Jesús Urra, Josetxo Arbizu
Los últimos derroteros de Na-Bai: ¿un paso atrás
para dar varios pasos adelante?

(Hika, 181zka. 2006ko urria)

            Pasado ya un tiempo, vamos a exponer la valoración que nos merecen los acuerdos finales de Na-Bai. Esta valoración coincide con la expuesta por la Permanente de Batzarre en la presentación pública de los mismos (el 21 de junio de este año) y que pasó entonces un tanto desapercibida.
            En primer lugar, a nuestro juicio, se trata de un acuerdo suficiente que permite tirar adelante y avanzar con Na-Bai. Esto es lo principal: permite continuar con dicha plataforma unitaria y evita una fragmentación rechazada por el cuerpo electoral (ese fue el mensaje de las últimas elecciones europeas). Por estas razones, la consolidación de una plataforma unitaria de izquierdas con suficiente contenido sobre los ejes y las alianzas para el cambio ha sido una tarea que Batzarre se ha tomado muy en serio durante el último año.
            Junto a esto, en segundo lugar, hay que destacar varios elementos positivos del acuerdo. La unidad de cuatro partidos y de personas independientes con fuertes diferencias, cuyo reflejo es el propio acuerdo, es uno de sus valores más positivos. Otros son la voluntad de recoger los temas tradicionales de la izquierda, así como una mayor apertura –insuficiente a nuestro juicio- en la cuestión nacional (decimos insuficiente pues hace falta una revisión y una apertura mayor que la especificada en los acuerdos de Na-Bai sobre las tesis defendidas por el nacionalismo-vasco en Navarra durante las últimas décadas; nos parece, además, que un reajuste de esas características estaría en sintonía con la mayoría social de Na-Bai y lo demanda el nuevo ciclo político en que nos adentramos). El deseo de cambio como norte tras los sucesivos gobiernos de la derecha y el inicio de la vertebración organizativa de Na-Bai constituyen también sendos hitos positivos. Y, finalmente, la apuesta por un rumbo parcialmente diferente del que hemos seguido las fuerzas que estamos en Na-Bai en las últimas décadas en temas como lo relativo a la violencia política o a la intervención institucional, etcétera.
            Pero, en tercer lugar, los citados acuerdos aprobados mayoritariamente en la Permanente de Na-Bai contienen insuficiencias notables, que simplemente citaremos.
            No se hace explicita la responsabilidad de ETA en el largo ciclo de violencia política que ha padecido nuestra sociedad y, en particular, en la pérdida irreparable de la vida para varios cientos de personas. Ni siquiera se cita a ETA en los apartados referidos a la pacificación. A nuestro juicio, este hecho debe ir parejo con hacer explícita la responsabilidad de los poderes estatales por haber desencadenado una contra-violencia que ha causado decenas de muertes y por haber consentido o por dejar impune la vulneración de los derechos fundamentales de muchísimas personas.
            No se hace explicita la separación radical entre la desaparición de ETA (y lo relativo a la integración y excarcelación en determinadas condiciones de los presos) y el diálogo entre los partidos políticos a fin de alcanzar unos acuerdos que mejoren la convivencia de identidades, la calidad de vida y la democracia en nuestra sociedad. Esto es, dejar constancia expresa de lo que se piensa: el fin de ETA no tiene precio político.
            No se hace explicita una constatación más grave, si se quiere, que las anteriores: la existencia y el reconocimiento de las víctimas de ETA y de la guerra sucia.
            Al hablar del reconocimiento del derecho de autodeterminación para Euskal Herria en los mencionados acuerdos, debería haber una mayor claridad sobre la necesidad de una decisión previa de Navarra para formar parte de cualquier entidad o comunidad política así como para figurar en cualquier declaración política de rango oficial en que se vea implicada. A nuestro juicio Navarra no debe estar ni figurar en ningún sitio donde no lo desee.
            Tampoco se deja clara la superioridad del principio democrático, esto es de la voluntad de la ciudadanía navarra, en detrimento de los llamados derechos históricos como fuente moderna, clara y democrática de autogobierno. Bajo nuestro punto de vista el principio democrático y el mecanismo de pacto con quienes representan al conjunto de la sociedad española -Estado y Comunidades Autónomas- si se desea mantener algún vínculo con el resto de Comunidades Autónomas son los pilares centrales del acuerdo resultante.
            Finalmente, considerábamos y consideramos relevante no haber podido añadir algunos nuevos acuerdos organizativos a los ya alcanzados en Na-Bai: a) lograr un mayor equilibrio entre el peso de los partidos y la base no-afiliada; b) buscar unos liderazgos integradores del conjunto de Na-Bai (renovados si fuera posible) para las cabeceras que marcarán las candidaturas; c) corregir la referencia básica de las elecciones-03, ya que dada su excepcionalidad (por la no presentación de las listas de Batasuna) no deberían ser el único criterio para medir la representatividad de los diversos componentes de Na-Bai en la composición de las candidaturas; d) que estos acuerdos de Na-Bai sean votados en asamblea por las bases de la coalición (si no con carácter decisorio en estos momentos, sí al menos confiriéndoles un valor indicativo para contrastar su opinión sobre materias importantes de forma que los acuerdos sustanciales cuenten con el aval indicativo de las bases de Na-Bai y en el futuro con su expresa aprobación en asamblea o por los mecanismos democráticos que se establezcan). Esos dos elementos, las cabeceras integradoras del conjunto y la votación en asamblea para contrastar opiniones, nos parecen las ausencias más importantes.
            ¿Qué influencia electoral podrían tener en la próxima contienda estas deficiencias? Es difícil saber si elementos positivos tan poderosos como la fuerza emanada de la unidad de las fuerzas y gentes obtenida, las ganas de cambio o el cómo discurran las cosas en estos nueve meses (la cohesión, la imagen pública que se proyecte, la solución a las controversias venideras) contrarrestarían el efecto perjudicial de estas ausencias. Está claro que no ayudarán en absoluto. Ahondando en ello hay varias cosas a evitar o mitigar: concebir a Na-Bai como una coalición exclusiva del nacionalismo-vasco y ofrecer una imagen cerrada y casi absoluta con ese marchamo, no abrirse a los sectores de la izquierda social, no ser conscientes de que el nuevo ciclo que se inicia requiere novedades importantes en proyectos, liderazgos, ideas-fuerza… Algunos de estos supuestos ya se han dado y ello es muy contraproducente para Na-Bai.
            Para terminar, todas las fuerzas interesadas en el cambio social y en un nuevo pacto para la convivencia de identidades en Navarra (PSN, Na-Bai, resto de izquierdas) deberíamos tener en cuenta la experiencia catalana y aprender de ella para no tropezar en la misma piedra. Por nuestra parte, resaltaremos la siguiente conclusión: hay que mirar a la sociedad y no al chiringuito de cada cual. Hemos de adoptar actitudes, liderazgos y espíritu integrador del conjunto de la Navarra partidaria del cambio, que serán imprescindibles para superar las múltiples diferencias (mayores que en Cataluña) entre las fuerzas favorables al cambio en nuestra tierra. Hay que determinar las prioridades comunes del electorado progresista y de izquierdas al margen de su adscripción identitaria: reformas sociales que mejoren la calidad de vida de la mayoría y reduzcan las desigualdades sociales de la gente más desfavorecida, que integren a los nuevos conciudadanos venidos de fuera: los inmigrantes; convivencia de identidades basada en la igualdad de las mismas (que en la actualidad se debe equilibrar a favor del vasquismo sin menoscabo de las otras identidades); prefigurar los principales problemas de Navarra a 15 ó 20 años vista y establecer un plan de futuro para las nuevas generaciones navarras bajo criterios modernos y redistributivos; dar cauce legal a las causas progresistas discriminadas por la derecha: por ejemplo el cumplimiento de la ley sobre el derecho al aborto.
            Apostamos por una Navarra social, progresista y de convivencia entre sus diversas identidades. Esperamos y deseamos que Na-Bai esté a la altura. Trabajaremos para que estos pasos atrás sirvan para dar varios pasos adelante desde ahora.

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NOTA. Jesús Urra y Josetxo Arbizu son miembros de Batzarre.