Letras Libres, 1 de septiembre de 2023.
A diferencia de los políticos, Berlin sabía que los pensadores tenían que presentar el mundo como es, no como habrían querido que fuera. Su idea de libertad se basa en aceptar que somos seres divididos entre nuestros intereses y valores.
El 23 de octubre de 1997, Tony Blair, que entonces llevaba seis meses como primer ministro, escribió una carta a Isaiah Berlin. Blair no sabía que, para entonces, el filósofo tenía 88 años y una salud delicada. Le dijo que acababa de leer una entrevista en Prospect que Berlin había concedido a Steven Lukes.1 En realidad, la entrevista completa databa de justo después de la caída de la Unión Soviética. En ella, Berlin había sido mordaz con la izquierda británica. “¿Dónde hay una izquierda activa en este momento?”, exclamó. ¿De dónde vienen las nuevas ideas? Cuando Lukes mencionó a Michel Foucault, Berlin se mostró incrédulo. ¿Qué? ¿Eso era todo? En lugar de oscuros intelectuales franceses, antes había habido una galaxia intelectual de izquierdistas británicos: Harold Laski, G. D. H. Cole, John Strachey, Victor Gollancz, Beatrice y Sidney Webb, George Bernard Shaw, H. G. Wells, y podría haber añadido a George Orwell. ¿Y hoy? Où sont les neiges d’antan? ¿Qué ha sido de las nieves de antaño?