Christian Sellés

De armarios y derechos
(Agencia de Información Solidaria)

El 28 de junio de 1969 se produjo un hecho que marcó la vida de millones de personas. En Nueva York, concretamente en la zona del Village, los asiduos al bar Stonewall decidieron plantar cara a la policía cansados de los constantes ataques y abusos. A partir de esa fecha, todas las semanas que se engloban del 20 al 30 de junio lo conmemoran: la Semana del Orgullo Gay.

Durante esos días a nivel mundial se organizan eventos variopintos, manifestaciones o actividades lúdicas con un único objetivo: la igualdad de derechos con los heterosexuales. La base de esta reivindicación es la Declaración de los Derechos Humanos en la que se afirma que todas las personas son iguales y tienen los mismos derechos. De hecho, una de las peticiones que se realizan es la de incluir en esta carta el apartado de “independientemente de su condición sexual” que no fue incluido en el momento de elaborarla. A la cabeza de estos movimientos se encuentran cada vez más políticos, miembros de la cultura o del deporte que rompen su silencio, vencen el miedo y deciden “salir del armario”.

A lo largo de la historia los homosexuales han sido perseguidos, agredidos y hasta asesinados. Las voces que se levantaron desde la Segunda Guerra Mundial pidiendo que la Iglesia condenase el holocausto judío no hicieron lo mismo en favor de los homosexuales. Así, las dictaduras de Franco, Hitler o las existentes en América Latina cometieron todo tipo de atrocidades frente a este grupo.

En la actualidad la situación ha mejorado, pero el análisis ha de hacerse país por país, no se puede generalizar. Los homosexuales no tienen las mismas libertades en todos los países. Son muchos los que aún no les consideran personas normales y les tachan de enfermos mentales.

Sólo tres países reconocen los matrimonios de parejas homosexuales: Holanda, Bélgica (los países con las actitudes políticas más progresistas) y Canadá desde la semana pasada. Otros otorgan el derecho de la adopción como Sudáfrica, casi la única excepción del continente africano.

África es capítulo aparte en la lucha por la reivindicación homosexual. En 29 países africanos la homosexualidad es considerada ilegal y el lesbianismo en 20. No por eso las mujeres están en mejor posición. Esto sucede porque el lesbianismo es una opción sexual que no se considera. Multitud de presidentes han efectuado discursos en contra de estas prácticas como Nujama en Namibia, Musevini en Uganda o Mugabe en Zimbabwe que llegó a decir que “era una degeneración que proviene de la decadencia de los países occidentales”.

En febrero de 2001 una pareja de lesbianas somalí fue condenada a morir apedreada por un tribunal islámico. Se les culpó de “prácticas de conductas innaturales”. En noviembre del mismo año, en Egipto 23 jóvenes fueron juzgados por ser presuntamente homosexuales por un tribunal del estado destinado a juzgar terroristas. Se les condenó a cinco años de trabajos forzados sin poder apelar la sentencia. Pero ese sólo fue el principio de su calvario. Muchos de ellos vieron como se publicaban en los medios de comunicación sus nombres, sus fotografías y detalles de su vida. En las sociedades islámicas estas prácticas no son bien vistas y una vez en libertad tendrán que enfrentarse a una sociedad que les condenará a una muerte en vida. Muchos de ellos deciden exiliarse a países europeos donde piden asilo político.

Antiguamente los homosexuales se recluían en guetos. No salían de sus barrios y todas sus actividades las realizaban en ellos. Así nacieron el barrio de Chueca en Madrid y Castro en San Francisco, los abanderados del orgullo gay. En la actualidad estos barrios se han abierto y los homosexuales empiezan a darse a conocer al mundo sin miedo al qué dirán. Se reconoce su igualdad al resto de personas y se considera que contar con ellos es dotar a las ciudades de una mayor diversidad cultural.

Pero a pesar de estos avances la homofobia sigue existiendo. Cada año se producen muertes por esta razón. Brasil, a pesar de que el 28 de junio del año pasado en Sao Paulo se manifestaron más de 400.000 personas, 132 homosexuales fueron asesinados en 2001. México DF también es escenario de concentraciones multitudinarias, pero en el periodo de 1995 a 1999 casi doscientos homosexuales fueron asesinados.

Las demandas de los homosexuales giran en torno a los derechos. ¿Por qué la pareja de un homosexual que fallece no tiene derecho a una pensión de viudedad? ¿No tienen el mismo derecho a la adopción que una pareja heterosexual? Deberían tener los mismos derechos; no son parejas extrañas como se ha empeñado en defender parte de la sociedad.

La tolerancia y el respeto deben ser dos pilares fundamentales sobre los que tiene que asentarse la sociedad. La discriminación, independientemente de los motivos que se esgrimen como raza, religión o sexualidad, es un retraso. Lo único que supone es una traba y un freno en la carrera de obstáculos que disputa día a día la utópica igualdad.