El País/Agenda Pública-, 13 de septiembre de 2023.
En las postrimerías de la Gran Recesión y la crisis de la deuda española, el nacionalismo catalán se embarca en un proceso de movilización de masas sin precedentes con el objetivo de lograr la independencia unilateral de Cataluña. El procés catalán capitalizó el profundo malestar generado por la doble crisis, económica y política, que atravesaba el país –y que era común al conjunto de España. La coyuntura histórica se presentaba especialmente propicia para los objetivos secesionistas: Por un lado, los niveles de apoyo popular a la independencia, que venían creciendo sostenidamente desde el inicio de la crisis económica (2008), se dispararon a partir de 2011, coincidiendo con la segunda ola de la recesión y las duras políticas de austeridad implementadas por los gobiernos de Rajoy y Mas, llegando a alcanzar en torno al cincuenta por ciento en los años 2013/2014; Por otro lado, la propia recesión había situado al estado español en sus horas más bajas, al borde de la quiebra económica, cuestionado en el seno de la Unión y acuciado por una profunda crisis de legitimidad interna.