nuevatribuna.es, 28 de octubre de 2019.
En España, como en toda Europa, el desgaste de los sistemas democráticos se manifiesta de múltiples formas. Una de ellas, la más evidente, es el avance electoral de los partidos de extrema derecha xenófobos, neosoberanistas y euroescépticos poco o nada proclives a aceptar los valores democráticos y más inclinados a plantear fórmulas autoritarias que propugnan un repliegue nacional identitario, la protección de sus mercados frente a las importaciones y el rechazo de las personas migrantes, aun a costa de sacrificar derechos humanos y libertades.
El que esos signos de alarma se materialicen en una mayor fragilidad de los sistemas democráticos dependerá de la capacidad para organizar una respuesta democrática de la mayoría social que esté a la altura de los desafíos que plantea la consolidación de un modelo capitalista neoliberal que se ha demostrado incapaz de dar respuesta a las aspiraciones de empleos y salarios decentes de la ciudadanía. Y que, en lugar de ampliar derechos y oportunidades, promueve un crecimiento económico no inclusivo que daña los ecosistemas naturales, deja en los márgenes a los sectores sociales que sufren con mayor intensidad la desigualdad e impone las prioridades del capital financiero y los grandes grupos empresariales, evitando todo límite o regulación democráticos.