Blog del autor, 26 de noviembre de 2023.
Massimo Teodori cierra su clásica trilogía sobre Las nuevas izquierdas europeas (1956-1976) (Blume, 1978; traducción de Diorki) con esta reflexión:
“¿Cuál ha sido por tanto el significado de todos estos nuevos movimientos durante vente años?”
En primer lugar hay que reconocerles el mérito de haber reintroducido en la política el elemento subjetivo como una de las componentes necesarias de cualquier proceso de cambio. La nueva izquierda surgió cuando en Europa occidental y en Norteamérica las teorías sobre el ‘final de las ideologías’ y la ‘despolitización de la sociedad’ amenazaban con con convertirse en la ideología dominante, amenazando con extenderse incluso a las propias izquierdas. Los movimientos surgidos entre 1958 y 1965 constituían una respuesta concreta que ya no partía exclusivamente de las vanguardias más politizadas, sino que, por el contrario, cada vez en mayor medida, de grupos y estratos más y más amplios que introducían en la sociedad un nuevo tipo de conflictividad. Otra de las aportaciones realizadas por la nueva izquierda, ya puesta de manifiesto durante la década posterior a 1956 y confirmada durante los años posteriores a 1968, ha sido el establecer con la evidencia de la praxis la inviabilidad del leninismo como teoría y método del proceso revolucionario. Ya no era la vanguardia del partido la que provocaba la toma de conciencia de la clase, sino que eran los propios movimientos los que se dotaban de una conciencia al margen de cualquier aparato institucionalizado.