Galde, 37, Verano de 2022.
Como otras instituciones, la universidad ha ido evolucionando a lo largo de la historia, lo que ha afectado tanto a su misión como a sus funciones. Durante los últimos dos siglos, la universidad había venido manteniendo algunas señas de identidad básicas, asociadas a la generación de conocimiento a partir del principio de unidad entre docencia e investigación, de la defensa de su autonomía como requisito para la creación de pensamiento crítico e in- dependiente, y del necesario vínculo entre el trabajo universitario y las necesidades y retos de la sociedad. Este complejo equilibrio se sostuvo en buena medida sobre un contrato social que garantizaba una financiación pública suficiente para el desarrollo del trabajo académico, sobre una forma de organización y gestión específicas del mundo universitario, y sobre una cierta idea del interés general a la hora de establecer las prioridades y la orientación de la universidad.