elperiodico.com, 05 de septiembre de 2018
Uno de los más negativos aspectos del tiempo que nos ha tocado vivir es la confusión
intelectual en la que nos movemos. Convendrán que no es fácil tener un discurso
racional, y razonable, sobre crisis tan diversas como los coletazos del ‘brexit’, las
proclamas contra la inmigración de Salvini, el marcado sesgo anti-EU de Gobiernos
como el austriaco o el húngaro o la deriva populista de Trump; por no hablar del auge
de la ultraderecha en Francia, Holanda, Dinamarca, Grecia o Finlandia. O, aquí, sobre
aspectos no menores del conflicto catalán-español. Parecería como si desde la recesión
de 2008-13, nos encontráramos huérfanos de discurso ante una ola de
irracionalidad. Y esa orfandad no es algo menor: desarma e impide ofrecer caminos
alternativos.