Dramática, nº 1, octubre de 2020.
Parece casi inevitable que la crisis sanitaria de la Covid-19 nos induce a las metáforas médicas y, si tenemos que encontrar analogías sobre lo que le está sucediendo al sector cultural, no cabe duda de que el ictus nos proporciona una imagen adecuada. El sector cultural ha sufrido un colapso repentino que se nos ha presentado de forma brusca por el confinamiento y que va a tener unos efectos persistentes en el tiempo, por los previsibles rebrotes, que van a obligar a replantear muchos aspectos de las relaciones entre creadores y creadoras, espacios de mediación cultural y las personas usuarias, participantes, clientes y consumidoras. Muchos de los supuestos convencionales y muchas de las inercias prácticas acumuladas por el sector se van a revelar del todo ineficaces para el proceso de recuperación. Para recobrar sus funciones vitales, el sector cultural se ve ante el reto de desaprender para reaprender
Primero, ¿qué ha sucedido? El colapso ha significado en el Estado español que las organizaciones culturales hayan reducido su actividad (casi todas), se hayan reorientado hacia lo digital (algunas), sus trabajadores y trabajadoras hayan desarrollado sus actividades desde casa y hayan ajustado plantillas (muchas) (Abeledo, Bacete, & Maria, 2020).
Debido a la situación de confinamiento, un número importante de organizaciones culturales de todo tipo se enfrentará a una reducción de sus ingresos que superará el 75%.