Cristina García Sainz

Inmigrantes en el servicio doméstico

(Introducción del libro Inmigrantes en el servicio doméstico. Determinantes sociales, jurídicos e institucionales en la reorganización del sector doméstico. Cristina García Sainz, ed., M. Lourdes Santos Pérez y Nelcy Y. Valencia Olivero. 192 pp., Madrid: Talasa Ediciones, 2012).

     La Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su centésima reunión celebrada en junio de 2011, aprobó un Convenio sobre Trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos, y una Recomendación complementaria, con la finalidad de establecer pautas mínimas comunes y mejorar las condiciones de trabajo de los millones de personas, mujeres en su inmensa mayoría, que desempeñan en el mundo un trabajo doméstico remunerado. Dicho convenio responde a la demanda planteada desde hace tiempo por muchos colectivos interesados en visibilizar el sector doméstico y a la iniciativa de representantes institucionales de distintos países para construir plataformas normativas estandarizadas que contribuyan a hacer del servicio doméstico un empleo digno. Buena parte de la población que desempeña esta actividad es inmigrante, originaria de zonas rurales y pobres que emigra a las ciudades, o procedente de países con menor renta y menores oportunidades laborales que se desplaza a otros más desarrollados.

El servicio doméstico es una actividad remunerada que se lleva a cabo para proporcionar bienes y servicios a los hogares y las familias. Si bien comparte con el trabajo doméstico no remunerado (tradicionalmente desempeñado por las amas de casa) el contenido de su labor, es decir, la realización de tareas domésticas como comprar, limpiar, cocinar y cuidar, se distingue de él porque quien lo lleva a cabo es una persona ajena al hogar de manera remunerada: una empleada o empleado de hogar. Se trata, por tanto, de una categoría laboral, de una ocupación que las estadísticas laborales incluyen en el sector de Hogares con personal doméstico (OIT) o en Actividades de los hogares como empleadores de personal doméstico y como productores de bienes y servicios para uso propio (INE) . Sin embargo, a menudo este empleo se realiza al margen de las normas laborales y de las condiciones de trabajo estandarizadas, lo que contribuye a que la posición laboral de quienes lo desempeñan sea marginal y a que buena parte del trabajo permanezca oculto a las estadísticas sin que pueda llegarse a conocer su dimensión real ni tampoco su verdadera contribución a la riqueza y al bienestar social.

Los informes y estudios realizados, a escala nacional e internacional, recogen la singularidad del servicio doméstico como un sector altamente feminizado y como un grupo profesional de amplia ocupación inmigrante. En España, como en otros países mediterráneos, se caracteriza, además, por desarrollarse con frecuencia, en un espacio laboral informal, como parte de la economía sumergida. Sin embargo, se trata de una actividad central en la reorganización social y familiar de los cuidados de las personas dependientes y para la realización de tareas domésticas; a falta de otras opciones menos familiaristas, muchos hogares recurren a mano de obra inmigrante para satisfacer las demandas familiares de cuidados. Se trata de una opción que permite externalizar parcialmente el trabajo, porque para realizarlo se contrata a personas ajenas a la familia, pero no externaliza los costes derivados de dicha actividad  que recaen sobre los hogares, incluso para demandantes poco solventes. No es, tampoco, un recurso que, en sí mismo, estimule la corresponsabilidad doméstica entre hombres y mujeres, ni se orienta a transferir el compromiso del cuidado al dominio de lo social.

El empleo doméstico no puede ser considerado un asunto periférico, pues se encuentra en el núcleo de las relaciones sociales, en la encrucijada de la vida cotidiana, entre el espacio privado del hogar y el público, entre el trabajo doméstico y el empleo, entre el ámbito irregular de la economía y el empleo formal. Centrada en la sociedad española, esta investigación indaga en la organización social de los cuidados a las personas, en su forma de realización a través del mercado de trabajo y sus relaciones laborales, en el tratamiento del servicio doméstico desde las normas que lo regulan como empleo y desde las que fijan las pautas administrativas sobre permisos y condiciones de acceso al trabajo para la población inmigrante y, también, en la labor institucional que guía la inserción laboral para colectivos desfavorecidos. Contempla, por tanto, la naturaleza de las políticas y las prácticas institucionalizadas que tienen lugar en el área de desarrollo del trabajo de cuidado remunerado y, por extensión, examina los procesos de cambio que, en relación con el desempeño de dicha actividad, afectan a la igualdad económica, a la integración interétnica y a la equidad de género.

El sector doméstico venía experimentando en España una tendencia decreciente desde la segunda mitad del siglo pasado, especialmente en lo que se refiere a la modalidad de empleada de hogar “interna”, es decir, el subgrupo de trabajadoras que residen en la misma casa en la que están empleadas. Contra pronóstico, la figura de empleada de hogar interna, que se consideraba obsoleta por estar ligada tradicionalmente a una posición de estatus y a un modo de diferenciación social, reaparece en la última década del pasado siglo, mostrando una rápida recuperación, hasta el punto de que las cifras de ocupación se duplican en el plazo de una década. Este resurgimiento se lleva a cabo en paralelo con la llegada masiva de población inmigrante a un mercado laboral periférico que actúa como factor de atracción para colectivos que proveen mano de obra barata a un sistema productivo con un alto grado de informalidad laboral.

El contexto social en el que el sector doméstico reaparece en España viene dado tanto por el proceso de transformación económica y laboral, que es compartido a escala internacional y que incorpora fuertes medidas desreguladoras, como por una estructura laboral propia, con mercados de trabajo segmentados y empleos de baja calidad. Igualmente, viene determinado por la existencia de un modelo de bienestar poco desarrollado y con un insuficiente despliegue de servicios públicos. A todo ello se suma la confluencia de un marco demográfico de envejecimiento y de creciente flujo de inmigración internacional altamente feminizado. Dicho proceso de reconstrucción se lleva a cabo en un marco de crecimiento económico, pero también de crecientes desigualdades sociales.

A estos factores socioeconómicos se unen condicionantes políticos y jurídicos específicos definidos por normativas de extranjería y laborales indirectamente discriminatorias para los grupos destinados a ocupar los estratos más bajos de la jerarquía laboral. La legislación en materia de extranjería, de modo general, y la normativa que regula el servicio doméstico en España, de manera particular, propician esta nueva coyuntura. Así, las normas sobre extranjería, al imponer condiciones fuertemente restrictivas para la obtención y renovación de la autorización para trabajar dirigen a la población inmigrante hacia aquellos sectores de ocupación que, como el trabajo doméstico, son poco atractivos para la población autóctona, al encontrarse deficitariamente regulados en términos de protección laboral y social.

Así mismo, la reconstrucción de este sector, que se consolida en estos primeros años del siglo XXI bajo la forma de “servicio doméstico inmigrante”, se ajusta desde políticas públicas, orientaciones y medidas administrativas que son llevadas a cabo a través de programas y acciones institucionales que desarrollan distintas entidades mediadoras, asociaciones y ONG, encargadas de dinamizar el mercado laboral de ocupación doméstica. La formación adquirida por las personas inmigrantes que demandan un empleo en el servicio doméstico es generalmente superior a la que se requiere en España para desempeñar una ocupación como trabajadora doméstica remunerada en el hogar. Los programas de empleo diseñados por las instituciones para la inserción laboral, donde se lleva a cabo una labor mediadora entre las ofertas y las demandas de empleo, subestiman la experiencia previa que aportan los inmigrantes, moldean sus perfiles profesionales, reconducen su trayectoria ocupacional y establecen itinerarios laborales acordes con la demanda específica requerida.

El estudio sobre trabajo doméstico remunerado que se presenta en este volumen se orienta desde tres perspectivas: la primera se centra en el análisis de las características del modelo de bienestar y de la estructura productiva y laboral, en comparación con las características de otros países del centro y del norte de Europa; la segunda aborda el marco normativo español, como coadyuvante del empleo inmigrante, de sus condiciones laborales y su desempeño, muchas veces oculto a normas y regulaciones y, por ello, a menudo, sin la cobertura legal y la protección social que la ley viene otorgando al empleo formal; y la tercera atiende al proceso de reconstrucción del sector doméstico a través de la labor de mediación que se lleva a cabo en los programas de empleo para la inserción laboral de colectivos específicos.

De acuerdo con dicho trazado, este libro se estructura de la siguiente forma: en el primer capítulo, Cristina García Sainz describe el contexto de los modelos de bienestar en el que se produce el resurgimiento del servicio doméstico en España y en los países del sur de Europa; explica la relación existente entre ese fenómeno y el escaso desarrollo de servicios públicos, el tradicional reparto del trabajo, doméstico y mercantil, la baja participación laboral femenina y el mantenimiento de estrategias de cuidados en el hogar como un asunto familiar y privado. Así mismo, en un segundo apartado, muestra cómo las características singulares de los mercados de trabajo segmentados, con un espacio abonado para la extensión del trabajo irregular y el aumento de las desigualdades, hacen posible que crezca un sector, como el doméstico, considerado de baja cualificación, de bajo coste y, mayoritariamente, fuera de los controles, del reconocimiento y de las prestaciones que, hasta ahora, caracterizan el empleo estandarizado.

M. Lourdes Santos Pérez analiza, en el segundo capítulo, la influencia que tienen las normas de extranjería y las leyes laborales relacionadas con el empleo inmigrante y el sector doméstico, en conexión con las condiciones de marginalidad e irregularidad en las que se encuentran las inmigrantes empleadas de hogar. Si bien los flujos migratorios constituyen un importante soporte de mano de obra para cubrir la demanda de los hogares de personal doméstico, las sucesivas leyes de extranjería colocan a los inmigrantes en una situación de ciudadanía de segundo orden, mientras se tolera y se prolonga en el tiempo el acceso a la regularidad administrativa. A las normas de extranjería se suman las leyes laborales para el sector doméstico, que dictan condiciones muy por debajo de las pactadas para el conjunto de los trabajadores que participan en el mercado de trabajo. Todo ello conduce a que este sector de ocupación se mantenga parcialmente oculto y a que quienes desempeñan esta actividad permanezcan en condiciones de irregularidad administrativa (“sin papeles”) y de informalidad laboral (sin contrato).

      El tercer capítulo, elaborado por Nelcy Y. Valencia Olivero, da cuenta de cómo las prácticas de intermediación laboral, llevadas a cabo en programas de inserción para colectivos específicos, configuran la formación, o contribuyen al resurgimiento, del submercado de trabajo del sector doméstico en España. El capítulo contiene un análisis empírico de los datos incluidos en los registros de ofertas y demandas que se gestionan en los programas de empleo destinados a la población inmigrante. La explotación estadística de los datos referidos a las características de las ofertas, los perfiles requeridos para cubrir trabajos relacionados con el servicio doméstico y las solicitudes registradas en las bolsas de empleo reflejan procesos de intermediación singulares, con exigencias de formación, experiencia y habilidades poco convencionales, así como con presurosos procesos de adaptación a las condiciones propuestas por los empleadores.

 

Instituto Nacional de Estadística, Encuesta de Población Activa.