Jan Dirk Snel
Noruega. Populismo: cuidado, puede quemar
(Trouw Amsterdam, 26 de julio de 2011).

            Tras los terribles atentados de Anders Breivik en Noruega, se intensifican los debates sobre la relación entre el asesino y los círculos ideológicos con los que se le vincula. De hecho, en atentados anteriores, como el asesinato de Theo van Gogh [polémico realizador neerlandés asesinado en 2004 por un extremista islamista], ¿no se habían pedido cuentas a los correligionarios de los autores? Si entonces se consideraban a los musulmanes responsables ¿podríamos tratar del mismo modo a los defensores de la ideología de la nueva derecha a la que se adhería Breivik?

            Habrá pocas personas que compartan o legitimen la forma con la que Breivik justifica su masacre. Él es el único responsable. Y tan sólo podemos pedir cuentas a las personas que justifican o explican sus atrocidades desde un punto de vista ideológico y que comparten el conjunto de sus ideas. Al igual que sólo podíamos juzgar a las personas que compartían la ideología violenta de Mohamed Buyeri, el asesino de Theo van Gogh. Pero ahí queda todo.
Breivik se basó en una ilusión

            La justificación de la violencia de Breivik procede de una ilusión según la cual Europa está amenazada por los políticos que apoyan el multiculturalismo y por el islam. Su manifiesto de 1.500 páginas "2083, una declaración europea de independencia" está repleto de teorías conocidas en los medios de la nueva derecha, representada en Países Bajos por el PVV.

            Se trata sobre todo de una visión deformada del mundo, en la que Europa estaría amenazada por el islam. Breivik cita a Geert Wilders [líder del partido populista PVV], que sostenía que los marroquíes iban a colonizar Países Bajos y que no llegaban para integrarse, sino para someter a los neerlandeses. También escuchamos entre algunos miembros del PVV las teorías sobre el peligro del "marxismo cultural".
Difundir mentiras no es un acto tan inocente

            Se trata en este caso de una imagen deformada de la realidad que no tiene nada que ver con la realidad social. Es la visión del mundo de la que Breivik ha sacado sus violentas conclusiones. Él mismo es responsable de ello. Pero el hecho de que haya podido reunir tantas ideas delirantes dice mucho del estado de ánimo de Europa, y en especial de Países Bajos, donde un movimiento con estas ideas está asociado al Gobierno mediante un acuerdo de apoyo [en el Parlamento].

            La violencia de Breivik fue un acto que cometió él. Él es el único responsable. Pero Breivik comparte su visión del mundo falsa y delirante con otros. Y partiendo de ahí, ahora debemos pedir cuentas a todos los adeptos. No es un acto tan inocente difundir mentiras, crear espectros engañosos. Al que deforme la realidad no se le debe tomar en serio como a las numerosas voces en el debate social. Hay que tratarle con rigor. Le podemos exigir que deje de engañar a la gente. Y esto se aplica también a los populistas neerlandeses que propagan la ideología de la nueva derecha. Se acabó el juego. Es la hora de la verdad.