Jesús A. Núñez Villaverde
Malí: Continuación de la tragedia social
(Entrevista realizada por Manuel Llusia).
(Página Abierta, 227, julio-agosto de 2013).

P. Empecemos por la rebelión tuareg. ¿Existe en este momento algún tipo de diálogo? ¿Cabe esperar alguna atención a sus reivindicaciones?

R. Ha habido un proceso de negociación con implicación de algunos vecinos y se ha llegado a un acuerdo que, en principio, haría pensar que a la “cuarta” [hace referencia al número de levantamientos de los últimos años] va la vencida y que se cumplirá lo acordado. Aunque, si tenemos en cuenta la experiencia acumulada, es inevitable mantener las dudas sobre si lo acordado, que supondría ir reduciendo y eliminando las discriminaciones que sufre la población tuareg en el Norte, se va a llevar a la práctica o no.

P. Y lo acordado, en concreto, ¿qué nivel alcanza?

R. Quizás es la primera duda, porque, evidentemente, lo que se ha hecho es implicar al MNLA. Luego podemos entender que está el principal representante de ese pueblo tuareg. Pero, a día de hoy, con la fragmentación que ha habido, no tengo constancia de que, efectivamente, todos los actores de esa comunidad se sientan comprometidos por el acuerdo. También es cierto que no he escuchado nada en contra.

P. ¿En qué punto se encuentra la guerra contra las llamadas fuerzas yihadistas que ocuparon buena parte del país?

R. De momento se ha ido cumpliendo el plan que ya se había anunciado, en el sentido de reducción de la presencia militar francesa, que supone la permanencia de unos 2.000 soldados en el territorio de Malí, y de aumento de la presencia militar de la operación internacional, que ya ha comenzado, de hecho, a principios de este mes. La última noticia que he conocido habla de que soldados chadianos y soldados malienses han entrado en Kidal, lo cual daría a entender que se sigue avanzando al ritmo, ya digo, previsto.

P. Se puede decir, de todas formas, que la guerra sigue…

R. Yo creo que esa es la conclusión. Una cosa es que se estén cumpliendo esos planes, y otra que el enemigo yihadista, aun cumpliendo los términos de la campaña, haya sido eliminado. Últimamente no ha sido así, precisamente porque se trata de un enemigo que simplemente se ha difuminado en el terreno y empieza ya a notarse su presencia en Níger y también en el sur de Libia, los dos escenarios, quizá, más preocupantes junto con Mauritania. Como ya sabíamos: no había solución militar para el problema y se  puede observar la existencia de una exportación de violencia yihadista en otros escenarios de la zona.

P. Uno de los dramas más graves ha sido el volumen tan grande de población desplazada y refugiada. Se ha llegado a hablar de más de 400.000 personas de un territorio de casi 16 millones de habitantes. ¿Tienes conocimiento de si ha empezado esa población a volver a su lugar de origen? ¿Cómo está su situación?

R. La verdad es que es el punto en el que menos información tengo. Hay un servicio de noticias de la ONU y del ACNUR del tema de los refugiados y desplazados, y no hay ningún titular que diga “Ya han vuelto todos” o incluso que se esté desarrollando un programa coordinado para ese regreso. Eso me da a entender –pero ahí me muevo con muchas dudas– que todavía sigue siendo un problema pendiente.

P. Hay un asunto importante que podríamos comentar: se sabe que las condiciones de la población en general de Malí, más allá de la desplazada y refugiada, son especialmente penosas, tanto que precisan de una ayuda internacional urgente. ¿Se ha abierto alguna línea de acción en este aspecto?

R. Se trata sin duda de una situación en la que se acumula la mala nutrición estructural y las hambrunas por malas cosechas del año pasado, con las consecuencias que ha sufrido y sufre la población civil tras, primero, los golpes de Estado y luego la guerra de la que hablamos antes.
Respecto de la posible ayuda internacional, la referencia que tenemos es que el 15 de mayo hubo una conferencia internacional de donantes en la que se comprometieron 3.250 millones de euros, de los que España ha comprometido 18. Otra cosa es que eso se materialice o no. Son tantas las conferencias internacionales de donantes que luego no llegan a nada, que suponer que el Plan de Recuperación Sostenible de Malí –que es como se le ha querido llamar– vaya a llevarse a la práctica no es más que un deseo. De momento no ha habido nada. La puesta en marcha de esa ayuda está bloqueada hasta conocer los resultados de las elecciones próximas. Y ahí se verá si, efectivamente, se desembolsan esos dineros por parte de los donantes o no. Supongo que lo harán en función de que les sea más o menos “simpático” el que sea elegido.

P. Luego está el otro referente complejo, el de la crisis del Estado. Las elecciones presidenciales previstas para principios de este mes se han retrasado, y por fin parece que se llevarán a cabo el 28 de julio. ¿Quiénes se presentan? ¿Qué perspectivas hay respecto a que realmente pueda haber unas elecciones libres? Y, en relación con ello: ¿Dónde se van a celebrar realmente en la práctica, solo en la parte sur de Malí? ¿Se llevará a cabo también esta votación en el Azawad?

R. Para mí, el hecho de que el Ejército de Malí haya entrado ya en Kidal da a entender que se van a dar las condiciones para poder, al menos formalmente, celebrar elecciones en todo el país, puesto que esa población ya es el corazón del Azawad. Otra cosa es la calidad de los candidatos, en el sentido de su impronta democrática. O que vayan a impulsar una práctica inclusiva y que, por lo tanto, tengan en cuenta también las reivindicaciones de la mitad del país. Ninguno de los que se presentan ofrece ahora mismo esas garantías. Tampoco sabemos si va a ser un ejercicio realmente transparente o no. Hay observadores de la Unión Europea ya desplegados en el terreno. Y supongo que tenemos, inevitablemente, que esperar a su juicio de cómo se hayan desarrollado esas elecciones. La campaña ya ha empezado  oficialmente.

P. ¿Quiénes se presentan?

R. De los 28 presentados, podemos hablar de 15 candidatos destacados, casi todos viejas figuras: ex primeros ministros o exministros. Pero lo más importante, más allá de ese pasado, es analizar quién está detrás de ellos. Solamente hay una novedad reseñable, la presencia de un joven, Dramane Dembélé, respaldado por el partido histórico ADEMA.
Entre los que más suenan están Boubacar Keita, que gobernó de 1994 a 2000, el exministro de Finanzas Soumaila Cissé y el también ex primer ministro Modibo Sidibé [2007-2011].

P. ¿Francia tiene predilecciones, fuerza la mano con su presencia a favor de algún candidato?

R. Por lo menos yo no tengo nadie identificado en ese sentido, entendiendo que a Francia le vale cualquiera de estos que he citado y entendiendo que tiene garantizado el que su presencia militar no se cuestiona.