Economistas frente a la crisis, 8 de febrero de 2022.
Los economistas están cambiando horizontes de investigación y de diagnóstico. Generalmente, la disciplina centraba sus esfuerzos –y todavía lo hace– en aspectos relacionados directamente con la economía financiera, las políticas fiscales, los desequilibrios presupuestarios o el empuje o no de estímulos económicos, entre otros ejes de análisis. Todos ellos, sin lugar a dudas, son de gran interés, y nadie sensato puede negarlos. Pero el estado económico y social del mundo está fomentando que las agendas se abran, de forma más holística, hacia derroteros que antaño se consideraban como territorios de la heterodoxia, de la reflexión y el análisis de colegas que se encontraban en los márgenes del sistema: alejados, por tanto, del mainstream que ha otorgado siempre premios, reconocimientos, cátedras y palestras. Pero he aquí que la realidad, tozuda, imperturbable, se va imponiendo. Los datos, apabullantes, contrastados por investigaciones empíricas, ponen sobre el tapete temas que parecían no solo olvidados o vetados, sino poco apetecibles para la economía más convencional. Esto está cambiando de manera relevante.