Fernando Fdez-Llebrez
26J: La posibilidad del cambio se detiene
30 junio 2016

Las elecciones del 26J se llevaron a cabo debido a la incapacidad -en un contexto no sencillo- de las distintas formaciones políticas para formar gobierno. Este hecho ha generado una situación inédita en nuestro país ante la cual la incertidumbre era uno de sus elementos centrales. Con todo, y una vez vistos los resultados, se puede decir que los cambios en relación con el 20D han sido menores y sobre todo hay uno que ha capitalizado gran parte del debate -el denominado sorpasso- que no se ha llevado a cabo.

Algunos de los ejes del debate político

El aspecto más novedoso que ha caracterizado a estas elecciones ha sido la emergencia de Unidos Podemos. La presencia de esta alianza hacía pensar que se iban a dar una serie de movimientos en la arena electoral hasta el punto de que era posible desbancar al PSOE como primera fuerza política en la izquierda (el sorpasso), siendo ya más complicado que ese sorpasso también supusiera la victoria electoral. El “fenómeno del sorpasso”, o más bien la creencia en él, ha afectado al discurso político durante la campaña -y antes-, siendo el item sobre el que ha pivotado, permitiéndole a Unidos Podemos llevar la iniciativa política; era tan así que se pensaba que este iba a ser el asunto central que se dilucidaba en estos comicios, quedando por ver si era solo en votos o también en escaños.

Otro eje relevante ha sido la polarización del debate político en torno a dos partidos: PP y Unidos Podemos, lo cual tiene que ver con lo anteriormente señalado. Esta polarización choca con la media de autoubicación ideológica característica de este país, que no se sitúa en los extremos, lo que hacía complicado ver y entender cómo era posible combinar ambas realidades. Incógnita esta que estaba pendiente de la profundidad de la crisis en la que estamos, pues solo en un momento de crisis fuerte tal contradicción es entendible. De lo contrario, alguno de los dos marcos de análisis tendría que ceder.

Esta polarización ha venido ayudada por la introducción de un tema central en el debate público como fue la formación del gobierno; elemento evidente de preocupación ya que se trataba de unas elecciones en las que se venía de una investidura fallida y en la que el juego de las mayorías era crucial para posicionar a los partidos.

Del mismo modo, hablamos de una campaña electoral -e incluso antes- centrada en las emociones y no tanto en las propuestas políticas. Emociones de cara al gobierno, al futuro y a la posibilidad de cambio1, o, en su defecto, de lo contrario (reproches sobre lo hecho o el deseo de estabilidad), pero donde ha habido pocos espacios para propuestas políticas claras y diferenciadoras. Este perfil de la campaña no ha sido algo que le haya afectado a un único partido, sino que ha sido una constante en todos ellos. Es difícil recordar algún cleavage fundamental en alguno de los partidos, cosa diferente a la del 20D, donde sí hubo tal cosa. Una fuerza de lo emocional que ha estado presente desde los eslóganes hasta en los “debates televisivos” y que ha atravesado a gran parte del -escaso- debate existente.

Esta fuerza de lo emocional no ha ido acompañada de una campaña muy presidencialista, siendo más potente la fuerza de las marcas respectivas, salvo en el caso de Ciudadanos donde sí que ha jugado una papel importante la figura de Albert Rivera. Pero en los otros casos ha sido más la fuerza de la formación política, con liderazgos corales en algunos casos y en otros directamente haciendo del emblema su seña de identidad.

Y por ultimo, las escalas que han cobrado protagonismo en el debate político de estas elecciones han sido dos. Por un lado, la presencia de la controversia izquierda/derecha, que recobraba fuerza tras ocupar un lugar menos preponderante. Y, por otro, la presencia de la escala moderación/radicalismo, aunque esta ha ido cobrando peso de forma más soterrada conforme nos íbamos acercando al día de las elecciones2. Pero ha sido llamativo cómo la escala nuevo/viejo ha tenido una fuerza menor en estas elecciones y cuando lo ha hecho no ha sido tanto por lo nuevo, sino por lo viejo concatenando la secuencia de lo moderado-viejo-derecha. 

Estas han sido las claves que han ido conformando el proceso electoral y quien mejor ha sido capaz de moverse en ellas es quien ha conseguido obtener sus mejores resultados. Si bien en un principio estas claves parecían que beneficiaban a Unidos Podemos, entre otros, al final se ha demostrado que no ha sido así, lo que obliga a dar algún porqué de ello. Pero antes de adentrarnos en eso, hagamos un leve recorrido por los resultados contantes y sonantes.

Partido a partido

En comparación con 2015, la participación en estas elecciones ha bajado 3.4 puntos, pasando del 73.2 al 69.8. Esto significa que han votado, en términos absolutos, algo más de un millón cien mil personas (exactamente 1.188.741). Determinar de donde viene esa abstención será una cuestión importante para llevar a cabo un buen análisis. Es cierto que dicho porcentaje coincide, más o menos, con la pérdida de voto de la izquierda y también que es muy probable que el voto perdido por UP haya recalado en la abstención. Pero aun así conviene ser prudente hasta que se tengan más estudios. Lo que sí se puede afirmar es que con un 69.8% de participación no se puede hablar de elecciones excepcionales por lo que desde este punto de vista volvemos a encontrarnos con una participación media no acorde con el supuesto giro político que podía darse en estos comicios. Lo habitual es que para que tal cosa se de vaya acompañado de una alta participación. Finalmente, los resultados han “cuadrado” y ambos factores han coincidido en su no excepcionalidad.

El Partido Popular ha sido el claro vencedor de las elecciones pasando de 123 escaños a 1373, subiendo en más de 600.000 votos y en 4.3 puntos porcentuales (33.02%), y todo ello en unas elecciones donde la participación electoral ha sido menor, por lo que su ascenso no se puede explicar por este factor. Para determinar de dónde han venido dichos votos vuelven a ser necesarios estudios poselectorales, aunque pudiera ser que muchos de ellos provengan de anteriores votantes de Ciudadanos en favor de un voto útil dentro del centro derecha.

Por su parte, el partido naranja, ha sufrido un buen descalabro pasando de 40 escaños a 32, perdiendo cerca de cuatrocientos mil votos y bajando algo menos de un punto su porcentaje. Estos datos muestran que ha sido castigado por la ley electoral (bajando más en escaños que en pérdida de votos y porcentaje) y le hacen moverse en el filo de la navaja (10-12%) del porcentaje de voto que es muy castigado en representatividad y que otros partidos de antaño del “centro” político (CDS) también lo sufrieron. Si bien este dato era esperable, no lo era el del PP, que ha sido el gran beneficiado neto -político y electoral- de dicha caída4.

Estos resultados en los dos grandes partidos estatales del centro-derecha ha supuesto que dicho espacio político haya alcanzado los 169 escaños, es decir, 6 más que en 2015, con 3.4 puntos más y poco más de 250.000 votos más que en los comicios del 20D. En definitiva, hablamos de un saldo para dicho espacio político netamente positivo, de tal modo que el PP ha salido claramente favorecido y la suma de ambos también, ya que entre los dos alcanzan el 46,06%.

Si este dato se compara con el obtenido por las dos fuerzas progresistas (PSOE y UP) se aprecia que estas han perdido fuelle, ya que del 46.3% que tenían se ha quedado en un 43.7% (más de dos puntos y medios perdidos), han bajado 5 escaños y se han dejado en la cuneta alrededor de 1.200.000 votos. En este sentido, se puede afirmar que las tornas se han intercambiado y lo que era un parlamento en donde las dos fuerzas estatales del cambio superaban en porcentaje, escaños y número de votos a las del centro-derecha, ahora es justamente al contrario en todos y cada uno de estos items5. En términos irónicos se podría decir que “toda una hazaña”.

Si nos detenemos en el PSOE, se comprueba que ha perdido 5 escaños, pasando de 90 a 85, algo más de 120.000 votos, aunque haya subido levemente su porcentaje (de 22.01 a 22.68). La lectura de estos datos es desigual. Por un lado, son los peores registros de su historia democrática, por lo que no dicen bien de ellos, ni de la campaña llevada a cabo, siendo preciso que el PSOE se pare a pensar pues lleva una evolución de pérdida de votos que no cesa6. Por otro lado, en un contexto tan adverso ha sido capaz de parar el anunciado sorpasso siendo la segunda fuerza más votada, la primera dentro de la izquierda y en comparación con los resultados que obtuvieron Podemos e IU por separado mejora sus resultados con un saldo positivo de cerca de 400.000 votos (no por ascenso del propio PSOE, sino por caída de sus dos adversarios). Con todo, le ha visto las orejas al lobo y no deberían estar contentos aunque, por el momento, sí aliviados.

En cuanto a Unidos Podemos el balance es claramente negativo si se compara -como debe ser- con los resultados de Podemos más IU en 2015. En votos ha perdido algo más de un millón de votos, en porcentaje ha perdido 3.2 puntos (del 24.3 al 21.1) y en escaños se ha quedado igual que los que tenía (71). Con estos datos encima de la mesa es notorio que la coalición no ha funcionado desde el punto de vista electoral, no dándose ni siquiera una mera suma, sino una resta. Y si se compara con las expectativas,  estos datos no hacen más que reforzar el no éxito de la alianza.

Si desagregamos un poco este voto teniendo en cuenta las confluencias territoriales, se aprecia que medianamente han aguantado los resultados perdiendo muy poco (como el caso gallego, 1 escaño menos) o manteniendo la primera plaza (Cataluña), siendo en otras zonas del país, donde iba solo con IU, en las que la pérdida ha sido mayor (más de dos puntos y medio y cerca de 1 millón de votos). Y si lo analizamos por el voto urbano/rural y las grandes capitales se aprecia como las distancias entre el PSOE y Podemos se han atenuado en los espacios urbanos, dándose en algunos casos lo que Raul Sánchez y otros han denominado como el “sorpasso a la inversa”, incluyendo en ello la pérdida de votos en los “municipios del cambio”7. Aspecto a retener por su relevancia para la distribución del voto y la posible valoración de su gestión pública8.

En definitiva, se mire por donde se mire, desde el punto de vista electoral la marca Unidos Podemos ni siquiera se ha acercado al sorpasso, por lo que se puede decir que son unos resultados muy alejados de las expectativas. Esto no quita para señalar que si levantamos la vista y miramos a dos años atrás, el resultado sí muestra una validez significativa y cierta consolidación para una fuerza emergente9. Pero eso no era lo que estaba en juego en estas elecciones.

Si bien los datos y las conclusiones de los mismos dejan pocas dudas, sí es preciso reconocer que las explicaciones posibles no son sencillas de dar, sobre todo porque ni los del PP, y menos aun los de UP, eran resultados esperados. Aunque es pronto para poder decir algo con alguna certeza, pues se requiere de más tiempo e información para ello, sí que se pueden avanzar algunas hipótesis de trabajo que ayuden a explicarlos. De todos los resultados existentes, que son muchos, solo me voy a detener en el PP, el PSOE y UP, siendo consciente que se dejan cosas en el tintero; y aun así lo que diga sucintamente sobre estos tres también hay que tomarlo con toda la cautela del mundo y no abarcará toda la complejidad de unas elecciones tan singulares como las del 26J.

La polarización y el voto útil: el PP ha salido ganando

Al comienzo de este artículo hablaba de la polarización de la campaña. El PP ha sabido llevar a su terreno esta polarización activando un marco de referencia que ha sido crucial para su éxito y, tal vez, para el no éxito de otros. El valor en el que se ha centrado ha sido el de la seguridad, que ha actuado como motor de enganche en todo su discurso (ramplón, pero eficaz electoralmente hablando), de tal modo que ha situado las distintas escalas en juego (moderación - viejo – centro derecha) dentro de ese marco, con la capacidad para que el voto útil se vaya a dicha formación10. Esto explica su victoria y subida electoral y también ayuda a entender la caída de C's que, aun haciendo una campaña muy combativa, no ha podido parar ese movimiento característico del voto conservador. Su flanco débil era la corrupción11, y de ahí que C's insistiera en ello, pero ha pesado más la idea de la seguridad que daba votar al PP frente a otros posibles experimentos, tanto a derecha como a izquierda. En este sentido es preciso reconocer que llevan desplegando este discurso no solo en los 15 días de la campaña, sino desde el mismo día 21 de diciembre, si no antes. Un hecho que refleja una continuidad en su discurso -lo que le da y le permite actuar sobre cierto fondo o subsuelo político- y, a la par, un conocimiento alto de su electorado, que es quien al fin y al cabo les va a votar. El PP ha sabido exprimir al máximo sus fortalezas y esconder sus debilidades, no haciendo una campaña netamente presidencialista -no tiene candidato para ello- y muy centrada en la marca.

Subsuelo y epidermis: los límites de Unidos Podemos

Por su parte, UP no ha sido capaz de aprovecharse de esa polarización porque probablemente en el polo de la izquierda era menor de la que parecía. Esa polarización ha estado apoyada en las encuestas, las cuales desde el mismo día que la nueva formación nació ya daban o auguraban un sorpasso en votos, lo que hizo que se jugara con esa realidad como si fuera casi un hecho12. Sin embargo, como ya se ha dicho, las urnas no lo han reflejado ni de lejos. ¿Y por qué ha sido así? Seguramente de todas las preguntas que nos podamos hacer las que afectan a UP sean las más difíciles de responder; de ahí que lo dicho sea y solo pueda ser una hipótesis que requiere de confirmación posterior.

Los factores que explican este descuadre entre las expectativas generadas por las encuestas y la realidad son múltiples y variados, siendo difícil destacar solo uno. Entre estos se pueden señalar: la falta de historia de la “nueva marca”, la volatilidad de los partidos nuevos, la no fidelidad del voto IU, la desmovilización electoral13, u otros factores como el Brexit. De estos factores más coyunturales, probablemente, el más delicado de todos sea la ausencia de referencia electoral para con UP, de tal modo que a una nueva marca como es UP se le ha aplicado un recuerdo de voto, y se ha hecho su "histórico", sumando o viendo el apoyo dado o manifestado a ambas formaciones políticas por separado como si el producto final fuera igual a su suma, cuando, como tal, no había un recuerdo de UP. Si nos fijamos en la intención directa de voto a UP y el voto conseguido en las urnas, en la mayoría de los casos, hay una media de algo más de dos puntos de diferencia (cosa que no es así ni en el PSOE ni en el PP, ni es lo normal)14. Esta peculiaridad nos habla de la dificultad para conocer dicho dato (y todo ello en un contexto muy novedoso). El problema estuvo en que casi todo el mundo lo dio por válido y empezó a operar sobre la realidad15.

Del mismo modo, se detectan ciertos elementos cualitativos a tener en cuenta como, por ejemplo, el efecto “ilusionante” que acompañaba al voto de la “unidad de la izquierda”, que hacía que el votante de UP estuviera ya muy movilizado, aun en las encuestas. Un efecto distorsionador de la realidad, ya que esto solo afectaba a la epidermis de la sociedad, sin haber calado ampliamente en la misma: estaba entre los “fijos” de UP16, pero no así entre los demás que se guardaban sus inclinaciones de voto, como tampoco estaba por igual en todo el votante de UP17. Hablamos de factores cualitativos que difícilmente una encuesta puede detectar y más en tiempos políticos tan intensos como los actuales.

Tirando de este hilo voy a plantear tres elementos a considerar.

Por un lado, el ya señalado marco de interpretación que realmente ha funcionado (no sólo en la campaña sino en todo estos meses), que se centraba en la contraposición entre el valor de la seguridad -el cual a su vez beneficia al PP, pero también al PSOE- versus inseguridad (que perjudica a los nuevos partidos).

Por otro lado, es preciso ampliar el foco y ver el subsuelo o trasfondo real sobre el que operaba el voto y la campaña electoral. Es cierto que desde el punto de vista de la campaña, UP la ha dominado de cabo a rabo y ha hecho una buena campaña. Pero la campaña no siempre ha sido igual de bien ejecutada18 y, además, no ha sido capaz de corregir el “nicho social” sobre el que de verdad estaba influyendo19. En el subsuelo electoral de una parte de votantes de UP ha pesado mucho lo ocurrido antes de la campaña y la fijación que eso ha tenido en el voto (o mejor dicho en el no voto: la dinámica de ciertos sectores de Podemos ha llevado a fijar un no voto hacia dicha formación). Destaco los tres hechos más significativos que caracterizan a ese subsuelo: la mala gestión de la investidura fallida20, el rechazo social que produce -o la imagen deteriorada que tiene21- el liderazgo de Pablo Iglesias y las contradicciones en su discurso -donde un día se era comunista y otro socialdemócrata o de joven lo uno y de mayor lo otro-22; factores cruciales que no han sido un buen caldo de cultivo para generar confianza, credibilidad ni certidumbre y, menos aun, para ilusionar y movilizar al electorado. Más bien al contrario. Y si a eso le sumamos el marco de análisis señalado más arriba, entonces, se podría decir que estos resultados no deberían ser sorpresa alguna, pues ambas cosas -el subsuelo señalado y el frame imperante- no casaban del todo. Más bien chirriaban. Y pretender así conseguir una mayoría social que te vote es casi imposible.

Y, por último, conviene recordar cómo se llevó a cabo la coalición. Su fragilidad era notoria: suponía un nuevo cambio de discurso y de identificación con la izquierda tradicional y con una modificación en la correlación de fuerzas interna23, implicaba juntar dos culturas políticas distintas en muy poco tiempo, con liderazgos cruzados24, con poca maduración interna y con reticencias en ambas partes25 y teniendo como atractivo un rédito electoral basado más en impulsos que en buenos estudios de campo. Los mimbres eran poco consistentes26. Todo lo cual generó más bien un espejismo producido por una ilusión (avalado por las encuestas) que, a la vez, dificultó ver el subsuelo y el marco de interpretación que realmente estaba funcionando y que dio por hecho lo que todavía no había ocurrido.

Si juntamos todo estos elementos igual se pueden encontrar razones más de fondo en el por qué de dichos resultados, así como en la dificultad para que se acertara en las predicciones. Con todo, lo dicho son y solo son hipótesis de trabajo, no más. Queda confirmarlas, que no es poco.

El PSOE, la marca y el voto identitario

El discurso político del PSOE ha tenido dos frentes -antes y durante la campaña-. Por un lado, ha estado obsesionado con Pablo Iglesias, planteando un discurso agresivo y de crítica muy poco constructivo y muy centrado en lo ocurrido en los meses anteriores. Como discurso político no es un buen ejemplo, pero igual les ha servido para reforzar lo señalado anteriormente en relación con la herencia dejada en este tiempo por parte de la formación morada. UP sabía que su frente más débil era su liderazgo, de ahí el interés del PSOE en no dejar de recordar que UP es Pablo Iglesias27. Esto explica la campaña coral que ha propuesto UP, aunque esta no ha conseguido atenuar su efecto negativo. No tienen las mismas repercusiones las vacilaciones y movimientos pendulares de Pablo Iglesias si UP hubiera estado destinada a jugar un papel en la oposición que si Pablo Iglesias era visto como un posible presidente de gobierno. Desde ese momento, la sensibilidad de la gente demócrata hacia lo que dice o hace es mucho mayor. Alguien que puede ser en breve presidente de gobierno no puede guardar silencio cuando un contrincante electoral, Rivera, le acusa que quiere salir del euro. La acusación de que no era una “persona de fiar” encontraba en cosas como estas un caldo de cultivo.  

Por otro lado, el PSOE ha hecho una campaña muy identitaria, centrada en la recuperación del orgullo del votante socialista que además se veía amenazado por el sorpasso28. Este segundo elemento ha sido un factor clave, pues ha permitido levantar cierto orgullo y salir a defender el lugar que ha ocupado el PSOE en nuestro sistema político, siendo el referente de la izquierda durante la transición y la consolidación de la democracia29

Estos dos factores no daban para forjar un proyecto atractivo, pero igual sí para hacer una política defensiva que tuviera como resultado eludir el problema – no menor para ellos- del sorpasso. Con todo, vuelven a ser hipótesis de trabajo que requieren de mayor tiempo y estudio para su confirmación.

Multipartidismo y la cuestión de la gobernabilidad

Nos encontramos con un sistema de partidos claramente multipartidista donde no es fácil determinar su fórmula concreta, aunque se podría hablar de un 1+2+130, más todo un conjunto de partidos de ámbito no estatal que siguen teniendo peso, algo inédito en nuestros sistemas de partidos. No obstante, la distancia entre el primero y los tres restantes es hoy mayor que hace seis meses en votos, porcentaje y escaños; y a la par se ha aumentado la distancia entre los dos segundos y el cuarto. En cuanto a los partidos de ámbito no estatal su estabilidad es notable, aunque haya habido algunos movimientos.

Todo parece indicar que tocará gestionar este multipartidismo en la legislatura que se inicia, de tal modo que no es probable, aunque nunca descartable, la repetición de unas terceras elecciones. Su duración dependerá de la estabilidad que se de a la hora de conformar gobierno, cuestión no sencilla.

Si nos atenemos a los números contantes y sonantes -que es lo fundamental en un sistema parlamentario- sí es cierto que a día de hoy la posibilidad de un gobierno del cambio está peor que hace 6 meses. De hecho hoy hay pocas, por no decir nulas, condiciones para ello. Por más vueltas que se le den a los escaños,  lo más probable es que haya un gobierno presidido por el PP.

Lo que no ha cambiado es que el PSOE sigue teniendo la llave de la gobernabilidad de este país. Pero con la correlación de fuerzas existentes, y salvo fracaso del PP, difícil es que haya movimientos hacia un gobierno alternativo al del PP. Por ahora todo parece indicar que el PSOE se irá a la oposición, quedando por ver cual es su voto final en la investidura y,  partir de ahí, se abrirá todo un proceso interno tedioso para esta nueva etapa.

C's no lo tiene sencillo ya que su órdago a Rajoy tiene hoy menos fuerza que antes del 26J, aunque es probable que de algún modo facilite el gobierno31. Y es evidente que UP votará en contra de un gobierno del PP, así como otros partidos de ámbito no estatal. Queda abierta así la “geometría variable” para conformar dicho gobierno, donde determinados votos a favor y el juego de las abstenciones puede ocupar un lugar no menor.
Pero ante la no formación de un gobierno del cambio o progresista, cabe hacerse la pregunta de cómo afectará esa frustración de las expectativas en la coalición UP que tanto apostó por ello. Y también como repercutirán los resultados y el quehacer parlamentario sobre su vida política interna.

Con todo, solo queda esperar acontecimientos pues si algo nos ha enseñado la actual política institucional es su imprevisibilidad. El tiempo dirá, aunque este no pasará en vano.


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Quisiera agradecer a Javier Álvarez Dorronsoro, Eugenio del Río y Federico Barcelona los comentarios hechos a este texto.

1 Ejemplos de ello ha sido los excelentes vídeos hechos en campaña. Ver, entre otros,  https://www.youtube.com/watch?v=JPFLH8GL2l0 o https://www.youtube.com/watch?v=X7suUnru4WI.

2 Ya desde mayo Mariano Rajoy insistía en la importancia de una “España moderada” -incluyendo al propio PP- frente a los extremos. Ver http://www.elmundo.es/espana/2016/05/09/57303957ca474136088b45e9.html

3 Todas las comparaciones de este artículo, salvo que se diga lo contrario, se hacen con los resultados del 20D de 2015. Para los datos de las elecciones de junio de 2016 y de las de diciembre de 2015, véanse http://resultadosgenerales2015.interior.es/congreso/#/ES201512-CON-ES/ES y http://resultados2016.infoelecciones.es/99CO/DCO99999TO.htm?lang=es.

4 Que de los cuatro grandes partidos estatales hayan sido C's y el PSOE quienes hayan perdido escaños indica que la propuesta de gobierno firmada por ambos no ha tenido un respaldo electoral.

5 En un articulo junto a Eugenio del Río y Javier Álvarez Dorronsoro ya advertíamos de este posible peligro. Ver Javier Álvarez Dorronsoro, Fernando Fdez-Llebrez y Eugenio del Río, “La relación PSOE-Podemos en el proceso de investidura”, en http://www.pensamientocritico.org/javalv20416.htm

6 Para una evolución gráfica de ello, véase Anabel Díez y José Marcos, “El PSOE consigue detener el “sorpasso” de Podemos”, El País, 27 de junio de 2016, p. 26.

7 Para un análisis más detallado sobre esto véase Juan Luis Sánchez, Belén Picazo y Raul Sánchez, “Siete gráficos para entender que ha pasado en Unidos Podemos en el 26J” en http://www.eldiario.es/politica/graficos-entender-mejor-pasado-podemos_0_531247643.html.

8 También sería de interés ver el voto por edades, pero a día de hoy no dispongo de esos datos.

9 Sería necesario, y tiempo habrá, para hacer un recorrido por aquello que la experiencia Podemos ha aportado de positivo a nuestra democracia.

10 En este sentido, cabe pensar que las previsiones de las encuestas también han influido en este voto útil al PP, y más teniendo en cuenta la asimetría de apoyos existentes entre el PP y C's, cosa que lo facilitaba.

11 Es preciso preguntarse cómo es que la corrupción no le ha pasado factura al PP. Cabe pensar que, probablemente, gran parte de ese descuento -a todas luces insuficientes y más con los recientes casos conocidos- ya se diera en las elecciones del 20D, que es cuando el PP sufre una notoria caída (para esta interpretación ver https://www.youtube.com/watch?list=PLVUa6TIGm-qMvBQoh-KQWbkcR0cKuR4wr&v=9ZIqkrPKS3s&app =desktop). De hecho, el PP hizo la campaña sobre el supuesto -tras llevar a cabo estudios cuantitativos y cualitativos- que el coste por este motivo ya estaba electoralmente amortizado ( ver http://www.eldiario.es/politica/PP-corrupcion-coste_electoral_0_527048057.html).

12 Ver, por ejemplo, Rafa de Miguel, “La coalición Podemos-IU desplaza al PSOE de la segunda posición”, en http://politica.elpais.com/politica/2016/05/21/actualidad/1463855880_123120.html

13 En esta cuestión una pregunta clave es qué elector de UP se quedó en casa: ¿el de Podemos o el de IU? Probablemente haya afectado a ambos lados, pero todavía es pronto para determinar dicha cuestión.

14 Para este dato tómese de muestra la encuesta preelectoral del CIS (http://datos.cis.es/pdf/Es3141mar_A.pdf) y las de Metroscopia (http://metroscopia.org/mas-que-ganar-es-ser-necesario/), dos de las más serias de este país.

15 Para algunos efectos de estas encuestas sobre los resultados, así como para una explicación más general, véase Ignacio Escolar “Por qué fracasó el sorpasso”, en http://www.eldiario.es/escolar/fracaso-sorpasso_6_531656854.html. En este sentido, cabe pensar que, por ejemplo, la campaña de UP se pensó partiendo de esta “realidad” demoscópica, que eran los datos que había.

16 En este sentido se puede hablar que lo que hubo fue la “ilusión de los convencidos”.

17 Ver Ignacio Sanchez-Cuenca, “La caída de Podemos y el efecto IU”, en http://www.infolibre.es/noticias/opinion/2016/06/28/la_caida_podemos_51785_1023.html

18 De esto son un ejemplo paradigmático las declaraciones de Diego Cañamero afirmando que “los socialistas han pegado tiros y han matado a gente” (en http://www.eldiario.es/andalucia/Diego-Canamero-PSOE-utilizado-gente_0_529847493.html). Algo parecido ocurrió con las declaraciones de Juan Carlos Monedero sobre los jueces, pese a su rectificación posterior (en http://politica.elpais.com/politica/2016/06/17/actualidad/1466160180_743142.html).

19 Bien es cierto que en 15 días no es sencillo remover cuestiones de esta índole.

20 Para esto, ver Fernando Fdez-Llebrez, “El camino hacia una coalición electoral entre Podemos e IU tras el 20D”, en http://www.pensamientocritico.org/ferfer0516.pdf y Álvarez Dorronsoro, Fdez-Llebrez y Del Río, op cit.

21 Para esta cuestión véase Escolar, op. cit.

22 En este sentido no han ayudado nada algunos estridentes discursos como el de fin de campaña de Pablo Iglesias (en https://www.youtube.com/watch?v=maDcanZNeng) o el del día mismo de las elecciones del propio Iglesias y también de Rafael Mayoral (https://www.youtube.com/watch?v=QLmBGQAb5hI).

23 Al papel jugado en campaña, y sus problemas, por Mayoral o Irene Montero se ha referido Escolar, op. cit..

24 Cayo Lara en su despedida como Coordinador de IU (junio de 2016), se dirigía a Alberto Garzón con las siguientes palabras: “me va a costar votar en estas elecciones , pero voy a votar , votaré el día 26 como si fueras tu quién encabezara la lista de Madrid” (en http://cadenaser.com/ser/2016/06/04/politica/1465034805_522693.html).

25 A este respecto los datos de Sánchez-Cuenca son elocuentes (ver Sánchez-Cuenca, op. cit.).

26 Para esta cuestión véanse de Fernando Fdez-Llebrez, “A vueltas con las candidaturas unitarias y el cambio electoral” (julio de 2015, en http://www.pensamientocritico.org/ferlle0715.pdf) y “El camino hacia una coalición electoral entre Podemos e IU tras el 20D”, op. cit. (mayo de 2016).

27 Y sin olvidarse de su alianza con la izquierda tradicional.

28 Las constantes referencias de Pablo Iglesias a la socialdemocracia o a líderes del PSOE y a sus hipotéticos malos resultados han podido ser un boomerang que ha reactivado al herido en su propio orgullo.

29 Y cabe pensar como hipótesis que no solo ha activado a votantes del PSOE, sino también a algunos de IU.

30 Las posiciones de los partidos según estos números serían. 1 (PP), 2 (PSOE y UP) y 1 (C's).

31 A este respecto ver Juan José Mateo “Los fundadores de Ciudadanos se oponen al veto de Rivera a Rajoy”, en http://politica.elpais.com/politica/2016/06/28/actualidad/1467134140_252058.html.