Dos estrategias para la extrema derecha

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(Política Exterior, 188, Marzo/abril de 2019).

 

La derecha radical tiene dos opciones para asaltar Bruselas: formar un ‘supergrupo’
de euroescépticos que obstaculice la integración, o atraer al PPE para romper la gran
coalición.

 

El pánico moral ante el avance de la extrema derecha en toda Europa (incluido ahora
también España) conduce a menudo a sobrestimar su potencia.1 En concreto, en lo que se
refiere a su capacidad de actuar unida, alcanzar acuerdos y llevar adelante una estrategia
coral. Esta idea está alimentada por cinco factores: la presencia en el continente del antiguo
director de campaña de Donald Trump, Steve Bannon, cada vez más frecuente, y la
creación de la plataforma The Movement; la entrada en el gobierno de partidos como el
FPÖ austríaco o la Liga italiana de Matteo Salvini; la creciente influencia del grupo de
Visegrado, que aglutina a Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia; la aparición de
partidos políticos de extrema derecha con expectativas electorales crecientes en países
como Alemania (Alternativa por Alemania, AfD) o España (Vox), donde formaciones de
este estilo no habían existido más que de manera grupuscular en los últimos 40 años; y el
aguante y la pujanza electorales de formaciones históricas de este campo político como el
Rassemblement National en Francia (RN, antiguo Frente Nacional), el PVV en Holanda, el
Vlaams Belang en Bélgica, el Partido Popular Danés, o también los nórdicos Demócratas
de Suecia y Verdaderos Finlandeses.

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