Ángel Viñas: “Hay que diferenciar entre objetividad e imparcialidad”

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El Viejo Topo, Julio-Agosto de 2020.

 

Ángel Viñas es catedrático emérito de la Complutense. De familia muy
modesta, tuvo una educación estrictamente laica en las escuelas del
barrio de Atocha (Madrid). Se apañó para estudiar en Alemania y
Escocia a base de becas extranjeras y de esfuerzos propios (chico de
recados en París y Stuttgart, docker en Hamburgo, profesor de castellano
en el extranjero y de alemán y francés en Madrid, traductor). Sus
intereses abarcan desde Germánicas y las viejas economías de dirección
central a la política económica, exterior, de defensa y seguridad, las
relaciones internacionales y la historia (de Alemania, Estados Unidos,
España) que es su auténtica pasión. Premio extraordinario en la
licenciatura y doctorado de Ciencias Económicas. Técnico comercial del
Estado, con el número uno de su promoción. Exfuncionario del FMI y
exdirector de Relaciones Exteriores en la Comisión Europea.
Exembajador de la UE ante Naciones Unidas. Exdirector general de
Universidades. Exasesor de Fernando Morán y Francisco Fernández
Ordóñez. Ha sido catedrático numerario de Economía en Valencia,
Alcalá, UNED y Complutense. Cinco años de docencia en la Facultad de
Historia de esta última. Casado. Véase http://www.angelvinas.es/.

 

En su último libro (¿Quién quiso la guerra civil? Historia de una conspiración), hace
usted referencia en la presentación a ¿Qué es la historia?, de E. H. Carr, y recuerda
un consejo del gran historiador inglés: “antes de estudiar los hechos, estudien a quien
los historie”. ¿Debe deducirse de ello que no es posible una historia objetiva, que el
marco conceptual e ideológico del historiador siempre deja huella en su obra?

Muchas gracias. Creo, ante todo, que hay que diferenciar entre objetividad e imparcialidad.
No son conceptos similares, sino muy diferentes, aunque a veces, como parece deducirse de
su pregunta, se utilizan casi indistintamente. Me apresuro a señalar que ambos tienen tras
de sí una larguísima historia que no puedo resumir en unas líneas.
El historiador se hace, no nace. Tras un largo aprendizaje, se preocupa por comprender,
analizar y describir una parte del pasado. Insisto: una parte, en general minúscula. El
pasado, que ya no existe, es inmenso, inabarcable. Lo hace a través de ciertos instrumentos
y ciertas metodologías. Unos y otras han cambiado en el curso del tiempo. En general, se
trata de residuos: testimonios, descripciones, restos materiales (artísticos, literarios,
documentales, monumentales, etc.). Todos ellos sometidos a un proceso de cambio. Dicho
esto: todo historiador utiliza una parte más o menos amplia de ese inmenso abanico de
instrumentos.
Para mí es objetivo quien analiza crítica, escrupulosa y científicamente los instrumentos en
que se basa. Estos no hablan por sí mismos. Como dijo Carr, hay que preguntarles. Las
preguntas varían según los propósitos del historiador. La historia -un encuentro con el
pasado- se hizo como “ciencia”, ciencia blanda ciertamente, en el siglo XIX. Un
subproducto de las Luces. Desarrolló una metodología. Quien la aplica es objetivo y sus
resultados, siempre provisionales, están sometidos a crítica intersubjetiva, a contrastaciones
múltiples. Por eso, entre otras razones, la historia no es una ocupación meramente literaria,
artística, subjetiva.
Vd. creo que, en la segunda parte de su pregunta, a lo que apunta es a la imparcialidad. El
historiador, hombre o mujer, es un ser cultural. Nace en un medio determinado; está
expuesto en su educación a influencias varias; crece como historiador; desarrolla una teoría
de la historia (incluso del conocimiento) explícita o implícitamente; tiene creencias
(religiosas, estéticas, éticas, políticas, etc.). NO ES UN MEJILLÓN. Ve el mundo (y el
pasado) a través de una retícula axiológica. No puede ser de otra manera. Y, naturalmente,
eso se refleja en su obra. Pero esta obra se sustenta no solo en su formación sino en los
resultados a que llega y estos resultados deben ser objeto confrontación, confirmación y
aprobación o rechazo. ¿Por quién? Por sus pares. Como los resultados en microbiología son
criticables, aceptables o denunciables por ¿quién?: por otros microbiólogos. NO HAY
HISTORIA DEFINITIVA.

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