Enric Juliana
El milagro de la cabeza cortada

(La Vanguardia, 10 de enero de 2016).

 

  Decapitado, Artur Mas seguirá mandando. En Madrid aumentará la presión en favor de la ‘gran coalición’ española. Se avecinan nuevos problemas para Pedro Sánchez.

Artur Mas ha salvado a Convergència Democràtica con un golpe de efecto que posiblemente le ha pillado por sorpresa a él mismo. El partido que ha gobernado Catalunya durante 28 de los 35 años de recuperada autonomía ha trocado la cabeza de su principal dirigente por una dosis razonable de tiempo político operativo –año y medio, quizá un año–, ante la evidencia de que la repetición de elecciones podía provocar una abstención oceánica y unos resultados nada controlables. Los sondeos no siempre aciertan, pero detectan los movimientos de fondo. El presidente de la Generalitat ha tenido encuestas frescas en su mesa en los últimos días.

El partido principal de las clases medias catalanas ha evitado el jaque mate. El decaimiento emocional del sector más moderado del soberanismo y la posible formación de una nueva mayoría de izquierdas, con dos pivotes principales: ERC en las comarcas, los Comunes-Podemos en Barcelona y su área metropolitana. Una alianza de nuevo tipo que podía enviar a CDC a un largo periodo de ostracismo, con los cráteres Pujol y Palau de la Música en alta radiación. Las repeticiones electorales las carga el diablo. He aquí una interesante lección para quienes especulan con la repetición de las elecciones generales en España.

CDC imaginaba la posibilidad de convertir la repetición electoral del 6 de marzo en una segunda vuelta del 27 de septiembre. Para ello era del todo imprescindible reanimar la coalición Junts pel Sí, la Jaula de Faraday que impide a Esquerra Republicana entrar en comunicación táctica con las izquierdas no independentistas. “Es imprescindible ir a nuevas elecciones con Junts pel Sí, en caso contrario, pronto tendremos un nuevo tripartito en Catalunya”. Esta era la visión del tablero que tenía el pasado jueves un alto dirigente nacionalista muy vinculado a Mas. Aquel mismo jueves por la noche, CDC dejaba caer una propuesta un tanto sorprendente, cuasi surrealista: remodelar el gobierno catalán en funciones, para dar entrada a consejeros de ERC. Esquerra dentro de la Jaula de Faraday. Posiblemente habría sido la primera remodelación de un gobierno en funciones en la historia política de Europa. La respuesta fulminante de Oriol Junqueras –“eso sería un fraude democrático”– enviaba una indómita señal de resistencia. La repetición de Junts pel Sí estaba en el aire.

La reputación y la credibilidad del cuadro institucional catalán estaba sufriendo un fortísimo desgaste –desgaste no reparable a corto plazo–, el català emprenyat reaparecía en escena, y Convergència podía pegarse un tortazo fenomenal en marzo, si se veía obligada a acudir a las urnas en solitario. Sólo un factor jugaba a favor del partido gubernamental: el tremendo estrés de la CUP, muy rota por dentro, después de sus densos avatares navideños. Los fraticelli Mas ha perdido la cabeza; los franciscanos radicalizados, los dedos.

La cabeza cortada seguirá haciendo política, según anunció ayer en rueda de prensa. La cabeza cortada orientará los pasos del nuevo presidente, nueva política. La cabeza cortada seguirá dirigiendo estratégicamente el campo soberanista (48% del electorado catalán). La cabeza cortada alterará el sueño de los principales protagonistas del incierto momento político español.

Sorpresa mayúscula en Madrid. Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera, y todos los poderes terrenales españoles se hallan hoy ante un nuevo escenario. Cambio de eje. Hay Gobierno soberanista en Barcelona, con una mayoría aparentemente blindada en el Parlament, y no hay Gobierno en Madrid.

Vienen días de fuerte presión en favor de la gran coalición PP-PSOE-Ciudadanos, y se reducen las posibilidades de una alianza de izquierdas alrededor de Sánchez, que lo va a pasar mal. Rebrotarán las maniobras contra el secretario general socialista.

 

Otro artículo de Enric Juliana

El PSOE ante su abismo
(La Vanguardia, 28 de diciembre de 2015).

  El miedo a Podemos hace perder a los socialistas una semana decisiva para aparecer ante la sociedad como posible alternativa de poder.

Apenas transcurridos ocho días desde la celebración de las elecciones, el Partido Socialista ha logrado la proeza de aparecer como el principal perdedor de unos comicios que han puesto la política española patas arriba. Es sorprendente. Con excelente posición en el tablero, pese a su notorio desgaste en las urnas –1,5 millones de votos perdidos y 20 diputados menos–, el PSOE no ha conseguido fortalecerse en el debate postelectoral, cada vez más decisivo en las democracias modernas.

Las elecciones no se pueden dar por concluidas cuando el escrutinio alcanza el 100% a las tantas de la noche; las elecciones se ganan o se pierden en los días siguientes, cuando los ciudadanos fijan su balance de ganadores y perdedores. El PSOE está resbalado en la pista de hielo postelectoral.

Aunque mermado de fuerzas, el 20-D ha ubicado al partido de la rosa y el puño en el centro del tablero. Pueden vender muy cara su abstención en la investidura de Mariano Rajoy. Pueden intentar forzar la retirada de Rajoy y exigir la presentación de otro candidato del Partido Popular. Podrían explorar una gran coalición al estilo alemán (PP-PSOE-Ciudadanos), que gustaría mucho en Bruselas y Berlín y contaría con el decidido aplauso del Ibex 35. Podrían tantear a Ciudadanos para una inédita coalición socialista-liberal, exigiendo la abstención inicial de Podemos. Pueden intentar formar gobierno, negociando el apoyo de Podemos e Izquierda Unida, el aliento favorable del Partido Nacionalista Vasco y la no hostilidad de los soberanistas catalanes (CDC y ERC). Y si todo se bloquea, pueden forzar la repetición de las elecciones. La pieza socialista es la que tiene más movimientos a su alcance. El PSOE es la dama del tablero de enero del 2016. Pero la dama está triste y esta semana de Navidad ha estado a punto de desmayarse.

Las otras piezas le miran con asombro. El Partido Popular, en riesgo, en peligro, a un paso del jaque, después de un retroceso vertiginoso – 2,5 millones de votos y 63 diputados desaparecidos–, observa la escena con extraña tranquilidad mineral y una ligera sonrisa entre las barbas del presidente del Gobierno en funciones. Ciudadanos, que esperaba más, mucho más, ha logrado que no le cuelguen la etiqueta de la promesa decepcionante. Podemos, que aún tiene mucho que aprender después de su gran resultado, está demostrando una mayor capacidad de iniciativa, elevando el precio de su muy hipotético apoyo a una investidura socialista.

Los dirigentes de Podemos sueñan con el Pasok (el viejo partido socialista griego desbordado por Syriza). Y algunos cuadros socialistas de la España periférica, también. La competición entre un PSOE analógico, atrincherado en el Sur y fortificado en las ciudades pequeñas y los pueblos, y un Podemos digital que ha superado a su veterano competidor en la gran mayoría de los municipios de más de 100.000 habitantes, bien conectado con los jóvenes, y con una inteligente estrategia pronacionalidades (artículo 2 de la Constitución), que coge con el pie cambiado a los socialistas catalanes, vascos y gallegos, se está convirtiendo en una de las piedras angulares de la política española.

A lo largo de esta semana, los principales dirigentes territoriales del PSOE –los denominados barones–, han estado más pendientes de Podemos y de las maniobras de la dirigente andaluza Susana Díaz para hacerse con el liderazgo del partido antes de que llegue la primavera, que de arropar a su secretario general ante una batalla táctica extraordinariamente difícil. Es especialmente significativo el alejamiento manifestado ayer por el presidente asturiano Javier Fernández, un hombre serio, con fuerte ascendente moral en el partido. En la semana en la que el líder del PSOE debía empezar a organizar el cerco a Rajoy, Sánchez se ha visto cercado por los suyos. En la calle Génova de Madrid no dan crédito.

El complejo escenario propiciado por el 20-D exige cuajo y autoridad en un país poco acostumbrado a las negociaciones largas y alambicadas para la formación de Gobierno. (Véase el homenaje de la laberíntica Catalunya a Salvador Dalí, campeón del surrealismo). La ofensiva de los barones socialistas contra Pedro Sánchez en una semana clave para proyectar “voluntad de poder”, será estudiada en las facultades de Ciencias Políticas. Cómo fundir al líder del partido cinco minutos antes de empezar la negociación política más complicada desde los tiempos de la transición. En España muchas veces se confunde a Maquiavelo con la marrullería.

Ocho días es un periodo de tiempo muy corto en el calendario de toda la vida, pero a equivale a un trimestre de antes en el túnel de aceleración del tiempo mediático. Esta semana, Pedro Sánchez ha perdido “voluntad de poder”. La abstención del PSOE en tercera o cuarta votación ha bajado de precio nada más comenzar la partida.