David Perejil
Cinco razones por las que nos debería importar
lo que está sucediendo en Siria

(Hemisferio Zero, 20 de diciembre).

siria

1. Por las dimensiones de la catástrofe humanitaria que está padeciendo la población siria. Algunos datos. Según el Comité Nacional para el Cambio Democrático en Siria, en estos 20 meses de conflicto, han muerto más de 40.000 personas, cerca de 200.000 están heridas y 30.000 están desaparecidas. La oposición siria a Bashar al-Assad cifra que cerca de 29.500 de las 32.000 víctimas que contabilizaba el pasado mes de septiembre eran civiles. Según, la Media Luna Roja ya hay cerca de 500.000  refugiados en Turquía y Jordania, así como dos millones desplazados dentro de la propia Siria, sobre una población total de 19 millones en el país. Todo ello sin tener en cuenta las detenciones, la falta de productos tan básicos como el pan o el combustible para calefacciones en muchos hogares o los destrozos en la vida cotidiana. Hay varias ciudades con barrios enteros arrasados. Sucedió en Homs hace un año. Sucede ahora en Alepo. Puede suceder en Damasco.

2. Por razones democráticas y de justicia. Pese a que no hay ningún país en la zona con las mismas características, la mayoría de los países árabes vivieron una extraordinaria explosión de ansias democráticas contra sus dictaduras hace un año con las revueltas árabes en países como Túnez, Egipto, Libia, Yemen, Bahrein, Irak, Palestina, Marruecos, Argelia y la misma Siria. En una de las zonas más controladas del mundo, Oriente Medio y, en general, el mundo árabo-musulmán, con el mayor número de intereses interviniendo a costa de la vida de sus habitantes, muchas personas lograron vencer el miedo a unas dictaduras represivas y sanguinarias y exigir también oportunidades económicas en unos países con graves desigualdades y corrupción. Por desgracia, la sorpresa de ese ímpetu inicial, que recogió años y años de conflictos sociales, fue interrumpida por la multitud de agentes, Estados, organizaciones y empresas interesadas en la zona. El inicio de la revuelta en Siria fue un grito democrático más. Contra la dictadura de al-Assad, el expolio económico y la represión de unos cuerpos de seguridad especialmente sangrientos. Y por desgracia, el conflicto se ha enconado y agravado con el paso del tiempo y empeora día a día. Tras meses de manifestaciones pacíficas duramente reprimidas con detenciones y muertes, actualmente estamos ante un conflicto armado entre los partidarios de al-Assad y la coalición de fuerzas en su contra, que se desarrolla con la población civil como rehén y víctima de matanzas. En los últimos meses, varios grupos yihadistas han aparecido sobre el terreno lo que, visto el ejemplo de Irak después del derrocamiento de Saddam Hussein, puede suponer un auténtico desastre  para el futuro inmediato de Siria. Están contra el régimen pero es muy dudoso que suscriban las demandas iniciales de libertades. Con el país arrasado, da la impresión de cuanto más se estire la guerra, más sufrimiento y problemas para el presente y futuro traerá.

3. Por razones políticas. O de geopolítica, si se prefiere. Efectivamente, Siria es una pieza clave en el complicado tablero de Oriente Medio. Un país con escasos recursos energéticos pero conexiones con Turquía, Irak, Líbano, Palestina, Israel, las poblaciones kurdas y cristianas de la zona…  cuya situación puede influir, e influye,  en todos ellos. Es más.  Muchos de ellos  están llevando a cabo una especie de “guerra interpuesta” a través del conflicto sirio: de una parte, el bloque liderado por Irán, el grupo libanés Hezbollah, Venezuela y Rusia.  De otra, el dirigido por Turquía, Catar, Arabia Saudí, varios grupos religiosos integristas promovidos o con origen en estos y otros países, más  Israel y Estados Unidos.  No me extiendo mucho más, porque es un asunto muy analizado. Lo que allí suceda puede alterar toda la región.

4. Por solidaridad. Porque no se debe abandonar a su suerte, ahora desgracia, a millones de sirios por las alianzas políticas en la zona, una supuesta estabilidad que castiga a la gran mayoría de la población o un cambio de régimen que sustituya un tipo de dictadura por otra. Por desgracia, esto suena mucho a lo sucedido en otros países en los que las poblaciones han pagado caros los intereses de otros países y grupos en su zona. Sin ir muy lejos, la invasión estadounidense de Irak en 2003 o la represión de la dictadura iraní a su propia población tras las elecciones de 2010. O yendo mucho más lejos,  dejar a su suerte un país entero como el nuestro, España en 1936, con un golpe de Estado y una guerra civil muy cruenta para no contrariar el equilibrio de una Europa que acabaría llevando a cabo la guerra más sanguinaria de toda la historia.

5. Y  porque supone un nuevo paso atrás en la creación de un régimen internacional regido por un derecho internacional justo, incapaz de moverse al margen de las interesadas intervenciones militares de los Estados, como la realizada el año pasado en Libia, hecha no para proteger a la población sino para recoger beneficios. O del desinterés ante conflictos “poco rentables” en los que las poblaciones pagan el vivir atrapadas en la “no injerencia oficial” de otros Estados. Lo que en la práctica supone, la indefensión ante tiranías. Por desgracia, ese tímido, pero gran, avance que han supuesto las convenciones humanitarias y el derecho internacional cada vez están más lejos de la realidad. Estamos perdiendo el aliento humano de las convenciones de Ginebra, contra la tortura, el trato de los civiles en la guerra…  Eso que resume, con angustia, el escritor libanés Elias Khoury; “¡sirios, estáis solos!”.

Publicado en la revista 7 barrios Ágora Sur.

 


David Perejil es periodista “profesional y vocacional”, bloguero, activista de derechos humanos y persona preocupada por los problemas de su país y de muchos otros en todo el mundo. En los últimos años se ha volcado en asuntos del mundo árabo-musulmán, especialmente en el conflicto entre Israel y Palestina.