Iñaki Urdanibia

El frío nórdico. Suecia en su novela negra
(Hika, 206zka. 2009ko Martxoa).

            Cuando se habla de los países nórdicos europeos, y más en concreto de Suecia, siempre se piensa en altas rubias, y rubios, una naturaleza desbordante, un nivel de vida extraordinario, por las nubes para los del más al sur, un estado social del bienestar que hace las delicias de los socialdemócratas que en el mundo son… cómo olvidarse de Volvo, Ericsson, Saab o Ikea.

            No me las daré de sueciólogo, ni tampoco de especialista en novela negra de tales lares nevados, ni de ningún otro, mas ciertas lecturas últimas, debidas a escritores de tales pagos, me han traído a la cabeza aquello de que en todos sitios cuecen habas, y en Suecia…, según el retrato de los escritores en cuestión, éste viene a subrayar que en el paraíso sueco también hay infierno, aunque esté congelado por los fríos glaciales. Tras la tranquilidad amable se esconden chanchullos empresariales, redes de prostitución, crímenes horrendos, mutilaciones, y una misoginia tremenda, y más en especial contra la homosexualidad (homo=igual) femenina, reflejada en los ambientes policiales y extendida a bombo y platillo por los escandalosos titulares de la prensa domesticada; todo ello con sobradas dosis de salsa amalgamadora que pone en la picota a cualquiera que se enfrente al status quo, a la satisfecha normalidad ante el mejor de los mundos posibles: todos pêle-mêle, rockeros, lesbianas, contubernios satánicos, militantes altermundialistas, etc., etc., etc.

            Si hacemos caso a la viuda de Stig Larsson (luego añadió una e a su nombre) -Eva Gabrielsson vivió treinta y dos años de su vida junto al escritor- hablando del éxito de Millennium : “es como con los alimentos. Hay ingredientes verdaderos, personas auténticas y acontecimientos reales en parte. Hay personas que Stieg y yo hemos frecuentado en nuestras vidas, entornos reales […] Los hechos y los crímenes apenas han sido exagerados. La respuesta está ahí. Todo es real, como en los productos biológicos. No se trata de una mezcla química con colorantes”. Por cierto, ella, que tanto tenía que ver –en las investigaciones y en la lucha con lo escrito y denunciado por su compañero, se ha quedado apartada de los derechos generados por la obra de éste, que van a caer a las manos de su hermano y del padre totalmente ajenos al mundo y al compromiso del escritor. Money is money, vamos que la pela es la pela en Suecia o en Sueca; eso sí, allá, al norte, en coronas, al sur en euros.

            Dejo de lado la última novela de Henning Mankell, El Chino, y no porque carezca de interés o porque no haya elementos de los que hablo: en un pueblito sueco aparecen diecinueve cadáveres, prácticamente toda la población de la localidad; los muertos han sido tratados de manera salvaje hasta el sacrilegio, si así se puede hablar. También se ve en el despliegue del libro a otros horizontes críticas a la explotación capitalista -incluidos secuestro y esclavitud- y al neocolonialismo socialista chino en tierras africanas, así como otros sucios bajos fondos, que son criticados explícitamente por el escritor. Los personajes del Mankell no están domiciliados en el paraíso, sino más bien en un precario valle de lágrimas. Su lectura hace que un intenso frío recorra la espalda de quien se acerque a ella. El compromiso del escritor es inequívoco, su postura crítica y rebelde también.

            Lo mismo puede decirse del otro autor visitado, Stieg Larsson, en quien me voy a centrar más pues, si se quiere, su mirada es más exhaustiva (casi sistemática me atrevería a afirmar), su obra más extensa (no digo en número de libros sino en la escrutadora mirada y omniabarcadora), además de que su éxito ha dejado boquiabierto a todo quisque, aquí y en Pernambuco, haciendo que cantidad de gente ajena al uso de esa cosa llamada libro se haya acercado a ella y se haya quedado poco menos que colgada y a falta de más. ¿Tras los tres manuscritos que componen la obra y que el escritor entregase días antes de fallecer a su editor, habrá un cuarto? (motivo del contencioso entre la compañera del escritor desaparecido, Eva Gabrielsson, y su familia, su hermano y su padre, Joakim y Erland Larsson).

            Parece que la ficción toma el papel de hacer más comprensible la realidad; es como si en la actividad de estos escritores se viese confirmada la afirmación de Jacques Rancière de que la realidad ha de ser ficcionada para ser pensada comme il faut. Desde luego, ninguno de estos dos escritores suecos se hace el sueco.

STIEG LARSSON

            ¿Quién es este escritor desconocido que se presenta ante el editor Norstedts con un manuscrito triple de más de dos mil páginas -por cierto, otra editorial había rechazado, sin tocarlo en la práctica, el manuscrito del primer volumen-, y que, tras entregarlo, fallece a sus cincuenta años, y que tras ser editada su primera obra logra semejante éxito? Un escritor que afirma, para más INRI, que lo difícil no es escribir libros tan voluminosos sino un reportaje de cinco mil caracteres en el que has de guardar absoluta fidelidad con lo visto, con lo vivido; y lo serio es que no lo dice en broma, sino de verdad.

            Karl-Erland Stieg Larsson nació un 15 de agosto de 1954 en el pueblo de Skelleftehamn, en la provincia, del norte de Suecia, de Västerbotten. La familia, debido a una enfermedad laboral (la verde Escandinavia) del padre, hubo de cambiar de aires y trasladarse a Estocolmo. El futuro escritor tenía entonces un añito, y debido al estado de precariedad de la familia dejaron al pequeño con los abuelos, no llegando a conocer a sus padres ni a su hermano hasta la edad de nueve años, cuando la familia volvió a juntarse tras la muerte de los abuelos. El interés por el dibujo le vino de su padre, que en aquellos momentos trabajaba como grafista; el de contar historias, de su madre -según refiere el hermano del escritor, tres años menor que aquél- y quizá -y digo quizá, ya que, versiones contradictorias, haylas- su posicionamiento netamente de izquierdas le fue contagiado por su abuelo, quien algunas versiones situaban encerrado en un campo de concentración sueco en tiempos de la segunda guerra mundial, y en la guerra contra la filosoviética Finlandia, debido a ser de quienes formaban parte del peligro para la patria, por militar en las filas del comunismo. No ha obviarse, en honor a la verdad, que sus padres siempre fomentaron los gustos culturales de sus hijos, los de Stieg en particular: a los catorce años le compraron una flamante máquina de escribir que sacaba de quicio a los vecinos por el incesante repiqueteo nocturno del aparato tecleado por el muchacho…

            Sin excederme por los vericuetos biográficos, que dan para mucho sin duda, sus andanzas africanas junto al Frente de Liberación de Eritrea, asesorando a unas jóvenes guerrilleras, o su detención en la patria de Idi Amin, o el periplo caribeño (Grenada), etc., el caso es que de todo el mundo era sabido que las posturas del autor de Millennium se situaban en los círculos del comunismo revolucionario (Partido Comunista de los Trabajadores, de filiación trotskista), de combate radical contra la extrema derecha, y contra sus lacayos en los terrenos burocráticos-estatales, policiales, o de los mass media; haciendo gala siempre de un compromiso decidido contra el racismo, y sus derivaciones empresariales e institucionales, utilizando para ello su habilidad probada en el terreno de la informática.

            En su trabajo de periodista, su voz siempre fue la de la atrevida denuncia de todo aquello que oliese a podrido en Suecia, y allá donde fuese… y hasta contra los peligros que ello suponía, cosa que él conocía bien por las amenazas de muerte recibidas, los insultos, etc. (a raíz de la investigación del asesinato de un cartero y sindicalista perpetrado por neonazis, se encontraron en posesión de éstos varias fotos de pasaporte de Larsson y de su compañera, entre otras); a pesar de esto -como digo, o precisamente por ello- se atrevió a sacar un manual para uso de periodistas comprometidos. Sobrevivir al ultimátum. Manual para uso de periodistas amenazados de muerte (Överleva deadline -han mudbok för mordhotade journalister, publicado en 2000 en la capital de su país). Este es el escritor que con su obra, única en el campo de la literatura, ha hecho saltar todas las cifras de ventas, ha creado una legión de seguidores y de lectores, a quienes su lectura ha provocado el mono de querer más. No cabe duda de que la escritura del sueco es de las que crea afición y adicción, reaviva el placer de leer; sus historias enganchan sin remedio y no son inocentes, sino que de todas meten el dedo en la llaga.

MILLENNIUM

            Desde que viesen la luz los tres volúmenes de la única obra del sueco Stieg Larsson  unidas bajo el nombre, con connotaciones religioso-apocalípticas, de Millennium- en la rentrée del año pasado (sí digo bien, en 2007) en el Hexágono -de otros países no hablo pues me pillan más lejos y no alcanzo- las librerías se llenaron con las tapas negras de la obra, y las listas de libros más vendidos se vieron copadas por las tres entregas de la obra del sueco. Ahora, tras más de un año en las librerías, el pulso de la obra se sigue manteniendo; así, miro en unas cuantas publicaciones semanales de Pirineos arriba y veo: en una, la de L´Express, los libros ocupan la quinta, sexta y séptima posición,-después de prácticamente sesenta semanas de permanencia, según indican-; en otra, la de Le Nouvel Observateur, están situados en cuarto, quinto y sexto lugar; por último, en la lista facilitada por la FNAC en colaboración con Le Point, están en el puesto séptimo, décimo y duodécimo. ¡Y no sigo!, pues nada añado que no sepa todo el mundo que se interese por los libros, de cerca o de lejos, al decir que la obra ha sido un sorpresivo éxito editorial en toda Europa, al menos.

            En el mercado hispano la cosa va despacio en lo que hace a su publicación, creando ansiedad: en junio de este año vio la luz la primera entrega; la segunda se ha adelantado en la fecha de publicación, y salió la semana última de noviembre; mientras que la tercera se anuncia para principios de junio del año que viene. Cosas del marketing de la empresa planetaria: el libro está funcionando bien, pero los de Lara -como todo dios, por otra parte- quieren más. Que la cosa marcha bien lo muestra que el libro va por la séptima edición, y que en una lista que tengo a mano, del suplemento cultural de un diario del grupo Vocento, está en el segundo lugar tras diecisiete semanas de permanencia en ella. Veo en La Vanguardia que figura en el número uno, tras veintitrés semanas de permanencia en tal puesto. Se habla, a día de hoy, de trescientos mil ejemplares vendidos del primer volumen.

            El libro ha logrado convertirse en lectura para lectores habituales y para gentes ajenas a tal actividad; entre los primeros, para amantes de diferentes géneros: intriga, serie negra, sexo, crónica social, y… hasta ciencia y sociología. Vamos allá.

CLOACAS EMPRESARIALES Y FASCISMO

            Las primeras páginas te meten inmediatamente hasta las cachas en harina: primero, la recepción de misteriosas flores enmarcadas por parte de un octogenario (Henryck Varner), tema que preocupa a un ex‑detective; asunto que, de pronto, cederá el paso al de un periodista (Mikael Blomkvist) de la revista Millennium (sin olvidar a la directora de ésta, Erika, mujer casada y amante del anterior, con el beneplácito de su marido), que es condenado por infamar a un empresario de éxito y de negocios turbios en los países del Este europeo, chanchullos sobre los que le ha alertado un amigo de colegio en un encuentro casual. Ya metidos en negocios empresariales, acto seguido somos introducidos en la actividad de una compañía de seguridad, que ha contratado como empleada a una verdadera lince (Lisbeth Salander), cuyo perfil, tanto aparente como de formación -del pasado mejor ni hablar (el segundo tomo la desnudará con detalle)- no parece casar con tan seria empresa ni pa flores; pero la joven resulta ser un verdadero sabueso de los que las huele de lejos, es una verdadera superdotada, y encima es currante hasta decir basta.

            La novela se va desplegando por nuevos, terrenos en especial desde que aparece en acción la joven recién mentada. Quien se acerque al libro se verá atrapado por la tela de araña -en paralelo, entre pufos empresariales y violencias varias- que el autor va tejiendo sin fisuras y con una tendencia abarcante -el escritor avanza con la potencia de una apisonadora- que hace que el lector se sienta interesado y como pisando tierra firme y territorio dominado, nunca se siente abandonado en territorio extraño; la confluencia de los diferentes personajes que asoman separadamente logra, por ende, un ensamblaje genialmente conseguido, del que es difícil sacudirse. Y que un libro te enganche al principio está bien, pero que te tenga agarrado sin descanso a lo largo de las páginas, que en este caso son numerosas, está más bien todavía. Podría decirse del escritor lo que él dice de uno de sus personajes: “era un excelente narrador, con una gran capacidad para mantener en vilo a su auditorio... y éste no tenía ni idea del rumbo que iba a tomar el relato”.

            A lo largo de todo este primer volumen dos heridas subyacen a lo narrado: por una parte, las citas del Levítico -uno de los libros del Antiguo Testamento-, que encabezan los capítulos y que marcan el tono apropiado para un país profundamente luterano, mientras que los lazos entre empresarios suecos con el nazismo alemán y sus sucursales del norte son desvelados, haciendo además coincidir varios de los patriarcas de la saga Varner con los perfiles personales de ciertos prohombres del fascismo sueco (Birger Furugard, Syen Olov Lindholm)… cuyos nombres son salpicados por Larsson, en las páginas de su novela, pronunciando lo impronunciable: la etapa negra -mejor marrón- que se pretende no remover para mantener la conciencia tranquila e impoluta la proverbial neutralidad sueca.

PERVERSOS FALÓCRATAS

            El primer volumen es un continuo conjugar del verbo investigar, pues todos son investigados: los negocios, quienes van a investigarlos, aquella que le investiga a éste, la desaparición de una sobrina-nieta (Harriet Varner) de un anciano empresario acaecida hace una cuarentena de años… todo es revisado en el tejido social de nuestro hoy, situado en Suecia; para lo que el autor no se anda por las nubes, sino que pisa tierra firme y los problemas candentes que la pueblan (el merdier empresarial, y sus lazos estrechos con la peste parda de los años de la segunda guerra mundial, los más y los menos de las relaciones familiares, el maltrato a las mujeres… el sadismo machista de algún empresario educado en la parafernalia fascista). En el segundo volumen -puesto en librería el 25 de noviembre- extiende el abanico de los problemas enfocados a la trata de mujeres provenientes del Este europeo para dedicarlas a la prostitución, y una recua de desalmados, gorilas descerebrados y siniestros personajes protegidos por la poderosa Säpo, la policía de seguridad.

            En esta segunda entrega, la joven variopinta, tras haber jugado un papel esencial en la investigación emprendida por el periodista, con quien se compenetra tanto que acaban formando pareja amorosa, se abre al Caribe (precisamente a Grenada) a airearse, tras haber pegado un pelotazo informático; el periodista sigue en la revista Millennium, cuya suerte ha variado a mucho mejor, se ve implicado en hurgar en las cloacas de la prostitución, debido a la oferta de una pareja de investigadores: ella realizando una tesis al respecto, él intentando exponer de manera periodística las mil y una tropelías que se cometen con las muchachas. Un par de crímenes, que cuesta relacionar con un tercero simultáneo, revuelven las aguas plácidas de todo quisque, pillando a nuestros personajes en medio del burullón; con la joven que “odia a los hombres que no aman a las mujeres” en el mismo centro del huracán.

            Si en la primera entrega la hacker ya le robaba la cartera del protagonismo investigador al periodista, en ésta se adueña de las páginas de manera absorbente con su curioso perfil humano (no es la primera vez que pasa en el género, y si no, que se lo pregunten al personaje de Conan Doyle, Sherlock Holmes… elemental mi querido Watson). La joven se va a convertir en el eje de las historias que hacen que la sociedad bienpensante (algunos medios de prensa y policías, sumados a ciertos técnicos de la galaxia psi) centren sus dardos envenenados en rockeros, lesbianas (rama anarcofeminista), grupos satánicos, locos, para exculpar a peces gordos -o no tan gordos- que forman parte del establishement. No decae este segundo volumen para nada. El escritor pone en marcha un tejido propio del mejor encaje de bolillos y por medio de carambolas, amagos despistantes que dan inesperados vuelcos a las sospechas iniciales, mantiene la tensión a lo largo de todo el libro.

            El escritor sueco, que falleció, a los cincuenta años de un infarto, al tiempo que entregaba a su editor la obra que ahora obtiene tan gran éxito, pisaba fuerte en los temas por los que avanzaba, y ahí estaba la escuela que habían supuesto los años de periodismo comprometido e investigación en primera línea de fuego; conocimiento al que añade un inequívoco compromiso ético y una rebeldía crítica sobresaliente. Se mueve su prosa dentro del mantenimiento de la quintaesencia del género negro (Raymond Chandler, Dashiel Hammet, Chester Himes…): denuncia social, visita a las cloacas policiales y otras para sacar a relucir los trapos guarros, investigadores que a veces rozan la marginalidad, alejados de la imagen de los superagentes, y que no se ciñen a las convenciones morales al uso, siendo al tiempo vulnerables y hasta antiheroícos. Aquí la protagonista es un ser asocial, con una infancia horrorosa, y con unas destacadas dotes para pillar las cosas al vuelo, para conservarlas en su mente con su extraordinaria memoria fotográfica, un monstruo en el campo de la informática y capaz de resolver ella solita, como quien se arrasca un grano, el teorema de Fermat; el personaje es una verdadera simbiosis entre loco (nerk) y ser asocial (nerd).

            En la obra queda expuesto con nitidez un firme espíritu antifascista, antirracista, feminista, y un grito de alerta contra las cloacas del capitalismo -tanto en lo referido a su sostén económico, como al institucional , policíaco/asistencial, e ideológico-, y también pone en guardia -con las investigaciones interneteras de Rally, que rozan la ciencia-ficción- de los peligros de esa red panóptica que puede invadir nuestra privacidad y hacer que seamos vistos por el omnipotente ojo del poder, o de los poderes. Y por encima de todo lo demás, un eje, un centro de gravedad: la lucha contra la opresión femenina, y como concentrado de todas las maldades con el género femenino cometidas: una chica cuya madre fue maltratada, ella y su hermana también, violada, y ni la policía ni los servicios sociales la escucharon jamás, sino que la excluyeron y la encerraron. Ella no se rinde sino que se enfrenta con fuerza, a pesar de su endeblez, a todos quienes han participado de un modo u otro en el Mal.

            Las mujeres juegan papeles esenciales en la obra de Larsson, no como seres pasivos, sino como activas amazonas que se alzan frente al arma masculina por excelencia: la violencia, expuesta en la obra en sus diferentes expresiones (baste con ver los datos estadísticos que abren algunos de los capítulos del primer tomo). Hasta podría verse cierto cambio en los roles atribuidos habitualmente a los hombres y las mujeres, como el mismo Stieg Larsson confirma: “he invertido conscientemente los roles de los sexos: Blomkvist se comporta regularmente como el estereotipo de bollicao, mientras que Lisbeth Salander está pertrechada de valores y de cualidades generalmente calificadas de masculinas.

            Ahora queda esperar a la aparición del tercer el tercer volumen, La reina en el palacio de las corrientes de aire, que es seguro que no le pasará como a María Sarmiento… sino que tendrá el peso suficiente como para dejar marcado a quien se acerque a él, como los reseñados.

            La literatura como modo de lucha, Stieg Larsson su artífice, y Millennium su profeta. Como dijese en certero retrato una antifascista periodista británica que conoció bien al Sueco: “éste era la encarnación del internacionalismo, con un éxito desigual en las luchas emprendidas, ya se trate de la lucha contra la guerra del Vietnam, o su apoyo al primer ministro de Grenada, Mauricio Bishop, cuyo gobierno socialita fue cruelmente destruido por las luchas intestinas, los crímenes y la invasión USA, o más tarde en esa vida entera de arduo y encarnizado trabajo, la orientación no varió: siempre contra el racismo, el antisemitismo, el fascismo y la discriminación de todo tipo, en particular la ejercida con las mujeres”. Y por si no queda suficientemente claro, dejémosle la palabra al mismo Stieg Larsson: “Todo el mundo debe luchar por una sociedad mejor. Nadie puede ser violado, nadie debe morir de hambre o de frío”

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Stieg Larsson. Los hombres que no amaban a las mujeres (Millennium I). Destino, 2008. 667 págs. / 22,50 €.
Stieg Larsson. La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (Millennium II). Destino, 2008. 751 páqs. / 22,50 €.
Henning Mankell. El chino. Tusquets, 2008. 480 págs. / 20 €.