Eric Toussaint

La deuda odiosa de Irak
(ALAI, América Latina en Movimiento
2003-10-02)

En 20 años, en los que los gobiernos de los países deudores no han librado batalla sobre la cuestión de la deuda odiosa, las grandes potencias (que al mismo tiempo son los acreedores) han evitado cuidadosamente sacarla a relucir.

Súbitamente, el 10 y el 11 de Abril del 2003, la deuda odiosa aparece en el discurso de la administración Bush. Esta última solicita a Francia, Alemania y Rusia (que se habían opuesto a la guerra contra Irak) que renuncien al reintegro de la deuda que Irak tiene con ellos. Toda la prensa internacional se hace eco de la noticia. La deuda odiosa es explícita y correctamente mencionada. Después de algunos días, ya no se habla más de ello que en el Financial Times, el diario financiero inglés, y en otros pocos órganos de la prensa internacional (International Herald Tribune, Wall Street Journal). Los editoralistas del Financial Times reclaman firmemente la retirada de esta propuesta. Para el FT, si se rescata esta proposición, ésta es válida para muchos países del Tercer Mundo y del antiguo bloque soviético. Lo que puede dar ideas a los gobiernos de los países endeudados, que terminarán exigiendo la aplicación de esta doctrina y, si no son los gobiernos, serán los movimientos sociales de estos países quienes lo harán (en Brasil, o en Sudáfrica, por ejemplo, donde la deuda del régimen Apartheid alcanzó los 24 mil millones de dólares). El FT explica que la administración Bush juega con fuego y que pone en peligro a los acreedores1.

¿Qué es una deuda odiosa?

“Si un poder despótico (=régimen de Saddam Hussein, NLDR) contrae una deuda, no para sus necesidades o las necesidades del Estado, sino para fortalecer su régimen despótico, para reprimir a la población que le combate, esta deuda es odiosa para la población del Estado entero. Esta deuda no es obligatoria para la nación: es una deuda de régimen, deuda personal del poder que la contrajo; en consecuencia, desaparece con la caída de ese poder” (Alexander Sack, Les effets des transformations des Etats sur leurs dettes publiques et autres obligations financières, Recueil Sirey, 1927). La doctrina de la deuda “odiosa” se aplica perfectamente al caso de Irak.

Esta doctrina data del siglo XIX. Fue utilizada durante el conflicto entre España y Estados Unidos, en 1898. Cuando Cuba, colonia española, pasa a estar bajo el control (protectorado) de Estados Unidos, España le exige a este último el pago de la deuda de Cuba. Estados Unidos se niega declarando que es una deuda odiosa, es decir, contraída por un régimen despótico para llevar a cabo políticas contrarias a los intereses de los ciudadanos. Lo importante es que esta declaración, finalmente reconocida por España, desembocó en un tratado internacional, el Tratado de París 10 de Diciembre 1898). Este último sienta, en consecuencia, jurisprudencia.

Otros casos: las deudas de Bonaparte se rechazan bajo la Restauración en calidad de deudas odiosas, contrarias a los intereses de los franceses. Tras la guerra de Secesión los nordistas, vencedores, se niegan a asumir la deuda sudista contraída para defender un sistema basado en la esclavitud. Después de la Primera Guerra Mundial, el Tratado de Versailles declara que las deudas contraídas por el régimen del Kaiser para colonizar Polonia son nulas, y que no pueden correr a cargo de la nueva Polonia reconstituida. El régimen dictatorial de Tinoco2 en Costa Rica se endeudó con la corona británica. El juez Taft, presidente de la Corte Suprema de Estados Unidos, designado como árbitro por los dos países en litigio (Gran Bretaña contra Costa Rica, 1923) declara que la deuda es una deuda personal del déspota. Los banqueros acreedores son los primeros responsables ya que conocían la naturaleza despótica del régimen anterior, por lo que no deben acometer contra el régimen democrático que sucede a Tinoco. El juez Taft añade que los acreedores no han sido capaces de demostrar su buena fe.

La doctrina de la deuda odiosa fue formulada por Alexander Sack (antiguo ministro del Zar, emigrado en Francia después de la revolución de 1917, profesor de derecho en París) en 1927, en su libro sobre el traspaso de deuda en caso de cambio de régimen3.

Que sepamos, en los últimos treinta años, ninguno de los deudores ha invocado esta doctrina, bien con la intención de repudiar de forma unilateral las deudas, bien para recurrir a un arbitraje. El CADTM y diferentes autores (principalmente Jean Claude Willame, 1986. Patricia Adams, 1991) y movimientos (Jubilé Afrique du Sud, Jubileo Sur…) han analizado desde hace tiempo las deudas del Tercer Mundo bajo este punto de vista jurídico: las deudas de Mobutu (Zaire-República democrática del Congo), de Habyarimana (Ruanda), de Marcos (Filipinas), de Suharto (Indonesia), de los generales de la dictadura argentina, de Pinochet en Chile, de la dictadura uruguaya, de la dictadura brasileña (entre 1964 y 1985, periodo correspondiente al régimen militar, la deuda brasileña pasó de 2,5 a 100 mil millones de dólares; es decir, se multiplicó por 40), de Nigeria, de Togo, de la República de Sudáfrica…

Fenómeno cuya trascendencia llega hasta nuestros días puesto que los pueblos de estos países reembolsan las deudas odiosas con nuevos préstamos.

El caso de la República democrática del Congo es muy claro: en el 2003, la deuda de cerca de 13 mil millones de dólares que se le reclama, corresponde grosso modo a la totalidad de la deuda contraída por Mobutu; ya que después de la caída del régimen en 1997 apenas ha habido nuevos préstamos. Lo que supone que la totalidad de la deuda de la RDC debería ser anulada.

¿Por qué la Administración Bush ha sacado a relucir la deuda odiosa?

El 10 y el 11 de Abril del 2003 los ministros de Finanzas del G8 se reúnen en Washington. John Snow, el secretario de Estado del Tesoro de Estados Unidos, solicita, especialmente a Rusia, Francia y Alemania, la anulación de la deuda odiosa de Irak. Los Estados Unidos lanzan esta exigencia no con la intención de que se satisfaga íntegramente, sino a modo de regateo. Una forma de chantaje que persigue aumentar la puja con los países que se habían opuesto a la guerra. Se trata de convencer a Francia, Alemania y Rusia de cambiar su posición y de legitimar la guerra. Se trata además, de que los países que asumieron los gastos de las operaciones militares, puedan comenzar la reconstrucción utilizando lo antes posible los recursos petrolíferos iraquíes. Cuanto mayor sea la deuda anterior a la guerra del 2003, mayor será el tiempo que los Estados Unidos y sus aliados deberán esperar para cobrar los gastos que la reconstrucción les ha acarreado. Alemania reacciona enseguida durante la reunión del 10 y el 11 de Abril: en lo que la atañe, no discutirá acerca de la anulación, aunque la deuda iraquí será reprogramada. Estados Unidos continúa la negociación persiguiendo convencer a Francia, Rusia y Alemania de realizar un serio esfuerzo en lo que a la anulación se refiere. A cambio de su buena voluntad, las empresas de estos países podrán beneficiarse de contratos ligados a la reconstrucción.

Al parecer, Estados Unidos obtuvo más tarde concesiones por parte de Francia y Rusia. De hecho, el 22 de mayo del 2003, el Consejo de Seguridad de la ONU levanta las sanciones contra Irak y confía la gestión del petróleo (hasta ese momento bajo su control4) a Paul Bremer, el administrador civil de Irak nombrado por Estados Unidos.
El Consejo de Seguridad de la ONU (comprendidos pues países como Francia, Rusia y China, que se habían opuesto a la guerra) legitima la ocupación y concede la gestión del petróleo a Estados Unidos por 14 votos a favor y cero en contra (Siria sale en el momento de la votación para no tener que tomar una posición).

La ONU nombra a Sergio Vieira de Mello como representante in situ (morirá en agosto del 2003, en un atentado contra la sede de la ONU en Bagdad que causó 24 muertos) con un status completamente inferior a Paul Bremer.

Levantar las sanciones contra Irak significa que en lo sucesivo, las empresas, empezando por las estadounidenses, pueden recomenzar a hacer business en Irak (el Financial Times titula el 23 de mayo del 2003: “UN removal of sanctions clears way for business”). También significa que todos los activos de Saddam Hussein y de Irak, que durante más de doce años habían sido congelados en el extranjero (entre ellos Estados Unidos) son “descongelados”. Lo que permite que Estados Unidos los emplee como reembolso de los gastos de la guerra y de la reconstrucción: luego estos activos no volverán a manos del pueblo iraquí. Según el Financial Times, “It (la suspensión de la sanción contra Irak por el Consejo de Seguridad, NLDR) will free billions of dollars in frozen assets and future oil revenues from de UN’control and place it at the disposal of coalition forces and interim iraqi leaders to pay for reconstruction” (FT, 23 de mayo del 2003).

Algunos puntos de referencia históricos de la Guerra contra Irak

En los años 80, Estados Unidos y sus aliados apoyaron a Saddam Hussein en la guerra contra Irán, que provocó un millón de muertos. Irak se endeuda con Estados Unidos y sus países aliados.
En 1990, Irak invade Kuwait. Circulan varias tesis referentes a este suceso, y no es imposible que la Administración de Bush padre diese a entender a Saddam Hussein que esta agresión no conllevaría reacciones, atrayéndolo de alguna manera a una trampa. Cuando termina la Guerra del Golfo, llamada Tormenta del Desierto por los vencedores, Estados Unidos deja a Saddam Hussein en el poder deliberadamente ya que teme que el país (y sus reservas petrolíferas) caiga en manos de una rebelión incontrolable en la proximidad de Irán, este mismo incontrolable. Las tropas aliadas dejan a Saddam Hussein reprimir la ciudad de Basora, que se había sublevado. Esta guerra se llevó a cabo con un mandato de la ONU que decretaba la congelación de los activos iraquíes en el exterior y que proclamaba el embargo. Más tarde se lanzará el programa “Petróleo contra comida”. 50% de las ganancias del petróleo iraquí se utilizan para la compra de alimentos y de medicamentos. Lo que era completamente insuficiente para las necesidades de la población iraquí, ya que se estima que al menos 500.000 niños murieron a consecuencia del embargo. La existencia de este programa era ampliamente conocido por la opinión pública internacional, hasta fue objeto de una importante propaganda. En cambio, no se ha oído apenas que el 25% de las ganancias petrolíferas fuesen a parar a los países vecinos en concepto de reparaciones. La Comisión de las Naciones Unidas para las Compensaciones (CNUC – en inglés UNCC United Nations Compensation Comisión, página web: www.uncc.ch), reconoció, a partir de 1991, la validez de las solicitudes de reparación estimando el importe total en 44 mil millones de dólares. Lo que solamente cubría de forma parcial las solicitudes. Estas últimas introducidas por particulares, empresas y gobiernos. Hasta el comienzo de la guerra en marzo del 2003, y con un cuarto de las ganancias procedentes del petróleo a su disposición, la CNUC había pagado a los solicitantes – a los particulares y a las familias prioritariamente - 17,6 mil millones de dólares en concepto de reparaciones. De las solicitudes de reparación en espera faltaban pues 26 mil millones de dólares por pagar y por determinar (Financial Times, 24 de junio del 2003). A pesar de ello, no se daba prioridad absoluta a las necesidades de alimentos y de medicinas de la población iraquí en el empleo de las ganancias petrolíferas.
En el 2003, la guerra fue llevada a cabo por una coalición dirigida por Estados Unidos. Coalición compuesta por Gran Bretaña, Australia, Países Bajos y Dinamarca (cuyas tropas participaron directamente en las operaciones militares) y otros países que prestaron su apoyo bajo otras formas. Esta coalición actúa violando la Carta de las Naciones Unidas. Según esta última, la coalición ha cometido un crimen de agresión.

La deuda impagable de Irak

¿A cuánto asciende la deuda iraquí? Según un estudio realizado en el 2002 por el departamento de energía de la Administración Bush, ésta alcanzaría los 62 mil millones de dólares5. Según un estudio conjunto del Banco Mundial y del Banco de pagos internacionales, ascendería a 127 mil millones de dólares, de los cuales 47 de intereses de retraso6.. Según un despacho privado basado en Washington, el conjunto de obligaciones financieras iraquíes (deudas, reparaciones y contratos en curso) ascendía a comienzos del 2003 a 383 mil millones de dólares de los cuales 127 mil millones en deudas.

Los Estados acreedores se reparten en dos grandes categorías en función de su pertenencia al Club de París. Este último reagrupa a 19 de los Estados acreedores a los que, si se les antoja, se suman algunos invitados (Brasil, Corea). Declaran poder reclamar a Irak 21 mil millones de deudas, a los que añaden la misma cantidad en calidad de intereses de retraso, es decir 42 mil millones (fuente: FT, 12-13 de julio del 2003).

La segunda categoría comprende los países árabes (Emiratos Árabes Unidos – en inglés Gulf States, Kuwait, Egipto, Jordania, Marruecos, Arabia Saudita), Turquía y algunos países del antiguo bloque soviético (Polonia, Bulgaria, Hungría) convertidos hoy en fieles aliados de Estados Unidos. Reclaman a Irak cerca de 55 mil millones de deudas. Los Emiratos del Golfo (sin incluir a Kuwait) reclaman más de la mitad de esta cantidad (30 mil millones) en virtud de un antiguo litigio entre Irak y los acreedores en cuestión. Por su parte, Irak pretende que esos 30 mil millones eran una donación para llevar adelante la guerra contra Irán. Mientras que los Estados afectados afirman que se trataba de préstamos. Las dos categorías de deudas citadas previamente (97 mil millones de dólares) son deudas bilaterales.

En lo que se refiere a los bancos privados se impone la discreción. Reclaman cerca de 2 mil millones de dólares (Bank of New Cork y JP Morgan figuran entre los principales acreedores).

Respecto al Banco Mundial y al FMI, las deudas que Irak tiene con ellos no sobrepasan los doscientos millones de dólares.

En resumen, en concepto de deudas propiamente dichas, se puede considerar que la negociación entre Irak y los acreedores se refiere a una cantidad inicial de en torno a 100 mil millones de dólares: 42 (Club de París) + 55 (otros acreedores bilaterales) + (bancos) + (Bm y FMI) = cerca de 100. Esta cantidad no incluye ni las solicitudes de reparación no satisfechas (en torno a los 160 mil millones de dólares que remontan a 1990-1991), ni los contratos que estaban en curso justo antes del desencadenamiento de la guerra; ni, sobre todo, las recientes deudas contraídas desde marzo-abril del 2003.

En realidad, la principal negociación tendrá lugar entre los acreedores, y no entre éstos y las supuestas autoridades iraquíes que Estados Unidos ha colocado en el poder. La cuestión en torno a la que girará el debate será: ¿quién será quien se esfuerce renunciando a una parte de sus pretensiones con el objeto de hacer sostenible el pago de la deuda a Irak? Sostenible quiere decir, para los acreedores, que la deuda sea pagada en los plazos previstos. Sin importarles que el sostenimiento del pago de la deuda se haga sin tener en cuenta las necesidades de la población iraquí. Estados Unidos solicitará a sus colegas en el Club de París, así como a los países árabes, a Turquía, a Polonia, a Bulgaria y a Hungría que realicen un esfuerzo conjunto para reducir un tercio o dos tercios de sus pretensiones. En ese caso, en lugar de cerca de 97 mil millones (véase más arriba), las deudas bilaterales se quedarían en 65 mil millones (1/3 de reducción) o en 32 mil millones (2/3 de reducción). Estados Unidos desearía obtener tal reducción, ya que podría añadir las deudas resultantes de la reconstrucción a las ya existentes. Debemos esperarnos pues a largos meses de regateo.

A este respecto conviene analizar las cantidades reclamadas por los integrantes del Club de París, en el seno del cual se encuentran los principales protagonistas de los dos bandos que se formaron en los meses anteriores a la guerra. Es apropiado tener presente que en el momento en que tiene lugar la famosa reunión entre los ministros de finanzas del G7, el 10 y el 11 de abril del 2003 en Washington7, los medios de comunicación afirmaron que Rusia, Francia y Alemania eran los principales acreedores de la deuda odiosa de Irak. La realidad, como lo muestra la siguiente tabla, está más matizada.. Veamos el reparto de la deuda entre los países belicistas y los países del “bando de la paz”.

Deuda de Irak con respecto al Club de París (en millones de dólares)

“Bando de la paz”
Belicistas
Rusia : 3.450
Japón : 4.100
Francia : 3.000
Estados Unidos : 2.200
Alemania : 2.400
Italia : 1.720
Canadá : 560
Gran Bretaña : 930
Brasil : 200
Australia: 500
Bélgica : 180
España : 320
Países Bajos : 100
Dinamarca : 30
Total : 9.790
Total : 9.900

Esta tabla permite observar que Irak posee una deuda odiosa más importante con los países belicistas, algo que no dio a entender el discurso de la administración de Georges W. Bush al lanzar su chantaje en abril del 2003.

Recordemos que previo inicio de la negociación los importes de la deuda fueron exagerados y falseados deliberadamente.

De esta manera, el Club de París reivindica el doble de la deuda que se le debe: reclama 42 mil millones de dólares y no 21 mil. ¿Por qué? Porque el Club de París suma los intereses de retraso desde 1991. Es absurdo, ya que como consecuencia de las sanciones Irak no disponía de su petróleo: era la ONU quien administraba las ganancias que procedían de este último. Por otro lado, los activos de Irak en el exterior estaban bloqueados. Por lo tanto a Irak le era imposible rembolsar su deuda. A pesar de ello, el Club de París ha contabilizado los intereses (de la misma forma que la mayoría de los demás países acreedores bilaterales), y la deuda se encuentra duplicada. Si, en el curso de la negociación, el Club de París renunciara al reembolso de los 21 mil millones de intereses de retraso, podría presentarlo a la opinión pública internacional y a los iraquíes como una prueba de generosidad.

Irak y la amenaza del círculo vicioso de la deuda

Ya se trate de 50, de 100 o de 200 mil millones, las cargas financieras iraquíes arrastrarán al país a un círculo vicioso de endeudamiento y, en consecuencia, a una relación de subordinación con los acreedores, quienes le despojarán de sus reservas petrolíferas. Estados Unidos el primero en aprovecharse.

Para verificar el valor de esta afirmación, intentemos calcular lo que implicaría el reembolso de la deuda en el futuro.

Imaginemos el ejemplo siguiente: los acreedores se ponen de acuerdo para reducir sus exigencias y estiman en 62 mil millones (1/3 de reducción ver más arriba8) el total de las antiguas deudas heredadas del período previo a la guerra de marzo-abril del 2003. A los que se suman 50 mil millones de reparaciones. Habría además que añadir sin ninguna duda, varias decenas de miles de millones de nuevas deudas ligadas a la reconstrucción (digamos 38 mil millones para el período 2003-2005). Admitamos que los acreedores aplazan hasta el 2005 el inicio de los reembolsos. La suma total de deudas y reparaciones a cargo de Irak ascendería, en este caso, a 150 mil millones de dólares.

¿Cómo definirían los acreedores el plan de reembolso? Una hipótesis admisible es la siguiente: solicitarían a las autoridades iraquíes, que no tienen ni un duro, la utilización de las ganancias petrolíferas para el pago. Aquí se plantean varios problemas.

Primera incógnita: ¿habrá en Bagdad, en el 2005, autoridades iraquíes con legitimidad para actuar en nombre del Estado iraquí (pueblo iraquí)? No está del todo garantizado.

Segunda incógnita: ¿estará reestablecida plenamente la capacidad de producción del petróleo?

En agosto del 2003 la producción de petróleo apenas llegaba a 300.000 barriles al día, frente a 1.700.000 antes de la guerra del 2003 y a 2.700.000 antes de la guerra de 1991. El gasto de la puesta a punto del aparato productivo petrolífero se estima entre 30 y 40 mil millones de dólares. ¿Quién lo va a pagar? ¿Cómo garantizar la seguridad de las empresas que se encargan en un primer momento de la puesta a punto y, posteriormente, de la explotación? Según el Financial Times (25 de julio del 2003), las grandes empresas petrolíferas se han entrevistado en varias ocasiones con los representantes de la Administración Bush. Les han informado de que hasta el momento en el que la seguridad esté garantizada, no piensan discutir sobre ningún gasto de reconstrucción del aparato productivo y de la producción en sí. Las firmas petrolíferas multinacionales han añadido, a través de Sir Philip Watts, presidente de Royal Dutch/Shell, que ellas mismas determinarán el momento en que el futuro régimen iraquí cumple las condiciones de legitimidad: “Cuando estén presentes las autoridades consideradas como legítimas por los iraquíes, las conoceremos y las reconoceremos” (FT, el 25 de julio del 2003). Una forma de decir a la Administración Bush que las autoridades iraquíes que las tropas de ocupación han colocado en el poder no cumplen los requisitos. La otra parte del mensaje: consideran que el coste de la puesta a punto del aparato productivo destruido por la coalición debe correr a cargo de los poderes públicos. Lo que fue como una bofetada para G. W. Bush.

Tercera incógnita: ¿cuál será en el 2005 el precio del barril de petróleo?

Cuarta incógnita: ¿la industria petrolífera será pública? Si es así, gran parte de las ganancias ingresarán en las arcas del Estado, y podrán utilizarse (para satisfacción de los acreedores) para el reembolso de la deuda. Lo que plantea un problema con respecto a la voluntad de la Administración Bush de privatizar el máximo de empresas. Si se privatiza la industria petrolífera, el Estado solamente recaudará tasas e impuestos. Ahora bien, es el Estado el que deberá que rembolsar los 150.000 mil millones de deudas.

Según diferentes fuentes, en el mejor de los casos (muy poco probable), los ingresos petrolíferos podrían oscilar entre 10 y 20 mil millones en el 2005.

Veamos cuánto costaría al año el reembolso de 150 mil millones de dólares. Estimemos que los acreedores “conceden” un plan de reembolso a interés fijo preferente (concesivo) –digamos un 7%9 de tipo de interés- durante un período de veinte años. 150.000 mil millones a devolver en 20 años a un 7% de interés, representa una carga anual de en torno a 18 mil millones de dólares (reembolso del interés y amortización del capital).Total, es la cuadratura del círculo. A partir de unos ingresos procedentes de la exportación que oscilan, como ya se ha señalado, entre los 10 y 20 mil millones es estrictamente imposible.

¿Dónde estaban los Estados Unidos al respecto a mediados del 2003?

Algunos días después de que Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia iniciaran la invasión de Irak, el 20 de marzo del 2003, George W. Bush estimó, ante el Congreso, en 80 mil millones de dólares el coste de la guerra para el Tesoro estadounidense. El 7 de septiembre del 2003, George W. Bush anunciaba al Congreso la solicitud de 87 mil millones suplementarios. Según el PNUD y UNICEF, 80 mil millones de dólares es, precisamente, la suma suplementaria necesaria cada año durante una década a escala del planeta para garantizar el acceso universal al agua potable, a la educación básica, a la asistencia sanitaria primara (incluyendo la nutrición) y a los cuidados ginecológicos y obstétricos (para todas las mujeres). Esta suma, que ninguna cumbre mundial de los últimos años ha conseguido reunir (en Génova, en el 2001, el G7 solamente logró reunir algo menos de mil millones de dólares para los fondos de la lucha contra el sida, la malaria y la tuberculosis), el gobierno de Estados Unidos realizó la hazaña de reunirla y de gastarla en unos cuantos meses. Los 80 mil millones de dólares obtenidos por G. W. Bush en el Congreso (a los que en adelante se añaden 87 mil millones suplementarios) constituyen los fondos necesarios para destruir un cierto número de infraestructuras y de vidas humanas en Irak, y asegurar la ocupación del territorio hasta el 31 de diciembre del 2003.

Al enfrentarse a una resistencia que no había previsto, el gobierno estadounidense pasa grandes dificultades. Por supuesto, domina ampliamente la escena internacional. Sin dudarlo ocupa el país. Pero una gran parte de la población les aborrece. Sus tropas son objeto de un hostigamiento permanente. El coste de la ocupación es mucho más elevado que lo previsto: asciende a cerca de 4 mil millones de dólares al mes (48 mil millones al año) para más de 130.000 soldados presentes. En efecto los británicos están allí con 11.000 hombres, pero los 30.000 soldados que debían ser procurados por los otros miembros de la alianza tardan en llegar10.

Lo que no les impide a algunas firmas estadounidenses y de otros lugares hacer negocios.

La firma Halliburton (Texas) estaba en el lugar desde el segundo trimestre del 2003 para las reparaciones de urgencia del aparato productivo petrolífero con un contrato de 7 mil millones de dólares. Richard Cheney, vicepresidente estadounidense, era hasta agosto del 2002, el director general de esta empresa. La firma rival Bechtel (responsable de los conflictos de agua en Cochabamba, Bolivia), que obtuvo un contrato de 680 millones de dólares para reparar la distribución del agua y de la electricidad así como de ciertas vías de comunicación, convocó una reunión en Washington en mayo del 2003 acerca del tema “Cómo puede una empresa participar a la reconstrucción”.. Las 1800 PYMES que estaban presentes se enfriaron cuando se les precisó que eran ellas mismas las que debían garantizar la seguridad de sus bienes y de sus hombres. Bechtel llevó a cabo el mismo tipo de reuniones en Londres y en Kuwait capital. Las grandes firmas agro-químicas (en particular la multinacional anglo-suiza Syngenta) también están interesadas en un porvenir en Irak, ya que tradicionalmente es un gran exportador de cereales. No obstante, Monsanto dio a conocer que no estaba interesada (sin duda, otros problemas que resolver en otra parte…)

El administrador, Paul Bremer, propaga, desde el lugar, todas las señales neoliberales para atraer las inversiones: declaró que todo debía ser privatizado, que había que suprimir las subvenciones y reforzar los derechos de la propiedad privada. En contra partida, concede redes de seguridad social. Podemos hacernos una idea de lo que éstas representan sabiendo que en mayo del 2003, Estados Unidos pagó un sueldo de 20 dólares mensuales a 400.000 obreros y funcionarios iraquíes, lo que supone 8 millones de dólares, es decir, 500 veces menos de lo que se gasta al mes para mantener a las tropas de ocupación en Irak.

Para la anulación de la deuda odiosa de Irak, para el pago de las reparaciones

No porque Estados Unidos haya utilizado de manera oportunista la noción de “deuda odiosa” debemos rehusar la exigencia de su aplicación, y garantizar la justicia y los derechos fundamentales del pueblo iraquí. En consecuencia, se debe apoyar la perspectiva de un poder legítimo en Irak que repudie la deuda. De la misma forma, se debe ampliar el derecho a reparación: se mencionaron cantidades económicas por el coste de la agresión pero no por el de las reparaciones. Este coste deberá tener en cuenta los daños que Estados Unidos y otros agresores tendrán que asumir: daños individuales, saqueos culturales, etc., de los que son responsables, ya que deben garantizar la seguridad de bienes y personas en tanto que fuerzas de ocupación. La aplicación de la doctrina de la deuda odiosa a Irak sería de máxima importancia para el futuro de la población iraquí y más allá, para la mayor parte de las poblaciones de los países endeudados llamados en vías de desarrollo. Los ciudadanos de estos países están en su perfecto derecho de exigir que una parte importante de la deuda de su país sea declarada nula en aplicación de la doctrina de la deuda odiosa.

Le toca al movimiento para otra globalización reivindicar la anulación de la deuda pública exterior iraquí combinada con otras reivindicaciones tales como la retirada de las tropas de ocupación, el pleno y completo ejercicio de la soberanía para los iraquíes (lo que incluye el goce de sus recursos naturales), o el pago a los iraquíes de reparaciones por destrucciones y saqueos cometidos en el transcurso de la guerra desencadenada por la coalición Estados Unidos/Gran Bretaña/Australia violando la Carta de la ONU.

Del mismo modo es necesario perseguir ante la justicia y condenar a G.W. Bush, a T. Blair, a J. Howard (primer ministro de Australia), a los jefes del gobierno danés y holandés (dos países que participaron directamente en la invasión) en calidad de responsables directos de crímenes de agresión (según la definición dada por la Carta de la ONU) y de crimen de guerra.

En lo que respecta a la deuda iraquí, las propuestas deberían orientarse hacia los puntos siguientes:

  • - La deuda contraída bajo el régimen de Saddam Hussein es una deuda odiosa, luego es nula;
  • - Un régimen democrático que suceda a este régimen debe negarse a asumirla, estará en su derecho de rehusar estas deudas.
  • - Las nuevas deudas procedentes de la agresión y del coste de reconstrucción son igualmente odiosas, luego son nulas;
  • - Las víctimas de Saddam Hussein, las de la agresión estadounidense, las de los saqueos y de la actual ocupación (individuos, grupos…) tienen derecho a reparaciones;

- En lo que respecta a la acción ciudadana y a la acción de los poderes públicos: se necesitaría participar en las movilizaciones conjuntas, en las peticiones como la del CADTM (véase el texto de la petición al final del artículo), pero además, hay que exigir que los poderes públicos (los ciudadanos deberían organizarse sin esperarlos) lleven a cabo auditorias de las deudas que los acreedores reclaman a Irak. ¿De qué se trata? Cada acreedor que reclama a Irak el pago de deudas debe responder a las preguntas de los ciudadanos acerca de la naturaleza de las deudas: ¿En qué contrato están definidas?. ¿Quiénes fueron las partes contratantes?. ¿De qué se trataba? ¿ de armamento? ¿de equipamiento civil?. ¿Cuáles fueron los términos del contrato?. ¿Qué cantidades han sido ya reembolsadas?. Realizar el trabajo de investigación puede contribuir a demostrar el carácter odioso de las deudas a las que nos referimos.

Petición para la anulación de la deuda en Irak y para la exigencia del pago de reparaciones

Nosotros, ciudadanos de numerosos países, nos unimos para declarar que el pueblo iraquí no puede ser considerado responsable de las deudas contraídas y de los gastos realizados por Saddam Hussein y su régimen despótico. Según la doctrina de la deuda odiosa, estas deudas desaparecen junto con el régimen que las contrajo. Lo que también es válido para los gastos de la ocupación de Irak por las tropas de la coalición de Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia.
Pedimos a todos los acreedores la anulación de la deuda odiosa contraída por Saddam Hussein. Llamamos que los gastos derivados de la guerra y de la ocupación actual no pueden convertirse en una nueva deuda. Consideramos que las destrucciones y saqueos provocados por la guerra otorgan al pueblo iraquí el derecho a las reparaciones.
Llamamos a la Asamblea General de la ONU a que apoye al pueblo iraquí para conseguir la anulación de la deuda y la concesión de reparaciones por los daños provocados por la guerra dirigida por la coalición violando la Carta de las Naciones Unidas. Se debe permitir al pueblo iraquí y a sus representantes libremente elegidos iniciar una nueva etapa de su historia en plena independencia. En el futuro, los recursos de Irak deben poder ser utilizados íntegramente por y para el pueblo, a fin de que pueda reconstruir su país.
Llamamos a todos los países, a todas las organizaciones y a todos los ciudadanos a respaldar esta declaración.


Primeros firmantes: Acosta Alberto (profesor en la Univ. De Cuenca, Ecuador), Albala Nuri (abogado, París), Badrul Alam (secretario general Bangladesh Krishok Federation, Bangladesh), Boudjenah Yasmine (diputada europea GUE/NGL, Francia), Burra Ayse (profesor en la Univ. Bebek de Estambul, Turquía), Chomsky Noam (Estados Unidos), Cirera Daniel (relaciones internacionales del Partido Comunista Francés), Cockroft James (autor, Estados Unidos), Comanne Denise (CADTM, Bélgica), Eliecer Mejía Diaz Jorge (abogado, especialista en derecho penal, Francia), Gazi Carmen (arquitecta, presidente CADTM Suiza), Gillardi Paolo (Coalition anti-guerre, Mouvement por le Socialismo, Suiza), Gottschalk Janet (Medical Mission Sister’s Alliance for Justice), Hediger André (alcalde de Ginebra, Suiza), Hussen Michel (economista, Francia), Khiari Sadri (artista-pintor, CNLT, Raid Attac, Túnez), Kitazawa Yoko (Japan Network on Debt and Poverty, Peace Studies Association of Japan), Krivine Alain (diputado europeo GUE/NGL, Francia), Künzi Daniel (cineasta, consejero municipal de la Ciudad de Ginebra, Suiza), Lambert Jean-Marie (profesor de derecho internacional en la Univ. Catól. de Goiäs, Brasil), Magniadas Jean (doct. en Ciencias Económ., miembro honorario del Consejo Económico y Social, Francia), Martinez Cruz José (comis. indep. de Derechos Humanos, Morelos, Méjico), Maystre Nicolas (estudiante, secretario del CADTM Suiza), Mendés France Mireille (jurista, París), Millet Damián (secretario general del CADTM Francia), Nieto Pereira Luis (Asociación Paz con Dignidad, España), Nzuzi Mbembe Victor (campesino, GRAPR, República democrática del Congo), Pazmiño Freire Patricio (abogado, coordinador general CDES, Ecuador), Pérez Casas Luis Guillermo (col. de abogados José Alvear Restrepo ante la UE y las Naciones Unidas, Colombia), Pérez Vega Ana (profesora en la Univ. de Sevilla, España), Piningre Denis (cineasta), Ptefferkorn Roland (sociólogo, Francia), Said Alli Abd Rahman (Perak Consumer’s Association, Malasia), Saumon Alain (presidente del CADTM-Francia), Soueissi Ahmad (Nord-Sud XXI), Theodoris Nassos (jurista, Grecia), Toussaint Eric (CADTM, Bélgica), Verschave François-Xavier (autor, Francia), Yacouba Ibrahim (Réseau nacional Dette et Développement, Nigeria), Ziegler Jean (escritor, Fondation Nord-Sud pour le dialogue, Suiza).
Enviad las firmas a través de: www.cadtm.org o hugo.cadtm@skynet.be. Por envío postal a la dirección del CADTM.


1 La anulación de la deuda odiosa no provocaría, de todos modos, la quiebra de los grandes bancos ya que las deudas odiosas representan, de media, menos del 5% de sus activos. Pero, los banqueros y los otros acreedores consideran, por lo general, que su derecho de préstamo a quienes ellos quieren es sagrado, así como el derecho a exigir el reembolso sin importar las circunstancias en las que se encuentren sus deudores.

2 Véase Damien Millet, Eric Toussaint, « 50 questions /50 réponses sur la dette, le FMI et la Banque mondiale », coed. CADTM / Syllepse, Bruselas / París, 2002, pág. 163 a 179 y 184 a 187.

3 Alexander Sack estaba convencido de que las deudas debían, por lo general, poder transmitirse de un régimen a otro salvo en el caso de deuda odiosa

4 Entre 1991 y el 22 de mayo del 2003, la gestión del petróleo había sido confiada a la ONU.

5 U.S. Department of Energy, Energy Information Administration, Irak Country Analysis Brief, Oct. 2002, www.eia.doe.gov/emeu/cabs/iraq.html.

6 Citado por David Chance, Regime Change Could Benefit Iraqi Creditors, “REUTERS NEWS WIRE, Sept. 13, 2002.
7 Hasta ese momento, Rusia no había sido invitada a las reuniones financieras de las grandes potencias. Se trata pues del G7 y no del G8.
8 Lo que por otro lado corresponde a la estimación realizada en octubre del 2002 por el Departamento de Energía de la Administración Bush.

9 En agosto del 2003 Brasil pagaba por préstamo en los mercados internacionales un tipo de interés del 12 al 14%, Argentina pagaba del 37 al 39%, Filipinas del 6 al 7%, Méjico el 5%.
10 Los compromisos de los aliados para el envío de tropas en el 2° semestre del 2003 eran, en principio, los siguientes: España: 1.200 soldados; Polonia: 2.000; Ucrania: 2.300; Noruega: 140; Italia: 2.800; Rumania: 520; Países Bajos: 1.100; República Checa: 300; Dinamarca: 450.