El Confidencial, 27 de marzo de 2021.
El planeamiento urbanístico suele presentarse como aséptico, pero siempre tiene implicaciones ideológicas. Crea un estilo de vida que afecta a la manera de ver el mundo.
El pasado 20 de diciembre, El Ayuntamiento de Madrid anunció la cesión de una parcela municipal de 23.000 metros cuadrados en el barrio de Vicálvaro al Gobierno regional para la construcción de un colegio concertado en la confluencia de las calles Igualdad y Tolerancia. La Comunidad anunció que el centro se pondrá en marcha el curso 2021-2022 para “garantizar la libertad de elección”, un discurso habitual que, en este caso, es irónico, ya que será la única opción en la zona. El colegio público tiene parcela asignada, pero carece de fecha y, en el barrio, casi cien estudiantes se quedaron este curso sin opción a plaza pública. Más que libertad, son lentejas.