Público, 16 de mayo 2023.
Una sensación de extrañeza va cundiendo en la política euroatlántica. El historiador Luuk van Middelaar lo resumía en un artículo reciente en El País como un signo de los tiempos: Europa y los Estados Unidos se sienten solos en un mundo cada vez menos alineado con sus intereses. Es un hecho que varios socios estratégicos del bloque operan con una autonomía creciente respecto a sus prioridades. Desde hace meses, esa sensación se plasma en el mapa de las sanciones a Rusia: los 45 países que las han suscrito equivalen al 61% del PIB mundial, pero solo a un 36% de la población. La guerra de Ucrania ha hecho aún más profundas las fronteras entre el norte y el sur global. La reciente gira diplomática de Lula convirtió ese alejamiento en una potencial amenaza: una voluntad propia de los países del sur, desmarcada de los intereses atlánticos, dispuesta a desplazar fuera del continente europeo el eje de resolución del conflicto.