El País, 20 de septiembre de 2018
Las alarmas empiezan a hacerse oír por doquier en Europa. Se grita —“¡inmigrantes
subsaharianos!”— y el eco nos devuelve una voz —“¡invasión, invasión!”— que
traslada las cifras del miedo: para 2100, la ONU pronostica una población subsahariana
de 3.300 millones según un baremo medio de habitantes, de 4.850 millones, en índices
altos, y de 2.250, ponderando a la baja. En ese juego indefinido de variaciones, siempre
según la United Division de la ONU, la llegada de 80 millones de inmigrantes hará que
la población europea se componga de un 26% de inmigración o descendiente de ella.
Basta una mirada a los centros de retención de Nigeria o de Libia para darse cuenta de
que la edad de las personas inmigrantes oscila entre 14 y 30 años, y que desean a
cualquier precio —tras franquear los filtros infernales del desierto, la corrupción
policial aduanera y el sacrificio de las mafias de la trata de personas— salir de África.