Harvard Business Review, 22 de mayo de 2020.
Hay muchos motivos de preocupación para quienes creen que una vacuna para Covid-19 terminará o contendrá en gran medida esta pandemia o que esperan que se descubran nuevos medicamentos para combatir sus efectos. En lugar de trabajar juntos para elaborar e implementar una estrategia mundial, un número creciente de países están adoptando un enfoque «mi nación primero» para desarrollar y distribuir posibles vacunas u otros tratamientos farmacéuticos.
Este «nacionalismo vacunal» no sólo es moralmente censurable, sino que es la manera equivocada de reducir la transmisión a nivel mundial. Y la transmisión mundial es importante: si los países con un gran número de casos se retrasan en la obtención de la vacuna y otros medicamentos, la enfermedad seguirá generando disrupción en las cadenas mundiales de suministro y, como resultado, en las economías de todo el mundo.