Francisco Castejón
El incendio de neumáticos en Seseña
o el fin de la magia

(Página Abierta, 244, mayo-junio de 2016).

Cada vez que depositamos la basura en un contenedor en la puerta de la calle se produce un sorprendente milagro: la basura desaparece como por arte de magia. Podemos, por tanto, seguir generando basura puesto que cada día, con toda certeza, desaparecerá de nuestras vidas. Cuando cambiamos los neumáticos del coche para aumentar nuestra seguridad, pagamos la irrisoria cantidad de 1,33 € por neumático viejo y estos desaparecen también, no nos los tenemos que llevar ni ocuparán espacio en el salón de nuestras casas. Lo mismo ocurre con las baterías, las pilas, las bombillas, etc.: ponemos unas nuevas y las usadas desaparecen. Estamos llevando una forma de vida rodeada de estos trucos de magia, dignos del mejor prestidigitador, que apartan los desechos de nuestro lado.

El incendio del vertedero de neumáticos de Seseña (Toledo), que resultaba ser el más grande al aire libre de Europa, nos muestra que no hay tales milagros. Nuestros desechos no desaparecen, solo cambian de lugar desde el entorno de nuestras vidas a vertederos controlados o descontrolados, o a incineradoras. Solo una fracción acaba reciclándose correctamente. El caso de los neumáticos usados no es una excepción, puesto que en demasiadas ocasiones acaban en vertederos como el de Seseña.

El reciclaje de neumáticos

Existe un consenso en que los neumáticos de un coche deben cambiarse cada 30.000 km aproximadamente para garantizar la seguridad de los viajeros. Por este cambio necesario, el consumo de neumáticos en España alcanza la friolera de 300.000 al año, que, obviamente, no desaparecen.

Hasta 2006 era legal en España depositarlos en los vertederos de basuras ordinarias, junto con los residuos sólidos urbanos. En 1999 se elabora la Directiva Europea 1999/31/CE que regula la gestión de los neumáticos usados. En 2001 se emite en España el Real Decreto 1481/2001, de 27 de diciembre, en el que se prohíbe arrojar en vertederos de residuos sólidos urbanos neumáticos enteros desde el 16 de julio de 2003, y también el vertido de neumáticos troceados a partir de julio de 2006, con la excepción de ruedas de bicicleta.

Se supone que a partir de esa fecha los neumáticos deberían reciclarse. Existió de hecho un II Plan de Neumáticos Usados, vigente entre 2007 y 2015, que contempla la gestión de estos desechos. En él se especifica la reducción del volumen de neumáticos a gestionar mediante técnicas del alargamiento de vida (8%), el recauchutado de los usados (20%), el uso para fabricar asfaltos (45%), otros usos industriales (10%) y la incineración (10%). El 100% del acero de los neumáticos desechados se debe reciclar. La existencia de una docena de vertederos al aire libre como el de Seseña nos muestra el poco éxito de dicho plan.

Existen varios métodos para el reciclado de neumáticos usados y la destrucción de sus componentes peligrosos: termólisis (calentar en ausencia de oxígeno), que permite aprovechar los materiales útiles; pirolisis para degradar el caucho con la obtención de gas y de aceites para uso industrial; incineración, que es un proceso contaminante que puede ser usado como fuente de energía; trituración mecánica, que permite generar productos de alta calidad y constituye el paso previo a otros métodos de recuperación.

El resultado del reciclado incompleto es que se van acumulando ruedas usadas en vertederos al aire libre, que crecen en extensión y ocupan espacios preciosos, con el consiguiente riesgo de combustión. Aparte del de Seseña, es conocido el de Fuerteventura, una isla del alto valor ecológico.

El caso de Seseña

La historia del vertedero empieza en 1999, cuando la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, entonces bajo el gobierno del PSOE, da permiso a la empresa Disfilt S. A. para reciclar neumáticos, habilitándose un vertedero al lado del pueblo de Seseña, término municipal que luego se hizo famoso por ser el ejemplo de la locura constructura española en los años 2000.

Las cosas empiezan a ir mal ya en junio de 2001, cuando la Guardia Civil de Illescas denuncia a la empresa por vertido incontrolado. El 28 de abril de 2003, Disfilt recibe la licencia municipal del Ayuntamiento de Seseña (entonces gobernado por el PSOE) para el reciclado de neumáticos. Pero, el 4 de abril de 2005, la Delegación Provincial de Medio Ambiente comunica al consistorio la orden de paralización de la actividad por la mala gestión de la empresa.

Y es el 13 de septiembre de 2005 cuando la Consejería de Medio Ambiente sanciona a Disfilt con 60.102 euros y suspende la entrada de neumáticos en las instalaciones de la empresa por infracción muy grave de la Ley de Evaluación de Impacto Ambiental. El administrador de la empresa, Victorino Villadangos, es condenado por delito contra el medio ambiente en diciembre de 2008 y todavía se encuentra en busca y captura. El vertedero está al aire libre y recibe ilegalmente vertidos de neumáticos vertidos durante estos años.
Será ya el 25 de abril de 2011 cuando una sentencia de un juzgado de Illescas considere los neumáticos bienes abandonados y de permiso al Ayuntamiento de Seseña para disponer de ellos, en una muestra de la proverbial lentitud de la justicia española.

Así que dicho Ayuntamiento, en septiembre de 2012, cuando estaba gobernado por el PP, firma un “preacuerdo de intenciones” con la empresa senegalesa Gie Reboot Corporation. Se trataba de una empresa sin ninguna experiencia en la gestión de residuos, cuyo fin parecía meramente especulativo. Y el 19 de julio de 2013, el consistorio negocia un convenio con la empresa valenciana (¿será mera casualidad?) Desechos y Gestión de Ruedas Iberia para su reciclado, haciéndose cargo de los neumáticos situados en las parcelas 44 y 45.

Ambos convenios fueron aireados por el Ayuntamiento para prometer trabajo a los vecinos y atraer más habitantes a Seseña. Esta última empresa solo llegó a tratar 4.000 Tm de ruedas, antes de rescindir el convenio en febrero de 2016.

Por otro lado, los portavoces de la empresa madrileña Grupo Soltécnica Renovables se quejaron públicamente de cómo se había otorgado el contrato a Desechos y Gestión de Ruedas Iberia. Y han afirmado ahora que el valor económico de lo quemado asciende a unos 80 millones de euros. Esta empresa hizo una oferta en firme al Ayuntamiento de Seseña para eliminar los neumáticos que había en el vertedero en dos años, construyendo una planta de reciclaje en el municipio y creando 47 empleos.

Finalmente, nos encontramos con un vertedero que ocupa unos 117.000 metros cuadrados, de los cuales unos 22.000 están en la Comunidad de Madrid y el resto en Castilla la Mancha. En este vertedero se hallarían unos cinco millones de neumáticos, con un peso de aproximadamente 80.000 toneladas, acumulados desde 2002. Sin embargo, es muy difícil tener certeza de estas cifras, puesto que el carácter ilegal y descontrolado del vertedero ha permitido numerosos vertidos clandestinos, lo que hace posible que la cantidad total almacenada en el vertedero superara las 100.000 toneladas.

Ante la parálisis de las administraciones, local, autonómica y estatal, la Comisión Europea abrió el 28 de abril un expediente a España en el que solicitaba información sobre el vertedero ilegal de Seseña, ya que podría incumplir la Directiva 7.

El incendio y la nube tóxica

El incendio empieza dos semanas después, el viernes 13 de mayo y ya no hay ninguna duda de que fue provocado. Los bomberos detectaron un acelerante del fuego similar a la gasolina y encontraron tres focos. No tenemos más indicios de quién es el responsable último del fuego, pero se puede ver un transfondo político. Es un caso para Hércules Poirot: ¿a quién le interesa más este incendio? ¿Quién puede atizar políticamente a sus adversarios? En la lucha contra el fuego parece que se han rescatado unas 30.000 Tm de neumáticos que aún podrían ser tratados.

La Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha asegura que ya estaba elaborando un plan para retirar las ruedas usadas, reciclar el acero y convertirlas en fuel, que se usaría para climatizar los edificios oficiales. Sería la empresa pública EMGRISA la encargada de tales operaciones. La alternativa a esto, que sería la incineración en cementeras, propuesta por la Comunidad de Madrid, es desaconsejable, puesto que no sería sino trasladar la contaminación de lugar.

El incendio fue creciendo a lo largo de ese día, produciendo una enorme nube de humo tóxico que provocó la evacuación de más de 7.000 personas de la urbanización de El Quiñón, fabricada por “Paco el Pocero”, la más próxima al vertedero. Son los ciudadanos de Seseña los que más están sufriendo las consecuencias del incendio, que aún continua dos semanas después de haber empezado.

Tras esa evacuación, se permitió volver a las viviendas con las recomendaciones de no abrir las ventanas, salir a la calle con mascarilla y evitar que los niños fueran a la escuela. Los vecinos reclaman, con toda la razón, información sobre las posibles consecuencias y sobre cuánto tiempo va a durar la pesadilla. 

La quema de los neumáticos produce numerosos gases, compuestos aromáticos y hollines altamente cancerígenos. También libera otros compuestos, como el zinc (particularmente tóxico para la fauna acuática), que se disuelven en agua y pueden pasar a la cadena alimenticia con mucha facilidad. Ecologistas en Acción calcula que la contaminación liberada en la quema del vertedero de Seseña equivale a toda la emitida en un año en Madrid.

Los efectos sobre la salud a corto plazo son la irritación de las vías respiratorias, que podrían dar lugar en casos graves a una insuficiencia respiratoria severa y a la inflamación pulmonar que derive en algún tipo de neumonía. A largo plazo pueden quedar secuelas en el pulmón y generar distintos tipos de cánceres. Estos efectos dependerán finalmente de la concentración de sustancias tóxicas respiradas, que a su vez depende de la lluvia y del viento. Las autoridades han repetido que los niveles no eran peligrosos, pero es de esperar que las personas más vulnerables sí sufran las consecuencias en el futuro.

Además está el impacto ambiental localizado en el territorio: será necesario retirar los compuestos quemados del suelo y restaurar el entorno en la medida de lo posible.

Conclusiones

El incendio de Seseña nos muestra un compendio de los males de la política ambiental española y de la crisis española. La sensación de impunidad por parte de los infractores se basa en la baja prioridad en las administraciones para resolver el problema y la lentitud de la justicia. La nula coordinación entre las administraciones: en este caso, el Ayuntamiento de Seseña, las Consejerías de Medio Ambiente de Castilla-La Mancha y Madrid y el Ministerio de Medio Ambiente.

El hecho de que todo ocurra en el término municipal de Seseña no es casualidad, puesto que responde al intento de dar sentido a esa urbanización y a una gestión “aventurera” por parte del Ayuntamiento.

Nos encontramos ante otro caso de privatizar ganancias y socializar pérdidas, puesto que son las administraciones las que se tienen que enfrentar a este desaguisado y han sido las empresas de reciclado las que están cobrando las tasas establecidas. De hecho, la Unión de Talleres se quejó de que ellos satisfacen las tasas, que cobran a su vez a los usuarios, pero que no tienen control sobre las acciones de las empresas de reciclado.

Al final, lo que nació como una pequeña instalación de reciclaje, que solo necesitaba licencia municipal, se ha transformado, por dejadez, en una auténtica catástrofe ambiental de ámbito estatal, puesto que afecta a dos comunidades autónomas. Lo sucedido debería arrojar algunas lecciones en este sentido para ver cómo se reciclan los neumáticos usados en España, buscar las irregularidades en la gestión de neumáticos y mejorar la coordinación.

Un problema de fondo es que el reciclado de las ruedas usadas no es rentable, a pesar de la utilidad que tienen los productos obtenidos: por un lado aceros y por otro rellenos de césped artificial, suelos de seguridad y parques infantiles, asfaltos que no se agrietan ni desgastan ruedas, pistas de atletismo, pavimentación de rotondas, suelas de calzado, pantallas acústicas, construcción de taludes… El motivo de esta baja rentabilidad es que la Administración no ha impulsado el uso de los materiales reciclados, puesto que muchas de estas aplicaciones requieren una inversión pública. Las empresas constructoras, que serían usuarias de estos productos, tampoco se han movido para innovar y usarlos.

Para terminar, me temo que en éste, como en otros casos, a los ecologistas no nos queda más remedio que pedir una reducción del consumo. El problema es dar abasto con la enorme cantidad de neumáticos que se producen. No queda otra que reducir al máximo la producción de este desecho, lo que implica, una vez más, usar lo menos posible el coche privado, que es el principal generador de neumáticos, y más el transporte público.