Cuaderno de locuras: 12, 30 de agosto de 2024.
I
La economía del cuidado forma parte de los nuevos debates económicos. El reconocimiento de su relevancia es un mérito indudable de la economía feminista. En su primera aproximación, el debate se centró en el papel del trabajo doméstico: la existencia de una actividad laboral cuantitativamente muy importante, realizada básicamente por mujeres, y orientada a cubrir las necesidades cotidianas del núcleo familiar. Reconocer el papel del trabajo doméstico tenía dos consecuencias relevantes: constituía un elemento central para explicar las desigualdades de género en las sociedades modernas, por un lado, y, por el otro, ponía en evidencia la existencia de una enorme masa de horas de trabajo no remuneradas, que eran, a la vez, esenciales para la reproducción de la fuerza de trabajo. En posteriores desarrollos se hizo evidente que la incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral capitalista generaba la aparición de una doble jornada laboral que sólo afectaba a las mujeres, y que explicaba que una medición adecuada del tiempo empleado en actividades laborales por hombres y mujeres mostraba una desigualdad estructural: las mujeres trabajan más horas que los hombres cuando se suma su participación en los dos espacios, el mercantil y el doméstico. Y esta presencia exclusiva de la mayoría de las mujeres en la actividad doméstica tiene, además, consecuencias fundamentales para explicar su posición en el mercado laboral, sus dificultades de carrera profesional, su concentración en los escalones más bajos de la estructura laboral y su sobrerrepresentación en el empleo a tiempo parcial.