David Perejil y Enrique Cuesta
Recuento de personas sin techo en Madrid
(Página Abierta, 178, febrero de 2007)

            Puede parecer sorprendente, pero hasta la fecha no se conoce cuántas personas se ven obligadas a dormir en las calles –en bancos, soportales, cajeros automáticos y tantos otros sitos– de nuestras ciudades, ni por supuesto qué evolución ha habido en los últimos años. Más allá de las percepciones de los grupos que trabajamos con personas sin hogar y de algunos números sobre las personas que pernoctan en albergues de todo tipo, tan sólo se manejan unos pocos datos que no clarifican la realidad de este colectivo que sufre la exclusión social más extrema.
            Para paliar este problema, el pasado 12 de diciembre se llevó a cabo el primer recuento de personas que se ven obligadas a dormir en la calle en la ciudad de Madrid. Esta iniciativa del Foro Técnico Local para las Personas Sin Hogar (1) y de su comisión de investigación es la primera de este tipo que se realiza en España, aunque en otros lugares, como Nueva York, se viene haciendo periódicamente en los últimos años, y en ellas suelen participar unas 2.000 personas. 
            En el marco de las Jornadas Internacionales de Buenas Prácticas con personas sin hogar celebradas en Madrid el pasado mes de octubre, se lanzó la propuesta de un recuento, dirigido por la comisión de investigación del Foro Técnico de Personas sin Hogar (en adelante Foro Técnico), en el que pudieran participar el mayor número de personas voluntarias, ante la imposibilidad de hacer este censo de otra forma.
            Para nosotros, esta participación podía cubrir varios objetivos. El primero, la implicación de parte de la ciudadanía en el conocimiento y resolución de los problemas de la sociedad, o en este caso, de sus partes más invisibles. Como siempre, con la preocupación de no suplantar tareas que deben recaer en las instituciones, pero también con la intención de acercar los problemas a la gente y buscar su implicación. Además, el recuento también iba a servir para conocer, si bien mínimamente, de primera mano los problemas de las personas que duermen y viven a la intemperie; y para muchas de las personas que nos vieron escrutar las calles madrileñas, iba a ser una pequeña llamada de atención para hacer visible un problema que se tiende a ocultar, aunque se tenga a tan sólo unos metros de distancia.

Respuesta muy positiva


            Tras un mes de trabajo, nos inscribimos cerca de 550 personas en esta tarea del recuento, de las que finalmente participamos unas 400, divididas en unos 130 equipos de entre dos y seis personas. Los voluntarios reunidos en el Centro Cultural de la Casa del Reloj del madrileño barrio de Legazpi proveníamos de diversos ámbitos. Algo menos de la mitad, éramos miembros de colectivos y entidades profesionales que trabajamos habitualmente con personas sin hogar desde diferentes campos de actuación (2). Otra parte importante de los allí presentes provenía de diversas instancias municipales: trabajadores del Samur Social, de centros del Ayuntamiento... Destacaba, además, la juventud de una parte muy importante de los participantes en el recuento, muchos de ellos procedentes del mundo universitario, sobre todo chicas que cursan carreras relacionadas con los trabajos sociales, animadas a participar y dejar su esfuerzo en una acción solidaria.
            Se trataba de una acción especial que conectaba con parte de ese mundo de personas preocupadas por los problemas sociales y que tiene su expresión en diversas actividades de voluntariado. Sentir el ambiente animoso y la disposición a trabajar esa noche por mejorar las condiciones de vida de las personas sin hogar fue una auténtica satisfacción. Fue una respuesta muy positiva, y más en un asunto, el de la exclusión más extrema que padecen las personas sin hogar, que no es un gran problema social ni una prioridad para las administraciones y la opinión pública.
            Quizá uno de los éxitos de la participación en la noche, que superó en casi el doble las previsiones iniciales de los organizadores, fue el sentir que era una experiencia importante y que podía servir para conocer y, en el futuro, cambiar las difíciles condiciones de las personas sin hogar.
            Así que la noche del 12 de diciembre, divididos por distritos y barrios, partimos con una amplia encuesta con más de 40 preguntas y un pequeño mapa en el que estaban fijadas las zonas en las que era probable encontrar personas sin hogar. Con más afluencia de voluntarios en el centro de Madrid, donde se confirmó que pernoctan la mayoría de las personas sin hogar, fuimos recorriendo lo más exhaustivamente posible nuestras zonas, a la vez que preguntábamos a los vecinos de los barrios si conocían ubicaciones de personas sin hogar. En este sentido, cabe destacar el buen trabajo previo de diseño y exploración de las zonas más sensibles hecho por el equipo investigador. Algunas personas recorrieron en sus coches los distritos más alejados del centro de la ciudad para cubrir así los 21 distritos de Madrid.
            A esta iniciativa, se sumó el esfuerzo de conocer el número de personas que pasaban la noche en las cerca de 2.000 plazas de recursos públicos y privados de Madrid: albergues; el dispositivo especial abierto en los meses de invierno; centros religiosos; pensiones pagadas por el Ayuntamiento; asentamientos de personas que padecen toxicomanías, como el de Barranquillas... Sumando todos estos datos, podremos estar muy cerca de conocer cuántas personas no cuentan con todo lo que supone un hogar: algo más que un techo, la posibilidad de desarrollar una vida digna. Por el momento, y dada la dificultad de procesar todos los datos del recuento, todavía no se ha hecho público ninguno de ellos, si bien las primeras estimaciones hablan de entre 500 y 1.000 encuestas recogidas.

Valoraciones y problemas


            Hasta que podamos valorar esos datos, hay que volver a recalcar la alarmante ausencia de información acerca de este ámbito de las personas sin hogar: apenas un estudio elaborado recientemente por el INE en 2005 (3) que sirvió para conocer los nuevos perfiles de las personas sin hogar y para fijar una estimación cercana a las 30.000 personas en todo el país, según FACIAM (Federación de Asociaciones de Centros para la Integración y Ayuda de Marginados). En Madrid, hasta ahora, los cálculos de diversos grupos oscilaban entre las 4.000 y 6.000 personas sin hogar, de las que cerca de 2.000 posiblemente pernocten en esas plazas públicas y privadas disponibles. El que no se conozca esta realidad es una muestra más de la invisibilidad del último escalafón de la exclusión. Como dijo Pedro Cabrera, sociólogo experto en personas sin hogar y uno de los promotores de la iniciativa, el recuento podía considerarse una “conquista ciudadana”.
            Este hecho concede aún más importancia a esta experiencia, si bien una vez que dispongamos de los resultados, éstos habrán de tomarse con toda precaución y en ningún momento como definitivos. Los participantes en el recuento somos conscientes de las dificultades de acceder a todas las personas y a todos los posibles lugares en que pudieran estar. No cabe duda, por otra parte, de que existe diferencia a la hora de llevar a cabo esta tarea entre la época de invierno y la de verano, estación ésta en la que quizá se pudieran aprovechar mejor las precisas indicaciones del equipo investigador. Y más teniendo en cuenta que se trata de la primera vez que se pone en marcha una iniciativa de este tipo, que necesitará de diversos ajustes a la hora de repetirla  en  ediciones posteriores.
            Seguramente, cuando se conozcan los resultados del recuento, éstos serán motivo de interpretación y opinión tanto por parte del Ayuntamiento y de los partidos políticos, como por parte de colectivos que día a día trabajan por y con las personas sin hogar. Pero en el futuro puede ser un logro ciudadano el exigir conocer este problema e intervenir en él para solucionarlo.
            Con una postura moral de partida –el hecho de que sólo una persona carezca de techo, con todo lo que eso conlleva, es un fracaso para una sociedad rica como la nuestra, la décima del mundo–, cuando conozcamos más exactamente cuántas personas duermen en calle, podremos evaluar con más precisión el nivel de recursos sociales y la gravedad del problema en Madrid. Desde luego, una primera opinión provendrá de la cantidad de plazas existentes para pernoctar, que parecen insuficientes, y su adecuación al total de personas sin hogar. Aunque sin dejar de lado la exigencia de unos recursos sociales adecuados en su calidad, en sus horarios y criterios de atención, en muchos casos inadecuados para cubrir las necesidades de sus usuarios, una población muy cambiante en sus perfiles, con cerca del 50% de personas de origen extranjero.
            Y todo ello sin dejar de exigir unas políticas preventivas que brillan por su ausencia o, como poco, que están en un tibio inicio. Para subsanar este gran problema, hay que atacar no sólo las causas personales que agravan la situación de muchas personas de la calle, sino también los preocupantes problemas estructurales que sufre nuestro país: la salvaje escalada de precios de una vivienda considerada como bien de inversión, lo que ya dificulta las posibilidades de una vida digna a muchas personas, sobre todo jóvenes, y que agrava más si cabe las dificultades de conseguir un techo a las personas sin hogar; las dificultades de conseguir un empleo con buenas condiciones laborales; el poco gasto social de nuestro país en relación con otros de la Unión Europea; el escaso desarrollo de los servicios sociales, vistos aún más con criterios de reducción de daños o de estabilización que como derecho...
            En cuanto a esta iniciativa en sí, la intención, tanto de voluntarios como de las entidades que participamos, es volver a organizar la experiencia, también en otras épocas del año, ya que el número y la ubicación de las personas que duermen en las calles varían según las estaciones. Eso sí, no podemos dejar de señalar algunos problemas de esa noche. Dejando de lado las insuficiencias organizativas de una actividad de esta naturaleza que se pone en marcha por primera vez (horario muy tardío para encontrar gente en la calle, agrupación por equipos poco adecuada, reparto por zonas...), hay que reseñar la carencia de formación previa de mucha gente que tenía poco conocimiento de una realidad así. Eso quizá limitó las respuestas a una encuesta como la que hicimos, anónima eso sí, respetando los derechos de las personas sin hogar, pero que requeriría formación y mucho tacto para tratar a estas personas como lo que son, personas también con derechos.
            También pensamos que, dada la importancia del recuento, hubiera sido deseable una labor de difusión mayor de esta iniciativa, especialmente en los medios de comunicación. No dar demasiada difusión a esta tarea fue una decisión consciente de los organizadores para evitar incomodidades a las personas sin hogar, siempre reticentes a aparecer en los medios. Sin embargo, dar a conocer públicamente las condiciones de vida de las personas sin hogar y las posibles causas de ello es obligado y necesario para lograr resolver ese problema social.
 
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(1) El Foro Técnico de Personas sin Hogar es un órgano consultivo y propositivo de políticas y campañas relacionadas con las personas sin hogar en Madrid en el que participan más de 100 agentes: Ayuntamiento, partidos políticos, técnicos municipales, entidades profesionales, colectivos...
(2) De modo particular, se encontraban personas provenientes y animadas a asistir de las asociaciones Liberación-Amauta, Luces y realidades, la Fundación RAIS, la ONG Solidarios, todas ellas dedicadas al trabajo con personas sin hogar y que recientemente han creado una plataforma de entidades para la denuncia y sensibilización llamada Stop Exclusión.
(3) El estudio del INE de diciembre de 2005 cifraba en 21.900 las personas sin hogar que hacían uso de las redes de atención. A ello habría que sumar la gente que no accede a ellas por diversos motivos y que justifica el desfase entre esta primera cifra y la estimación de FACIAM.