad de las viejas tesis de Mackinder, centradas en la fórmula de que quien controle el corazón territorial de Eurasia, controlará el mundo. Al encontrarse en un enclave axial mundial, exponía, quien domine su centro o heartland podrá ejercer una supremacía global. Su estimación no se vio comprobada en el pasado siglo, y la tesis de John Spykman, que defendía la primacía estratégica de los litorales por su orientación marítima, pareció reemplazarla. Actualmente, China, con su proyecto de interconectividad regional, la Nueva Ruta de la Seda, se encuentra en ciernes de lograr la posición nuclear a la que se refería Mackinder y, de este modo, convertirse en una potencia capaz de materializar la unión de Europa y Asia, conectarla desde Pekín a la península Ibérica. Si añadimos su estatus de potencia marítima, con una fachada oceánica de 14.000 kilómetros de costa en el Pacífico, la capacidad de influencia de China no tendrá equivalente: pasará a controlar el corazón de Eurasia, su cinturón exterior y la periferia pacífica. “El don del cielo”, su afortunada geografía, le permite potenciar ambos planos, continental y oceánico, que no son excluyentes sino complementarios, como pueden serlo las tesis de Mackinder y Spykman.

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