El País, 12 de agosto de 2023.
La codicia sigue siendo el factor más importante del movimiento antiecologista, pero ya no es el único.
Entender el negacionismo climático solía parecer fácil: todo era cuestión de codicia. Si uno escarbaba en los antecedentes de un investigador que contradecía el consenso científico, o de un grupo de expertos que intentaba bloquear las medidas contra el cambio climático, o de un político que declaraba que lo del calentamiento global es una patraña, casi siempre descubría un importante respaldo financiero de la industria de los combustibles fósiles. Eran tiempos más sencillos e inocentes, y los echo de menos.