El País, 23 de marzo de 2021.
Fascismo y religión son dos fenómenos que históricamente han mantenido una relación de complicidad, que ha desembocado con frecuencia en sistemas dictatoriales, nacionalismos populistas de derecha excluyentes y regímenes confesionales que niegan la libertad de conciencia, persiguen el librepensamiento y legitiman el patriarcado. El avance del fascismo en Italia, Alemania, Austria y España en la primera mitad del siglo XX “fue respaldado, legitimado y autorizado con argumentos teológicos cristianos”, afirma Michael Löwy. El representante más cualificado del uso reaccionario de la teología cristiana para fundamentar el nazismo fue Carl Schmitt.