mientras tanto, diciembre de 2024.
La catástrofe que asoló varias comarcas del País Valencià y de Castilla-La Mancha ha sido la más destructiva de los últimos cincuenta años. A ello ha contribuido no sólo un episodio meteorológico especialmente agudo, sino también una suma de actuaciones políticas; estas han sido tanto de largo recorrido (el modelo de desarrollo urbanístico), como coyunturales (la gestión que hizo el Gobierno de Mazón). Ante un drama de tales proporciones, lo racional sería tratar de entender todo el cúmulo de cuestiones que han contribuido a su desenlace. Pero, precisamente porque se trata de una tragedia de dimensiones colosales, se corre el peligro de que se analice como un mero fenómeno individual, la concatenación de una serie de circunstancias y errores que pueden rectificarse y que se evitará que vuelvan a suceder.