¿A quién pertenece el antifascismo?

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CTXT, 29 de mayo de 2019.

Las palabras vienen hacia uno rodando,
hay que tener cuidado de que no te atropellen.

Alfred Döblin. Berlín Alexanderplatz

 

A la vista de la magnitud del daño que produjo y dada la proliferación de quienes hoy se sitúan en su estela en el mapa europeo, debería imponerse una cierta claridad conceptual en torno a la definición y atribución de fascismo. Y, por consiguiente, a la de antifascismo. En un acto celebrado el pasado 4 de mayo en Mauthausen en memoria de los españoles muertos en los campos de exterminio nazis, un estudiante que acudió acompañando a la comitiva oficial del gobierno catalán consideró que los allí presentes representaban la lucha antifascista, que “es un poco como nuestro movimiento independentista”. Aunque se ha utilizado el término banalización para describir esa celebración independentista, no lo es en absoluto que la delegación estuviera presidida por la directora general de Memoria Democrática. No lo es porque precisamente la pedagogía de los campos es el soporte moral de la arquitectura política que asociamos con los derechos humanos y con la proclama del ‘Nunca más’. ¿Se trataría de un dato aislado? No parece, porque episodios parecidos se reprodujeron en febrero –aunque sin presencia institucional–. Entonces, grupos de independentistas llamaron “fascistas” a miembros de la Fundación Antonio Machado, que rendían homenaje al poeta con motivo del 80.º aniversario de su muerte, a la vez que coreaban consignas a favor de los “presos políticos”. Pero no era la primera vez que el nombre de Machado se había convertido en objetivo del purismo independentista. Ni tampoco es la primera vez que desde el ámbito institucional relacionado con la memoria se produce una instrumentalización poco respetuosa con los fines pedagógicos. La deriva del memorial se refleja de forma subliminal en el tratamiento de su exposición dedicada a conmemorar precisamente el 80º aniversario de la Guerra Civil (inaugurada el 18 de julio de 2018): el título, Víctimas, tiene una poco disimulada resonancia presentista, al estilo de la representación de Mauthausen. El objetivo manifestado de “reflexionar sobre la diversidad de significados del concepto de víctima”, no deja muchas dudas sobre las intenciones de los promotores.

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