El País, 9 de febrero de 2021.
Occidente ha comprado rápidamente miles de millones de vacunas por poco dinero, y deja que los países más pobres, con el grueso de la población mundial, paguen un altísimo precio futuro.
Senam Agbesi intentó sacar el mayor partido del confinamiento en Londres. “Tuve muchos encuentros por Zoom y di muchos paseos”, cuenta. Agbesi, de 34 años, es gerente del Servicio Nacional de Salud, y cree que posiblemente lo vacunarán este mes, ya que va a empezar a trabajar en un puesto en el que tendrá que hacer frecuentes visitas a los hospitales. A pesar de las buenas noticias sobre su vacunación, le preocupa su padre, Yao, que vive en la ciudad ghanesa de Acra. Yao tiene 65 años y padece drepanocitosis, una afección que aumenta el riesgo de sufrir una forma grave de covid-19 en caso de contraer la enfermedad.