Julen Rekondo
Nuevo paradigma frente al cambio climático
(Hika 191zka 2007ko iraila)

            Todo el mundo habla hoy en día sobre el cambio climático, y el interés social a todos los niveles ha crecido enormemente. De hecho, esta problemática y su eventual modificación a causa del ser humano y sus actividades es una de las mayores controversias científicas y políticas de nuestro tiempo. Las posibles respuestas y soluciones a buen seguro modificarán nuestra economía, sociedad y estilo de vida y están ligadas a un objetivo básico de nuestra generación: el Desarrollo Sostenible, según el cual el progreso de la actual población de la Tierra no debe comprometer ni mediatizar el de las generaciones futuras.
            Hay casi una práctica unanimidad en que el fenómeno del cambio climático es un hecho en marcha y que la mano del ser humano está teniendo una incidencia sensible en su desarrollo.
            La pregunta no es si existe o no un proceso de cambio climático, sino cuál es su velocidad y cuáles son las causas y los orígenes de su aceleración y, finalmente, la definición del combate para entrar en un nuevo proceso de ralentización.
            La intervención de estrellas mediáticas en la difusión de los diagnósticos está sirviendo, sin duda, para la interiorización masiva de los mensajes para la ciudadanía. Sin entrar en la oportunidad, o mejor dicho el oportunismo de grandes mandatarios, hoy en día fuera del poder, como Gore, Blair o Chirac, es evidente que sus mensajes han universalizado esta cuestión.
            Sin embargo, parece haberse instalado un discurso que se regodea en los efectos previstos (aumento del nivel del mar, sequías, pérdida de cultivos, hambre, desaparición de especies, deforestación, proliferación de fenómenos meteorológicos extremos como olas de calor, tormentas, huracanes…). Incluso pareciera que es más ecologista el que define la mayor amplitud y alcance de la catástrofe.
            Es evidente que estamos en un proceso de cambio climático pero es evidente, también, que existe un amplio margen para combatirlo. No es bueno transmitir la idea de que esto ya no hay quien lo pare.
            En definitiva, el cambio climático existe, y por tanto no es preciso inventarlo para justificar medidas de prevención de emisiones de gases de efecto invernadero.
            El desafío es el tránsito de una sociedad intensiva en CO2 a otra nueva descarbonatada
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            Este desafío es evidentemente un reto, pero también es una oportunidad, o mejor, un conjunto de oportunidades económicas, sociales, ecológicas…

El coste de no actuar

 

            El cambio climático no es sólo un problema de ámbito ambiental, sino también, económico y social de primer orden.
            Actuar es mucho más barato que no actuar. Así, de acuerdo con el informe Stern (alto cargo del Ministerio de Finanzas británico y solvente economista), en caso de permanecer inactivos, el coste y el riesgo total del cambio climático equivaldrá a la pérdida de un mínimo del 5% anual del PIB global, de ahora en adelante. Teniendo en cuenta una gama de riesgos y consecuencias más amplios, los cálculos de los daños que se producirán aumentarían a un mínimo del 20% del PIB mundial. Pero, con la adopción de medidas apropiadas para detener ese calentamiento, el coste puede limitarse al 1% del PIB global cada año.
            La lucha contra los efectos del cambio climático es un problema de toda la sociedad y no sólo de las administraciones y de las empresas, aunque lógicamente la responsabilidad de cada cual no es la misma.
            Además, es un problema intrínsecamente perverso porque todos los diagnósticos coinciden en que van a ser especialmente afectados aquellos que no han colaborado en el deterioro de la situación. Esto es uno de los datos de partida más complicados del proceso, porque los países más avanzados son los que tienen margen de maniobra.
            Estas amenazas se combinan diabólicamente con el uso de los recursos naturales del Planeta. Es una cuestión de equidad.
            El 20% de la población más favorecida del mundo consume más del 86% de los recursos naturales y genera más del 50% de las emisiones de CO2. Por su parte, el 20% de la población más desfavorecida apenas disfruta del 1,3% de los recursos y sólo es responsable de la generación del 3% de las emisiones de CO2.
            Los efectos del cambio climático incluso en una versión muy ralentizada, no hará sino exacerbar esta situación.
            Seguir invirtiendo todo el ahorro nacional en el hiperconsumo de recursos es insostenible, pasará factura y es una opción sin futuro.
            Si toda la población mundial viviera con el estilo de vida de los europeos, necesitaríamos nueve planetas para satisfacer nuestras necesidades (huella ecológica).

Huella del carbono

 

            Análogamente a la huella ecológica, se ha desarrollado otros indicadores como la huella del carbono. La huella de carbono es un indicador del impacto que las actividades humanas tienen en el entorno en términos de la cantidad de gases de efecto invernadero producidos, medida en unidades de dióxido de carbono (CO2).
            La profundización de la reducción de la huella del carbono requiere un compromiso compartido entre las administraciones y entidades públicas, las empresas y asociaciones de la sociedad civil y la ciudadanía en general, por una parte, y la ciudad y el campo, por otra. Este compromiso permitirá desarrollar las estrategias más eficientes de reducción del contenido en carbono de los productos a través de su ciclo de vida, a lo largo de toda la cadena de proveedores y clientes de cada empresa u organización.
            La huella de carbono se puede disminuir con medidas de ahorro y eficiencia. Esto constituye una primera fase, muy útil e importante, pero tiene un límite muy bajo en relación con el reto planteado. Sería la actuación a corto plazo.
            En efecto, la obligación de reducir el exceso en las emisiones actuales sobre el objetivo del +15% en 2012 en el Estado Español sobre las emisiones de 1990 (+14% en el caso de la Comunidad Autónoma del País Vasco, según plantea el Plan Vasco de Lucha contra el Cambio Climático elaborado por el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno Vasco), es insignificante respecto al objetivo necesario de reducir el 50% para 2030.
            Para conseguir este objetivo no vale simplemente con trabajar en el campo de la eficiencia ambiental, sino que necesariamente hay que trabajar en una gestión de la demanda. Esto obliga a hacer una reingeniería de la sociedad.
            En consecuencia, las medidas a largo plazo tienen que ir destinadas a un cambio del sistema referencial, es decir, hacia el establecimiento de un nuevo paradigma.
            No es suficiente trabajar sobre la Oferta, a partir de políticas que mejoren la eficiencia, ya que quedan superadas por el crecimiento de las tasas de consumo de los nuevos bienes y servicios. Es imprescindible, pues, pasar a gestionar la Demanda, y esto no puede hacerse sin un cambio cultural, pues el desarrollo sostenible se basa en los siguientes pilares: el ambiental, el económico, el social y el cultural.
            En definitiva, es necesario definir las bases de una sociedad descarbonatada que permitan establecer el nuevo paradigma. Hay que aprovechar la oportunidad para hacer una reingeniería social a favor de la sostenibilidad.

¿Cómo llegar al nuevo paradigma?
           

 

            El nuevo paradigma es una sociedad diferente que tenga necesidades diferentes. Para llegar a este nuevo paradigma, las nuevas políticas deben basarse en

            Una visión integral e integradora. El objetivo no debe ser el crecimiento del PIB, sino la mejora:
- de la calidad de VIDA,
- de la sostenibilidad del modelo socioeconómico,
- de la eficiencia en el consumo de recursos y en la generación de carga ambiental.


            Una concepción del reto como oportunidad.


            Una orientación hacia la preservación de los recursos y la minimización de los impactos ambientales.


            La multisectorialidad –frente a los unilateralismos- que también supone multidisciplinariedad y multidimensionalidad equilibrada de los planteamientos.


            La cohesión social, sin la que no hay fidelización posible y esfuerzo colectivo en torno a ningún objetivo, sino fuerzas centrífugas y desintegradotas a todos los niveles.


•Instrumentos económicos inteligentes, que transfieran la fiscalidad actual sobre los valores añadidos, a otra basada en la ecológica y en el consumo de recursos.



La verdad es que el esfuerzo valiente, decidido e inteligente en prevención del cambio climático tiene sin duda alguna un premio seguro, mientras que el lamento en la inacción es totalmente estéril.