El País, 28 de mayo de 2022.
Los conservadores consideran que las muertes a tiros son un precio aceptable por seguir defendiendo su ideología.
Es difícil decir cuál de las reacciones republicanas a la última masacre con arma de fuego ha sido más reprobable. El invariablemente horroroso senador Ted Cruz atrajo una atención considerable al insistir en que la respuesta es poner guardias armados en las escuelas, sin tener en cuenta que el sistema escolar de Uvalde tiene su propia fuerza policial y que, al parecer, había agentes en el lugar poco después de que llegara el tirador.
Y el supermercado de Búfalo que fue escena de una matanza a tiros solo 10 días antes también tenía un guarda de seguridad armado, que fue asesinado porque su arma no era rival para el chaleco antibalas del agresor. Pero si me preguntan a mí, la peor y más escalofriante reacción fue la de Dan Patrick, vicegobernador de Texas. Lo que tenemos que hacer, declaraba, es “blindar esos objetivos para que nadie pueda entrar, nunca, excepto quizás por una entrada”.