realinstitutoelcano.org/elcanoblog, 17 enero 2018.
Tras el primer año de mandato de Donald Trump al frente de la Casa Blanca, continúan presentes ciertas incógnitas sobre cómo se está abordando o cómo se pretenden materializar las cuestiones de igualdad de género en diferentes ámbitos (político, social y económico).
Los retos que numerosos países deben afrontar en cuanto a la presencia y la participación de las mujeres en todas aquellas áreas que repercuten en la esfera nacional e internacional continúan siendo importantes, y Estados Unidos también los tiene pendientes. La lucha por alcanzar una igualdad de género real y efectiva, impulsada por numerosos movimientos y asociaciones de la sociedad civil, sigue siendo una prioridad para algunos organismos internacionales que insisten en adoptar medidas concretas y eficaces con el fin último de conseguir y asegurar dicha igualdad.
Un indicador que puede mostrar más detalladamente las desigualdades de género en diversos ámbitos es el que recoge el Informe Global de Brecha de Género, donde Estados Unidos ocupa el puesto 49. Se ha producido un retroceso de cuatro puntos en el ranking respecto al informe de 2016 y de veintiuno desde 2015. En este informe se puede observar cómo la primera potencia mundial tiene todavía mucho por hacer en cuanto al empoderamiento de las mujeres en la esfera política ya que, en este ámbito, ocupa el puesto 96 de los 144 que configuran el ranking del informe.
La infrarrepresentación de las mujeres se encuentra latente en el conjunto de las instituciones de Estados Unidos. En la actual legislatura las mujeres constituyen el 19,4% de los miembros del Congreso. A todo ello cabe sumarle que el número de mujeres en los dos partidos políticos que conforman las Cámaras continúa siendo insuficiente; el Partido Republicano cuenta tan solo con un 10% de mujeres en las dos cámaras (6 en el senado y 22 en la cámara de los representantes) y en el Partido Demócrata las mujeres constituyen un 33% (14 senadoras y 62 representantes). Si bien en ambos partidos la presencia de mujeres es insuficiente, llama la atención el escaso número de mujeres por parte del partido actualmente en el poder.
En lo que acontece al ámbito internacional, los recortes que ha anunciado la nueva administración y que se están llevando a cabo, así como la aprobación de nuevas leyes que repercuten directamente en las mujeres y las niñas, pone de manifiesto que quizás nos encontramos ante un retroceso en materia de igualdad de género. La puesta en marcha del America first ha supuesto una reestructuración de las prioridades en numerosos ámbitos y, como consecuencia, repercute en la perspectiva de género. Se ha recortado alrededor de un 30% en el presupuesto del Departamento de Estado y de la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), el cual siempre ha tenido una presencia y un papel importante en la prevención y respuesta a la violencia de género, así como una vinculación directa con la Agenda Mujeres, Paz y Seguridad. Si se tiene presente que la financiación es uno de los principales retos a la hora de llevar a cabo la implementación de la Agenda Mujeres, Paz y Seguridad así como los Objetivos de Desarrollo Sostenible, Estados Unidos no es un país diferente a la hora de no proporcionar los fondos suficientes a ciertas agendas y dotarlas de los recursos necesarios para su consecución.
Si bien es significativo que se esté recortando en torno al 32% en asuntos internacionales, los programas centrados exclusivamente en la igualdad de género y en el empoderamiento de las mujeres también han tenido que hacer frente a tales recortes (se ha reducido un 61% el presupuesto destinado a tales programas). De esta forma se incrementan las dificultades y se aminoran los recursos con los que se pretende alcanzar y garantizar la igualdad de género.
Una de las medidas que más repercusión ha tenido en la opinión pública es la decisión por parte de la administración de restituir y expandir la Global Gag Rule. Esta ley, como aseguran diversas asociaciones de la sociedad civil, prohíbe que las organizaciones no gubernamentales extranjeras financiadas por los Estados Unidos participen en actividades y discursos relacionados con el aborto. De esta forma la Global Gag Rule afecta a los programas mundiales de salud y, principalmente, repercute en las niñas y en las mujeres (sobre todo en su salud reproductiva). Con esta nueva medida se retrocede a los años 80, cuando Ronald Reagan la instituyó, siendo rescindida por Obama en 2009.
A su vez, la retirada de la financiación al Fondo de Población de la ONU (el principal proveedor mundial de servicios de planificación familiar para mujeres en al menos 155 países) también refleja algunos de los cambios que ha realizado la Administración Trump y su repercusión en la vida de las niñas y las mujeres de numerosos países. El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, ha lamentado la decisión de Estados Unidos y asegurado que ésta va a provocar efectos devastadores en la salud de niñas y mujeres y sus familias en todo el mundo.
Los cambios realizados en el último año por la Administración Trump apuntan a un retroceso de este gobierno en materia de género. Los continuos recortes tendrán una repercusión en las niñas y las mujeres y, lejos de alentar y garantizar una igualdad real y un mayor empoderamiento, provocarán la pérdida de derechos fundamentales (sobre todo en materia de salud) en numerosos países. Si bien las acciones implementadas hasta la fecha tienen una repercusión en la esfera internacional, cabe mencionar que Estados Unidos todavía tiene grandes retos que afrontar en materia de igualdad género en el ámbito nacional. Analizando las medidas y las políticas adoptadas a lo largo de este año de mandato, parece que la consecución de la igualdad de género real y efectiva está un poco más lejos.
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