esglobal, 22 de enero de 2021.
Desde que el llamado padre de la anatomía moderna, Andreas Vesalius (1514-1564), nombrara por primera vez el himen, esta membrana ha estado ligada en multitud de países a la virginidad y, a través de construcciones culturales y religiosas, al honor. El cuerpo de las niñas y de las mujeres se ha convertido así en el guardián obligado de la reputación familiar y en un objeto a controlar por quienes vinculan la deshonra con la pérdida de la virginidad, pese a que para ello infrinjan normas fundamentales del Derecho Internacional.