Elena Adrián

Carmen Martín Gaite:
Cuadernos de todo
(Hika, 141zka. 2003ko otsaila)

Nos encontramos ante la última obra póstuma de Carmen Martín Gaite (Salamanca 1925- Madrid 2000). Después del fallecimiento de la escritora se han publicado la novela inconclusa Los parentescos, la recopilación de conferencias inéditas Pido la palabra y, ahora, el que va a ser su último libro Cuadernos de todo, del que los lectores de la escritora, sobre todo los lectores de El cuento de nunca acabar, ya teníamos noticia.

Esta hermosa edición, con fotografías de los cuadernos de todo, es un regalo para quienes lamentamos la muerte de Carmen Martín Gaite, la voz de las mujeres de postguerra y, quizás, la mejor escritora en castellano del siglo XX. Ana María Martín Gaite, hermana de la escritora y su única heredera, ha hecho posible no sólo esta edición sino que el legado de su hermana no pase a una Universidad norteamericana, donde Carmen Martín Gaite es muy valorada, sino que permanezca en la Comunidad de Castilla-León.

El nombre de Cuadernos de todo está explicado en su ensayo de narratología El cuento de nunca acabar (1983). El día que Carmen Martín Gaite cumplió 36 años, el 8 de diciembre de 1961, su hija Marta, de 5 y medio, a la que llamaba La Torci, le regaló un cuaderno. En la primera hoja, Marta escribió: "Calila Martín Gaite", como la niña llamaba a su madre, y debajo "cuaderno de todo". Este cuaderno de todo de tapas color garbanzo, según nos explica la escritora en El cuento de nunca acabar, fue el primero de una serie de unos 80, que escribió a lo largo de su vida.

Para Carmen Martín Gaite en un cuaderno de todo, como su nombre indica, se puede meter de todo: esbozos de sus obras de creación, citas de autores, pensamientos, intuiciones, relatos de su vida. La escritora los llevaba en el bolso y los sacaba, sobre todo, en los transportes públicos (metro, autobús, tren), y, por supuesto, en cafés o bares, así como en el Ateneo, a donde tanto iba a estudiar.

La cuidada edición de Maria Vittoria Calvi ha hecho que, antes del texto que se reproduce, se fotografíen las tapas de los diferentes cuadernos, explicando sus características materiales, las fechas y el contenido. A parte de las portadas de los cuadernos se reproducen páginas del interior con escritos, recortes (a los que tan aficionada era Carmen Martín Gaite), dibujos y collages.

El resultado es un regalo para los lectores de Carmen Martín Gaite (y yo pienso que nos encontramos ante un libro para conocedores de la escritora salmantina, no ante un libro para iniciar a la lectura). Conocemos, según ha apuntado algún crítico, "el murmullo de la vida cotidiana".

A partir de los cuadernos de los años 80 (época muy fructífera en la producción de la escritora, aunque no tanto como los años 90), vamos observando que Carmen Martín Gaite era una mujer muy desordenada. Yo diría que hasta caótica. Consciente de ello, se obligaba a apuntar no sólo profundos pensamientos, sino hasta nimios detalles de su vida cotidiana. La escritora quería ordenar su cabeza.

Lo que no quería era escribir diarios, como, tampoco, quiso escribir sus memorias, a pesar de las peticiones de los editores. Ella decía, con humor, que las memorias eran cosas de viejos y que, en ellas, había, literalmente, "mucho yoyeo".

Carmen Martín Gaite no era una mujer cotilla, sino una mujer intensamente volcada en la vida de las gentes populares. A sus más de 70 años, se desplazaba por Madrid, en metro y en autobús. En cierta ocasión, una mujer le reconoció en el metro y se sintió muy sorprendida de que una escritora de su importancia viajara en ese medio. Pero Carmen Martín Gaite nunca olvidó el pulso de la vida popular. Ni de estudiante en Salamanca, ni en su vida bohemia del Madrid de los 50, cuando se iniciaba en la literatura, ni de madre de Marta en los parques, ni en su vejez. Y resulta raro hablar de vejez en Carmen Martín Gaite, que escribió, con 75 años, una novela como Los parentescos, donde entiende tan bien los comportamientos de niños y adolescentes.

Respecto al contenido principal de los cuadernos, yo destacaría, por orden, opiniones sobre las diferencias entre hombres y mujeres, su interés por analizar la incapacidad, a su juicio, de las mujeres por la soledad, la búsqueda de interlocutor como origen del contar y del escribir y, más adelante y a partir de la muerte de su hija Marta, su decisión de volcarse en una narrativa y un ensayo sobre mujeres, niños y gentes del pueblo.

Hay, en todos los cuadernos, citas de escritores. Destacamos la de Kavafis cuando advierte que, si no puedes vivir la vida que quieres, al menos no la envilezcas hasta que tal vida se haya convertido en una extranjera inoportuna.

Como ya conocemos por artículos y ensayos de Carmen Martín Gaite, ella recordaba mucho a sus padres. De su padre valoraba, siempre, el humor y el preferir el esfuerzo al resultado, su incapacidad para elevarse sobre los perdedores. De su madre el hecho de que, siempre, alentó que escribiera y estudiara.

Junto a recuerdos de sus padres o de Rafael Sánchez Ferlosio hay sueños, sueños que le inquietan y que no sabe interpretar. Parece que la lectura de Introducción a la literatura fantástica de T. Todorov le impactó, y es que en Carmen Martín Gaite hay una veta irracional, que ella explicaba como proveniente de su ascendencia gallega y de los veranos pasados en la aldea gallega de Piñor.

Si algo hay que destacar en esta obra, es el borrador o los borradores de ese ensayo de alta calidad como es El cuento de nunca acabar y que tantos años, nueve, le costó escribir.

En los textos de los primeros cuadernos afirma que las mujeres y los hombres están condenados a no entenderse. Analiza por qué las mujeres, una vez casadas y con sus maridos ausentes del domicilio conyugal, éstas no pueden estar solas. ¿Por qué las mujeres no soportan la soledad? Es una pregunta que se repite la escritora. Ella culpa de esa incapacidad tanto a la sociedad de consumo que procura entretenimientos para llenar la soledad de las mujeres, como a los maridos, que no enseñan a sus mujeres a enfrentarse con ellas mismas y con su soledad. En este sentido, hay que destacar que cuando, en los años 70, Carmen Martín Gaite hizo su tesis doctoral sobre los usos amorosos del XVIII español, el libro, la tesis, lo dedicó a su ex marido, Rafael Sáchez Ferlosio, escribiendo en la dedicatoria: "Para Rafael que me enseñó a habitar la soledad y a no ser una señora". Hermosa dedicatoria.

Otra de las cuestiones que se repiten en las páginas de estos cuadernos es la búsqueda de interlocutor como origen del escribir. De hecho, uno de los ensayos más valiosos de Carmen Martín Gaite se tituló La búsqueda de interlocutor y ahí, en la búsqueda de interlocutor, se encuentra el origen del ponerse a escribir, fruto de la voluntad y no de la inspiración, como lo había señalado su amigo el escritor Juan Benet.

En los cuadernos se reflejan las relaciones con amistades, compañeros del Ateneo, a donde iba a estudiar, recuerdos de sus padres, las diferencias generacionales, diferencias entre los géneros y, con gran importancia, la relación con su hija, Marta. Cuando Marta muere, en plena juventud, Carmen Martín Gaite se traslada 4 meses a EEUU a dar un curso en una universidad. Ella nos dice que, por primera vez en su vida, si llama por teléfono a su casa de Madrid, nadie contestará. El viaje a EEUU lo hizo Carmen Martín Gaite derrumbada por la desaparición de su hija. La vida universitaria y la escritura le salvaron, de nuevo, de la soledad y, no sólo de la soledad sino del aislamiento.

Ahora Carmen Martín Gaite ha muerto. Parece mentira que hayan pasado dos años y medio de su muerte, porque en este período de tiempo se han publicado, ya lo hemos dicho, tres obras póstumas de ella. Ahora es Carmen Martín Gaite quien no nos deja solas a las mujeres. Ni a las de su generación, la postguerra, ni a las de la siguiente generación, las mujeres de mi edad o de la edad de su hija Marta, ni a los jóvenes o niños que aparecen en su novela inacabada Los parentescos.

NOTA. Carmen Martín Gaite, Cuadernos de todo. Edición e introducción de María Vittoria Calvi; Prólogo de Rafael Chirbes. Areté, Debate; Barcelona, 2002.