Ion Arregi

Arsenales de armas de destrucción masiva
(Hika, 142zka. 2003ko martxoa)

"Las armas de destrucción masiva –nucleares, biológicas y químicas– en posesión de estados hostiles y de terroristas, representan uno de los mayores desafíos a la seguridad con los que se enfrenta Estados Unidos", así fue reformulada la nueva política norteamericana, empezando por la Revisión de la Postura Nuclear en enero y terminando con la Estrategia Nacional para Combatir a las Armas de Destrucción Masiva en diciembre.

Tras la euforia que siguió en Occidente al hundimiento de la Unión Soviética, la gente llegó a creer que el fin de la guerra fría significaba también el fin del riesgo nuclear. Hoy en día, desaparecido de manera total el antagonista de los Estados Unidos y, por tanto, el efecto de la disuasión, la fórmula norteamericana sería más o menos la siguiente: "si te opones a mí, aseguras tu destrucción", y "si no te sometes a mi voluntad, serás aniquilado".

Dado que la voluntad de ese país se ejerce en casi todos los rincones del mundo, la nueva doctrina estratégica que asegura la destrucción de cualquier resistencia a la voluntad de Washington puede interpretarse como la norma suprema y única de justicia universal. La guerra demoledora en cualquier instante, los ataques preventivos sin declaración de guerra o aviso previo, y sin causa comprobable alguna, alcanzarán de lleno a la población civil.

ARMAS NUCLEARES. EE.UU. es el país que dispone del mayor arsenal mundial de armas nucleares; sin embargo, lleva años incumpliendo el Tratado de No Proliferación Nuclear. Dicho tratado obliga a los países firmantes que no poseen armas nucleares a comprometerse a no adquirir o desarrollar estas armas, y a los países que poseen armas nucleares a eliminarlas. Estados Unidos, al igual que Gran Bretaña, Francia, Rusia y China, lleva tres décadas violando este compromiso. El planeta contiene la cifra aproximada de 35.600 cabezas nucleares, con un poder explosivo acumulado de unos 5.000 megatones (5.000.000.000 de toneladas de TNT)

Las armas nucleares o bacteriológicas tienen una curiosa dualidad para los líderes políticos y mediáticos de Occidente. En manos de países de menor solvencia moral que los Estados Unidos, son terribles amenazas para la humanidad, absolutamente intolerables, aunque su existencia se derive de mentiras deliberadamente fabricadas. La intolerancia en estos casos es tan extrema que puede justificar un millón doscientos mil muertos como en Irak. Sin embargo las armas de destrucción masiva pueden ser fabricadas para los arsenales de los Estados Unidos. Este país puede además anunciar su intención de usarlas tal como ha hecho con las pequeñas armas nucleares.

Son importantes los planes aprobados para la nuclearización de las guerras convencionales que realizarán los Estados Unidos. Ninguno de los instrumentos internacionales de limitación del peligro nuclear han sido respetados por Washington. La última violación flagrante de tratados se ha producido con el anuncio de que están dispuestos a utilizar pequeñas cargas nucleares en sus guerras cotidianas. Los Estados Unidos, y Gran Bretaña en palabras de Tony Blair, tal como lo hicieron en Hiroshima y Nagasaki, vuelven a estar dispuestos a utilizar la guerra nuclear, y otros instrumentos de destrucción masiva, en carne ajena.

ARMAS NUCLEARES DE BAJA POTENCIA. Estados Unidos está desarrollando nuevas armas nucleares que podrían ser usadas preventivamente en un conflicto convencional. La Administración Bush ha declarado que mantendrá un arsenal de alrededor de 10.000 armas nucleares. En la Conferencia de la revisión del TNP del año 2000, EEUU y otros países firmantes, acordaron 13 compromisos sobre desarme, empezando por la finalización de las pruebas de armas nucleares. El año pasado, la Administración Bush declaró que no acataría esos compromisos.

Las mini-bombas complementarían las armas nucleares de baja potencia o tácticas ya existentes. El término mini-bomba, se refiere a un arma nuclear de precisión con una potencia de 5 kilotones o menos. Los constructores de armas esperan lograr potencias muy inferiores –llegando a unas pocas decenas de toneladas –la bomba lanzada sobre Hiroshima tenía una potencia de 15 kilotones–. Sus partidarios esperan que serán capaces de destruir objetivos reforzados enterrados a profundidad tales como instalaciones de armas o bunkeres enterrados en rocas o montañas. Las mini-bombas atómicas propuestas son consideradas más utilizables por su relativamente pequeño poder explosivo. Por este motivo, harían más probable el uso de armamento nuclear. En lugar de arrasar toda una ciudad destruirían un barrio o dos. En lugar de matar cientos de miles de personas, una mini-bomba nuclear mataría miles. Las mini-bombas generarán una precipitación radioactiva de la misma manera que las armas de mayor potencia.

URANIO EMPOBRECIDO. La Guerra del Golfo Pérsico de 1991 incluyó un despliegue de las armas más aterradoras y devastadoras del siglo veinte. Disponían para su utilización de armas nucleares, químicas y biológicas, cada cual capaz de causar enormes cantidades de víctimas tanto entre amigos y enemigos. Cuando las hostilidades amainaron en marzo de 1991, el mundo dio un suspiro de alivio colectivo porque no se había utilizado armas de destrucción masiva. ¿O se equivocaban?

Durante la misma, las fuerzas estadounidenses y británicas introdujeron munición para perforar blindajes hecha de uranio empobrecido, un material de desecho radioactivo y tóxico. Al final de la guerra, entre 300 y 800 toneladas de partículas de polvo de uranio empobrecido contaminaban equipos y el suelo en los campos de batalla de Arabia Saudita, Kuwait y el sur del Irak, y cientos de miles de personas han sufrido efectos. De los 697 mil combatientes USA en el Golfo, más de 90 mil han señalado problemas de salud.

El uso de desechos radioactivos y tóxicos en municiones inaugura una peligrosa nueva era en la guerra terrestre, en la que la línea entre la guerra convencional y no convencional se borra irreversiblemente. La creciente proliferación y el uso de armas de uranio empobrecido aseguran su uso en conflictos armados por el futuro previsible.

El uranio empobrecido (UE) es el producto de desecho del proceso para enriquecer mineral de uranio para su utilización en armas y reactores nucleares. Después de más de 50 años de producción de armas atómicas y de energía nuclear, los EEUU tienen almacenadas 500.000 toneladas de uranio empobrecido. También lo poseen Gran Bretaña, Francia, Canadá, Rusia, Grecia, Turquía, Israel, las monarquías del Golfo, Taiwan, Corea del Sur, Pakistán o Japón.

El UE es químicamente tóxico al igual que otros metales pesados como el plomo, pero es también un emisor de partículas alfa con una media de vida de 4,5 mil millones de años. Las armas de uranio empobrecido contaminan las áreas de impacto con polvo radioactivo y tóxico extremadamente fino. Las partículas de tamaño respirable (de un diámetro de menos de 5 micrones) son fácilmente inhaladas o ingeridas. Las partículas insolubles no son inmediatamente excretadas del cuerpo, y pueden permanecer en los pulmones u otros órganos durante años.

En los años cincuenta, el Departamento de Defensa de los EE.UU. se interesó por el uso de metal de uranio empobrecido en armas, porque es extremadamente denso, pirofórico, barato, y disponible en grandes cantidades en los Estados Unidos. Los penetradores de energía cinética no estallan, se fragmentan y queman su camino a través del blindaje debido a la naturaleza pirofórica del metal de uranio y a las extremas temperaturas de inflamación generadas por el impacto. En los años ochenta, se desarrolló también uranio empobrecido para su uso en el blindaje de tanques.

Durante la operación Tormenta del Desierto, tanques estadounidenses y británicos Challenger dispararon miles de penetradores de alto calibre de uranio empobrecido. Aviones estadounidenses dispararon cientos de miles de cartuchos de uranio empobrecido de bajo calibre. Francotiradores estadounidenses dispararon balas de uranio empobrecido. Además, un tercio de los tanques estadounidenses utilizados en la guerra, estaban equipados con blindaje de uranio empobrecido.

ARMAS QUÍMICAS Y BIOLÓGICAS. Estados Unidos mantiene la segunda reserva más grande de armas químicas en el mundo y mientras señalan con detenimiento de detalle los países que disponen de este tipo de armas, nunca reconocen sus propios programas.

Según la Organización Internacional por la Prohibición de Armas Químicas, existen unas 70.000 toneladas métricas de armas químicas y 8,6 millones de municiones en las reservas mundiales, la mayoría de éstas en Rusia y EEUU.

Las convenciones internacionales prohibieron las armas biológicas tras la experiencia del Vietnam donde fueron utilizados con gran intensidad y poder destructivo el agente naranja y el napalm, pero los EEUU tienen un largo historial de encubrimiento por parte de sus aliados, incluido Saddam Hussein en la guerra contra Irán en los años 80.

EEUU firmó un tratado internacional en el año 69 que prohibía completamente las armas biológicas pero han seguido desarrollando este tipo de armas. En 2001, la Casa Blanca vetó la adopción de un Protocolo del Convenio sobre Armas Biológicas, mediante el cual se hubiera establecido un régimen de verificación; el pretexto fue que dicho régimen provocaría inspecciones intrusivas y amenazaría los intereses comerciales de su industria biotecnológica.

UN NUEVO TIPO DE GUERRA QUÍMICA. El rescate de rehenes en Moscú, donde 120 de las 700 personas no volvieron a despertar, puede haber sido logrado utilizando un nuevo tipo de arma química, un tranquilizante que duerme instantáneamente a sus víctimas. Parece que el producto utilizado por las tropas rusas está basado en nuevas investigaciones que permiten transformar sedantes conocidos en armas químicas incapacitantes. Valium, Buspar, Zoloft e incluso tranquilizantes para animales. Rusia ha utilizado una sustancia similar, con efectos desastrosos. El nuevo campo de batalla se desarrolla en el campo mismo de la medicina.

El Proyecto Sunshine, acusó a EE.UU. a principios de octubre en la reunión de La Haya de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas, de violar la Convención de Armas Químicas. Ed Hammond, director del proyecto, ha reunido una colección de documentos que involucra a la infantería naval de EE.UU. y a académicos estadounidenses que trabajan con ellos en el desarrollo de esas armas de drogas sedantes. El gobierno de EE.UU. opina que el trabajo es legal.

ESCUDO ANTIMISILES. La mención de la era de Reagan no es caprichosa. Si uno de los elementos centrales del fortalecimiento militar en Estados Unidos lo aporta ahora el manido escudo antimisiles que el presidente Bush ha puesto ya en marcha en junio pasado, ese proyecto no es sino un sucesor directo de otro que cobró cuerpo veinte años atrás y acabó por convertirse en la principal apuesta militar de Reagan y posteriormente de Bush padre: la Iniciativa de Defensa Estratégica, conocida como guerra de las galaxias.

La decisión de Bush hijo en el sentido de construir un ambicioso escudo antimisiles reclama de forma inevitable una previa denuncia del viejo tratado antibalístico. Este último, suscrito en 1972 por Estados Unidos y la Unión Soviética, establecía significativas limitaciones en la posibilidad de desplegar sistemas defensivos frente a los misiles balísticos de la parte rival. La pregunta que corresponde hacerse es sobre las razones que han inducido al actual presidente estadounidense a abandonar el tratado ABM y a acelerar los trabajos relativos al escudo antimisiles, un proyecto muy caro y sin apenas función defensiva.