Buscan poder, no independencia

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lavanguardia.com, 24 enero 2018.

Lo que está realmente en juego con el procés no es la independencia sino algo más prosaico y humano como quién es el ganador de la guerra fratricida que libran las dos grandes fuerzas políticas del nacionalismo catalán, ERC y PDECat, para dilucidar quién se hace con la hegemonía del poder y del liderazgo político en Catalunya en las próximas décadas.

En mi opinión, esta hipótesis explica mejor la convulsa vida política catalana reciente y la frustración de muchos soberanistas cuando vieron, estupefactos, que tras la simbólica declaración de independencia no había nada preparado para el día después. Además, permite entrever qué es lo que condiciona ahora la salida a la actual situación política.

Entiéndaseme bien, al sostener que es la búsqueda del poder y no la independencia lo que mueve a las dos grandes fuerzas nacionalistas no estoy negando que muchas personas en Catalunya aspiren a la independencia. Una aspiración que algunos movimientos sociopolíticos, como la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Òmnium o la Candidatura d’Unitat Popular (CUP), han conducido por caminos propios de la política populista.

El comienzo de la lucha por la hege­monía política dentro del nacionalismo tuvo lugar en el 2012. Para gobernar y mantenerse en el poder, CDC dependía, desde las elecciones del 2010, del apoyo parlamentario de ERC. Artur Mas vio una oportu­nidad para desprenderse de esa dependencia y recuperar la mayoría absoluta en el éxito del 11 de septiembre del 2012. Esa convocatoria había sido organizada por la ANC, nacida unos meses antes al calor del malestar social que explotó el 15 de mayo del 2011.

El resultado electoral no fue el esperado. En vez de pasar de 62 diputados a 68, como se esperaba, CDC se desplomó a los 50. Ese resultado encendió todos los miedos a la pérdida del poder. Esa debilidad de Artur Mas dio una enorme influencia a la ANC y a Òmnium. El viraje desde el nacionalismo hacia el soberanismo de CDC fue un intento desesperado para mantenerse en el poder con el apoyo de esas dos organizaciones.

El “momento independentista” se produjo en las elecciones del 2015. El temor a perder y quedarse fuera del Govern en beneficio de ERC llevó a Artur Mas a forzar una lista conjunta. Aunque Oriol Junqueras se resistía, el papel de la ANC y de Òmnium fue, de nuevo, determinante. Los dirigentes pensaban que la crisis económica y la ruptura del bipartidismo en España debilitaban de tal forma al Estado que era una oportunidad histórica para forzar la independencia. Pero, de nuevo, los resultados no acompañaron. Y Artur Mas quedó en manos de la CUP para mantenerse en el poder. Pero la CUP le obligó a dar “un paso al lado”.

Los sucesos recientes apoyan también la idea de que es la lucha por el poder político el factor determinante. El pasado 23 de octubre, el expresidente Puigdemont había decidido convocar elecciones. Parecía lo más coherente después de que la gran manifestación antiindependentista hubiese roto el relato soberanista de “un solo país”. Pero el hostigamiento oportunista desde ERC acusándolo de “traidor” en un intento de desgastarlo le llevó a volverse atrás. ¿Le faltó coraje o buscó cerrar el paso de Junqueras al poder montando una lista del president?

Ahora, constituido el nuevo Parlament, ERC da señales de no estar a gusto con la candidatura de Puigdemont. Busca que la legalidad constitucional y estatutaria se lo impida y eso permita a Junqueras, u otro candidato de ERC, acceder, por fin, al Govern de la Generalitat. Pero Carles Puigdemont y algunos de sus más fieles no están por la labor. Saben que la investidura del expresidente es prácticamente imposible, pero buscarán que, en todo caso, sea algún candidato de la lista del president y no de Esquerra el que mantenga la presidencia de la Generalitat.

Después de las elecciones del 21-D la ­independencia ya no es un objetivo viable. El Estado ha mostrado que no es tan débil como creían los dirigentes indepen­dentistas. La Unión Europea la ha rechazado de plano. Los mercados financieros ya no la tienen en cuenta. Las encuestas señalan que la preocupación por la in­dependencia ha descendido. Muchos ­soberanistas ­están también fatigados del procés. El propio Artur Mas ha afirmado que no hay ­mayoría social para continuar por esa ­senda. Pero todo está bloqueado a la espera de ver cuál será el desenlace de la guerra ­fratricida entre ERC y PDECat. Porque lo que se busca es el poder, no la independencia.

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Antón Costas es catedrático de Economía de la Universitat de Barcelona.

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