Jeff Halper (Comité Israelí Contra la Demolición de Casas)

“La solución de los dos Estados no tiene sentido"
Entrevista realizada por Joseba G. Martin
(Hika, 149 zka. 2003ko azaroa)

Jeff Halper es un antropólogo israelí que ha ejercido como profesor tanto en universidades internacionales como en Israel, a donde se trasladó en 1973. Asimismo, ha estado trabajando como trabajador municipal de Jerusalén y ha sido presidente de la Asociación Israelí para los Judíos de Etiopia. Al propio tiempo, ha sido miembro activo del movimiento pacifista israelí durante tres décadas, y actualmente es coordinador del ICAHD (Israeli Committee Against House Demolitions), el Comité Israelí Contra la Demolición de Casas, y está trabajando en un libro sobre las demoliciones llamado An Israeli in Palestine.

¿Qué hace vuestro Comité?

JEFF HALPER. Es una agrupación de grupos israelíes y palestinos pacifistas; nació hace 7 años, cuando se eligió a Netanyahu primer ministro y se colapsaron los acuerdos de Oslo. La coalición se reforzó después de algunos años de relativa calma; era el momento para que la izquierda hiciera algo y trabajase contra la ocupación. Salimos a hablar con los palestinos y se exploraron los temas a trabajar, dónde atacar. Y fueron tres temas: uno era el tema de los prisioneros políticos; lo segundo, la expropiación de las tierras, los miles de acres de tierras palestinas han sido robadas por el gobierno israelí; y el tercero, la demolición de casas. Estos tres temas son los que se estiman más dolorosos para la población palestina media. Por eso decidimos como Comité trabajar el tema de la tierra y la demolición de casas.

La política de demolición esta intentando confinar a los palestinos en pequeñas islas de territorio dentro de Palestina e Israel, en los territorios ocupados. En Cisjordania, están agrupados en 74 islas, a las que hay añadir las de Jerusalén Este y Gaza. Descubrimos que la demolición de casas iba directamente al corazón del conflicto: desde el 67, Israel ha demolido 11.000 casas. Pero esta política no había empezado en el 67, con la ocupación de Cisjordania, sino que había empezado antes, en el 48, cuando se constituyó el estado de Israel, después de la guerra. Desde que terminó la guerra hasta los años, 60 Israel demolió más de 400 pueblos enteros. Desde el 48, dos tercios de los pueblos palestinos han sido demolidos. El tema de la demolición tiene que ver con toda una política de echar a los palestinos fuera del territorio que Israel reclama para sí.

Cuando, como israelíes, nos ponemos delante de los bulldozers o nos oponemos a los derribos, estamos diciendo no a esa política; no es sólo una protesta, sino también un acto de resistencia. Es una protesta no sólo contra la ocupación, sino también contra la concepción de Israel como un estado judío, en el que no caben los palestinos. Lo que significa que trabajamos por una convivencia junto con los palestinos, con justicia y sin enemistades. También trabajamos muy pegados a organizaciones palestinas. Lo que intentamos es cambiar las relaciones de poder, de manera que no se trate de que nosotros ayudamos a los palestinos, sino que es una lucha que tienen los palestinos en la que nos dejan participar.

¿Qué otros trabajos realiza este Comité? ¿Cuál es su día a día?

J.H. Hay muchas cosas que hacer. Cada organización israelí se dedica a un tema; nuestro comité fue de los primeros en actuar dentro de los territorios ocupados; nos oponemos a las demoliciones de casas, lo que constituye un campo bastante amplio: esta semana el gobierno israelí acaba de demoler 200 casas en Gaza; 2000 personas se han quedado sin vivienda.

Nosotros fuimos de los primeros, pero hay más grupos palestinos e israelíes que llevan mucho tiempo trabajando en temas relacionados, como es la tala de los olivos o frutales, oponiéndose también al bloqueo económico al que somete el gobierno israelí a los palestinos, contra los asentamientos, contra el muro que se está construyendo alrededor de los territorios palestinos... Pero nosotros intentamos mantener el objetivo de luchar contra la demolición, porque cada casa demolida es un microcosmos de la ocupación, porque, si se puede ver la historia de esa familia y ver sus caras y el lado humano, se ve reflejada la historia de la ocupación, cómo el gobierno utiliza la administración y la planificación para los intereses políticos.

El 95% de las familias afectadas no tiene nada que ver con la seguridad, ni con temas de violencia, no son familias que estén acusadas de nada. El dar a conocer cómo el gobierno tira sus casas da a conocer realmente cómo funciona la ocupación. Porque el mensaje del gobierno es que todos sus movimientos son defensivos y que ellos son las víctimas, y que los otros son los violentos y los que les están agrediendo. Cuando cuentas la historia de una familia a la que le han demolido la casa cinco veces, ves que no tiene relación con temas de violencia, y es donde se ve que la ocupación no es un cuestión de defensa, sino que el gobierno quiere esas tierras y expandirse en ese territorio.

¿Qué ambiente se respira en la sociedad israelí acerca de estos temas?

J.H. En cualquier sociedad, la gente crítica es minoría; incluso aquí, en el País Vasco con toda la historia que se tiene, pues la gente que sigue siendo critica con la situación actual sigue siendo una minoría. Representamos aproximadamente a unas 5.000 personas, por decir una porción mínima de los 6 millones de habitantes, pero somos muy activos y estamos muy bien relacionados y conectados, lo que proporciona eco a su voz en los medios de comunicación.

La mayoría de los israelíes acepta lo que dice el gobierno. Los dos partidos principales, los laboristas y el Likud, la derecha más recalcitrante, dicen que no hay solución; su discurso es que los árabes no quieren la paz, que todo lo que quieren los árabes es destruir Israel, luego no hay solución posible. Esto hace que la población sea muy impasible; no se trata de que haya una izquierda que diga “seguidme, nosotros apostamos por la paz” y una derecha que diga “seguidme, apostamos por la seguridad”; ambos dicen que no hay solución.

Para ser sinceros, no nos dedicamos demasiado a intentar cambiar la sociedad israelí, porque no vemos que los cambios vengan de dentro; intentamos presionar desde fuera, contactando con organizaciones internacionales, grupos cristianos y cualquier grupo que pueda presionar al gobierno israelí para buscar una solución.

Trabajáis con palestinos. ¿Qué valoración hacéis
de este trabajo en el tema de las demoliciones?

J.H. La lucha contra las demoliciones es un medio para trabajar contra la ocupación. El mensaje principal reside en la ocupación; la demolición es un medio para hablar de esa ocupación: eso une a los israelíes y a los palestinos a trabajar juntos contra la ocupación. Uno de los problemas de la lucha es que los propios palestinos decidan. La Autoridad Palestina está a favor de la existencia de dos estados; uno, que es el de Israel, que se mantenga como estado judío, y otro palestino que estaría en los territorios de Cisjordania y Gaza. Pero, por otro lado, hay muchos palestinos que lo que quieren es un único Estado; entre ellos, los que están aquí hoy, que lo que quieren es un único estado democrático donde puedan vivir tanto palestinos como israelíes.

Otra de las dificultades es poder tener un objetivo con el que todo el mundo se pueda identificar. Por ejemplo, en la Sudáfrica del apartheid, todo el mundo se sentía identificado con el objetivo de un hombre un voto. Pero en este caso, la oposición a la ocupación es uno de los pasos; pero no es la solución global, porque se termina la ocupación... ¿pero cómo se sigue? Personalmente, él se decanta por un único estado democrático, que algunos palestinos, dicen que no les garantiza su autodeterminación, porque van a tener un estado compartido con los judíos...

Trabajamos con palestinos de Israel, de los territorios ocupados, e incluso con palestinos que están en el extranjero, pero ahí falta la voz de los refugiados. Todo el mundo tiene miedo de preguntar a los refugiados cuál es la solución al conflicto: la Autoridad Nacional Palestina, los grupos pacifistas israelíes tampoco se atreven... Él cree que dos estados no van a suponer una solución para algo más de 4 millones de palestinos que están en campos de refugiados desde hace 30 y 50 años en algunos casos.

¿Cómo ves el futuro?

J.H. Creo que hay que trabajar por la idea de un Estado único, porque la ocupación no va terminar. En los mapas se ve cómo la población palestina está en islas rodeadas por asentamientos israelíes, con todo un sistemas de carreteras y autopistas que incorporan los asentamientos a Israel. Y ahora Israel está construyendo el muro... Lo que quiere Israel es eso, unos bantustanes; 3,5 millones de Palestinos van a quedar encerrados en medio de Israel.

Si se hace un único país, y se les da a los palestinos la ciudadanía porque es una democracia, entonces ya no va haber un estado judío. Si se crea un estado único y no se da a los palestinos la ciudadanía, entonces será el apartheid. El gobierno israelí quiere un estado palestino, pero organizado en bantustanes; quiere controlar el país entero, pero sin los palestinos, colocándolos en esos islotes. Hacia eso avanza Israel con la ayuda de EEUU, con la ayuda de ciertos países europeos, como España, asumiendo que no va a ser aceptable para la comunidad internacional, que los movimientos internacionales no van a tolerar el apartheid

Esto significa que la solución de los dos estados no tiene sentido; la ocupación es demasiado fuerte, y demasiado permanente para que desaparezca. Esto significa que si no podemos tener un estado, hay que luchar por uno, con una lucha futura como en Sudáfrica, una persona un voto, y conseguir que los palestinos tengan sus derechos de ciudadanía.

NOTA. Entrevista realizada con la ayuda de Andrés Bedia, del Comité de Solidaridad con Palestina de Cantabria.