Nueva Tribuna, 10 de abril de 2024.
Esta semana se ha recordado el trigésimo aniversario del genocidio en Ruanda. Los testimonios de los supervivientes, la impunidad de algunos cabecillas de la matanza y la recreación de aquellos días terribles han ocupado la mayor parte del relato. En sordina, las responsabilidades de las potencias europeas y de la ONU por su pasividad, complicidad voluntaria o involuntaria y su desdén disimulado por el sufrimiento evitable de quienes no son blancos.