Katrine Kielos
El secreto del éxito de la derecha europea
(Aftonbladet, Estocolmo, 21 de mayo 2012).
Traducido por presseurop.

 

Vlahovic

La socialdemocracia, la corriente triunfadora hace un decenio, se encuentra hoy lejos del poder en la mayoría de países europeos. La razón: carece de propuestas nuevas y, sobre todo, ha dejado que la derecha copie sus ideas y su lenguaje para responder a las expectativas de los electores.

Había una vez una empresa de yogur para beber. Como la mayoría de empresas con un negocio floreciente, quería mejorar aún más. Entonces preguntó a sus clientes si, según ellos, era posible mejorar aún más sus productos. Los clientes respondieron con sinceridad y la empresa cambió la receta. Pero las ventas no cambiaron. ¿Por qué?

Un día, sus directivos decidieron realizar un experimento inédito. Preguntaron a los clientes con qué fin compraban el producto. En otras palabras, cuál era en su opinión la ventaja del yogur para beber. Rápidamente se comprobó que la mayoría de la gente que compraba yogures para beber se disponía a hacer un trayecto largo en coche.

Buscaban entonces un alimento que no dejara migas y que durara bastante tiempo. Entonces, la empresa comprendió rápidamente lo que debía mejorar. No era el sabor, sino todo aquello que contribuía a la practicidad y al atractivo del consumo de un yogur para beber en el coche. Lo que los consumidores buscan en primer lugar es una solución a un problema y no un producto.

Una derecha dulce y modernizada

El New Yorker publicó recientemente una entrevista a uno de los gurús empresariales más conocidos del mundo. Clayton Christensen ha estudiado los motivos que llevan a algunas grandes empresas prósperas y dominantes en su sector a perder mercados enteros que son conquistados por un nuevo competidor. Lo que Clayton Christensen demostró es que estos nuevos productos que sustituyen a los de los gigantes del sector no son mejores, sino al contrario, casi siempre son de peor calidad. ¿Cómo es posible?

Y aunque la política sea un mundo distinto, en él se observa el mismo fenómeno. Hace diez años, Europa estaba casi totalmente dominada por Gobiernos socialdemócratas. Fueron los Gobiernos de Tony, Gerhard y Göran [Blair en Reino Unido, Schröder Alemania y Persson en Suecia]. Y después sucedió algo. Llegó un nuevo competidor al mercado.

La semana pasada, el partido conservador noruego Høyre cambió su dirección de sitio web como "partido laborista". Un nombre muy próximo al del "Partido de los trabajadores" de los socialdemócratas noruegos. Erna Solberg, la jefa del partido, no ha dejado de reiterar que quería dar prioridad a la gente "antes que a los miles de millones", mientras que la figura ascendente del partido, Torbjørn Røe Isaksen, dejaba claro que el Høyre ya no quería desregular el mercado laboral y que su movimiento no tenía realmente nada contra los sindicatos.

El partido pretende así luchar contra la imagen que se había forjado de club de intereses sin corazón y dirigido a los ricos. Como es natural, esta estrategia se ha inspirado directamente en el primer ministro sueco Fredrik Reinfeldt. ¿Así quieren parecerse a Suecia?, preguntan los socialdemócratas noruegos, que recuerdan que tras seis años bajo la batuta del nuevo partido conservador de Fredrik Reinfeldt, Suecia registra una tasa de desempleo del 8%.

No obstante, no se puede negar que Fredrik Reinfeldt y su nueva Alianza de centro-derecha han sido un éxito de exportación. De David Cameron en Gran Bretaña a Angela Merkel en Alemania, una derecha suave y modernizada es la que preside los destinos de Europa. David Cameron habla de “conservadurismo progresista”. El término parece tan contradictorio como los de “misil para el mantenimiento de la paz” o “limpieza en seco ecológica”, pero David Cameron es el que está en el Gobierno. Y se le podría tomar por el hermano oculto, educado en las universidades que preparan a la élite, de Fredrik Reinfeldt.

La copia gana al original

Al mismo tiempo, la mujer más poderosa de Europa, Angela Merkel, está en el poder gracias a una macedonia hecha de pragmatismo y de posiciones centristas insípidas. Los socialdemócratas alemanes ahora se plantean lo siguiente: si Angela Merkel establece compromisos con el socialista François Hollande, ¿cómo podrán votar contra esta propuesta? Por otra parte, el pacto de crecimiento fue idea suya.

No, no es sencillo responder a la nueva derecha suave. Imita la política de otros, roba los eslóganes y gobierna peor de lo que lo harían los demás. Y sin embargo, gana las elecciones. ¿Por qué votar a la copia cuando se puede votar al original? Es una pregunta retórica que se plantean los socialdemócratas de toda Europa, con la esperanza de hacer comprender a los electores que es absurdo. Pero quizás funcione porque precisamente se trata de una copia. Cuando la competencia arrebata un mercado a las empresas dominantes, casi siempre es para dar lugar a productos de menor calidad. De menor calidad, pero más innovadores.

Durante la campaña de 2006, los socialdemócratas suecos proponían un mejor reembolso de los gastos dentales. En 2010, proponían una bajada de impuestos para los jubilados. Y perdieron. En lugar de dar prioridad a la mejora de un sistema que ellos mismos aplicaron, los socialdemócratas europeos deberían quizás preguntarse cuál es el problema que la gente en el fondo quiere que resuelvan. Porque es lo que se perdió de vista durante los años de fastos pasados bajo la batuta de Tony, Gerhard y Göran.