Jesús Urra

El antipluralismo excluyente de UPN
(Hika, 141zka. 2003ko otsaila)

El gobierno navarro ha elaborado un proyecto todavía sin rango oficial sobre símbolos, que, en el supuesto de presentarlo, constituiría una provocación en toda regla para el vasquismo navarro y una falta elemental de criterio democrático, de sensatez gubernamental y de la imprescindible imparcialidad exigible a cualquier fuerza que pretenda liderar una sociedad compleja.

El proyecto de UPN establece una serie de supuestos explícitos o implícitos que le dan cuerpo. En Navarra no hay más que una sola identidad, bandera o símbolo (preámbulo, exposición de motivos, artículos 1, 5-1 del documento), aunque en realidad se admite lo español como complemento de lo navarro y además como preeminente (artículos 3, 6-1, 9, 10-1-2). Quedan excluidos por tanto los símbolos de la población vasquista de Navarra; que se excluyen (expresamente con esta palabra en los artículos 1, 5-2, 7-2) por vía legal y de modo activo: sin permitirlos por omisión legal como ahora y sin dejar resquicio alguno para su uso. Unicamente se otorga legitimidad y legalidad a los símbolos de la mayoría, mientras que los símbolos de la identidad minoritaria quedan expresamente prohibidos y perseguidos.

La exclusión afecta en principio a todas las entidades públicas. Pero en algunos casos incluso a las entidades privadas también se les amenaza con retirarles las subvenciones económicas en el caso de exhibir la ikurriña. [Artículo 8-1: “Siendo la exhibición de la bandera de Navarra un símbolo de pertenencia y de solidaridad, en el sentido expuesto en el artículo 5 de esta Ley Foral [donde se excluye la ikurriña] todos los entes y corporaciones públicas y aquellas organizaciones de representación política, sindical o gremial, que reciban subvenciones o financiación con cargo a los Presupuestos Generales de Navarra o de las demás Administraciones públicas en cuantía superior al 50% del total de sus ingresos calificados contablemente como ordinarios, en el año anterior, deberán tener izada la bandera de Navarra, y las demás que legalmente procedan [la española, la local], en el interior y en el exterior de sus sedes o edificios, en los términos previstos en esta Ley Foral para las Entidades Locales.” Artículo 8-2: “El incumplimiento de esta obligación dará lugar a la retirada, suspensión, revocación con exigencia de reintegro, o denegación, según los casos, que se tipifican previamente, de todas o parte de dichas aportaciones o financiaciones, mediante la tramitación del correspondiente procedimiento, que se regulará reglamentariamente, sin perjuicio de las responsabilidades personales en que pudieran incurrir los obligados a su cumplimiento.”

Finalmente, se plantea una promoción desmesurada, rayana en el ridículo y obligatoria de los símbolos navarros y españoles (art. 6-2, 7-1, 8-1-3, 11, 12-1-2, 13-1-2-3 y 19) y se amenaza con la represión jurisdiccional, administrativa, económica a las entidades y representantes municipales o similares que no lleven a la practica esta ley (exposición de motivos, artículos 6-3, 7-4, 8-1-2).

MONOLITISMO FRENTE A LA PLURALIDAD. El gobierno de UPN plantea un monolitismo totalmente ajeno a las gentes de Navarra, pese a que las encuestas reflejan hasta la saciedad la pluralidad existente en lo que hace a los sentimientos de identidad colectiva y a sus símbolos principales.1 Es tan evidente esto que cabe presuponer muy mala fe hacia lo vasco en Navarra por su parte. Asimismo, UPN aboga por una discriminación arbitraria a favor de lo español cargada de incoherencia; pues si solo se permitiera lo navarro, estaría mal por no atender a las diversas identidades: navarro-española, vasco-navarra o vasco-navarro-española; pero al menos sería coherente no favoreciendo a ninguna.

UPN excluye los símbolos vascos con saña, hasta extremos increíbles y con ello pretende humillar a más de un 30% de la población. ¿Así avanzamos hacia la justicia en primer lugar y hacia la paz o se busca un enfrentamiento absurdo y negativo? Ante un problema identitario, o sea ante un asunto muy delicado, se opta por la represión en lugar del diálogo y del tacto exquisito. Si este proyecto se lleva a la practica su resultado con toda seguridad reportará injusticia y guerra de identidades. El gobierno defiende, de igual forma, una promoción excesiva y autoritaria de los símbolos navarros entendidos de modo excluyente y seguramente se trata de una cortina de humo para encubrir el verdadero objetivo: la exclusión de lo vasco aquí.

Cualquiera se pregunta por la razón política de unas medidas tan fuera del sentido común como las planteadas por UPN. En primer lugar se deben a su visceral anti-vasquismo y a un anti-pluralismo carente de una elemental convicción democrática. Y en segundo término, presentadas estas en vísperas electorales, solo cabe interpretarlas en un doble sentido: por que creen que da votos y para hostigar al navarrismo dialogante (sobre todo PSN y también CDN) y meter una cuña ante una posible coalición gubernamental con el nacionalismo vasco. A ello contribuye un contexto que sigue marcado por la amenaza latente de ETA, aun cuando no actúe, y donde UPN siente que consigue ventaja metiendo en un totum revolutum ETA, euskara, símbolos vascos, fuerzas vasquistas o abertzales. UPN debería aclarar si estas medidas favorecen o perjudican a quienes desde el lado abertzale abogan por la vía antipluralista o excluyente de lo navarro-español y desean una situación de “cuanto peor, mejor” para azuzar un enfrentamiento entre gentes con diferentes sentimientos de pertenencia.

Precisamente la experiencia de estos veinte años ha puesto en evidencia que el camino de la exclusión, no arregla nada y contribuye a enconar las relaciones. Con esta clase de medidas, UPN no solo no rectifica sino que aboga por incrementar el enfrentamiento.

OTRA ALTERNATIVA. Si algo se necesita, es corregir sustancialmente el rumbo de estas dos décadas en la dirección opuesta a la planteada por UPN. Pero no podemos responder al exclusivismo de la derecha con otro exclusivismo de signo opuesto. No reconocer la legitimidad navarro-española, a la que tienen igual derecho que nosotros y que además representa a la mayoría, como ha propuesto recientemente un grupo de cargos municipales de la izquierda abertzale, también es un antipluralismo excluyente.

Desde Batzarre planteamos el reconocimiento explícito de los principales símbolos de la sociedad navarra, apoyándonos en tres consideraciones de peso. El primer criterio es atender y satisfacer a la pluralidad de identidades existente en Navarra. Lo cual exige tener en cuenta la aceptación común de la identidad navarra, que reposa en la tradición forjada por la vida común, durante siglos, en el mismo territorio y bajo la continuidad de unas instituciones navarras propias. Y exige tener en cuenta asimismo su diversidad: que un sector se siente navarro-español, otros nos sentimos vasco-navarros, quienes se consideran vasco-navarro-españoles y quienes se ven como navarros a secas. El segundo criterio es el de corregir el desequilibrio existente hoy día, mientras sigan sin ser reconocidos oficialmente los símbolos vascos (la ikurriña principalmente), cosa que provoca una justa insatisfacción e indignación. Tercero, fundar la justa convivencia de identidades en el respeto mutuo, el reconocimiento de la legitimidad de todas ellas y de sus símbolos, la adopción de valores integradores y no excluyentes, unas reglas democráticas, que respeten a la mayoría y también los derechos de la minoría, unos criterios pragmáticos y prudentes en el buen gobierno de la comunidad para satisfacer a las distintas tradiciones comunitarias y lograr una sociedad más integrada, tolerante y satisfactoria.

Una propuesta así debería abordarse desde el parlamento, ayuntamientos u otras entidades públicas bajo los siguientes criterios: A) Reconocer y respetar la legitimidad de todas las identidades existentes sean mayoritarias o minoritarias. B) Permitir y fomentar los símbolos de todas ellas de modo oficial y en concreto de la ikurriña si cuenta con el respaldo ciudadano requerido. C) Regular el uso de los símbolos conforme a la realidad existente en cada ámbito: (1) en todo el territorio, (2) en cada ayuntamiento, (3) en otras entidades públicas. D) Estudiar y acordar un condicionado que con un espíritu incluyente para permitir la justa satisfacción de las sensibilidades minoritarias aborde al menos las siguientes cuestiones: fijar un mínimo exigible del censo electoral (¿podría ser un 15%?) o del respaldo ciudadano en una consulta democrática (¿un 20% de las personas participantes?), establecer las posibles formas de contrastarlo (firmas legalizadas, convalidación de los resultados obtenidos en las elecciones municipales o forales por parte de las fuerzas políticas que demanden la ikurriña, referéndum al respecto: concretar el porcentaje exigido del censo electoral o de los votos favorables), lugar y rango de la colocación de enseñas en función de mayorías y minorías o equiparación de todas ellas y otros posibles temas.

En esta empresa es imprescindible el concurso de las fuerzas dialogantes y tolerantes de ambas partes -del vasquismo y del navarrismo-, pues si todo queda en manos de los enemigos del pluralismo he aquí un buen ejemplo de lo que nos ofrecen.


NOTAS:

1. Según la encuesta publicada por Diario de Noticias en 2002 sobre el sentimiento subjetivo de identidad de los navarros era el siguiente: Sólo navarro un 11´6%; navarro y español un 50´2%; navarro y vasco un 19´1%; navarro, vasco y español un 10´2%; ninguno un 5´1%; no sabe/no contesta un 3´9%.