Las guerras culturales mundiales de Giorgia Meloni

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legrandcontinent.eu, 1 de junio de 2023.

 

Para Pasquale Annicchino, la Italia de Meloni es “un barco a la deriva en el mar postcristiano en el que se ha convertido la sociedad occidental”. En medio de este océano tempestuoso y agitado por las guerras culturales importadas, mantiene un rumbo frágil y se equilibra en la cuerda floja y con poco margen de maniobra -¿cuánto tiempo podrá aguantar?-.

 

A pesar de las preocupaciones, no ha surgido ninguna marcha en Roma, al menos, por el momento. Al contrario, la tan temida toma del palacio por Giorgia Meloni y el partido que lidera la derecha italiana emprendió el camino de la institucionalización de los hombres, de las reivindicaciones y de las posiciones políticas de un grupo que, durante años, había sido marginal. Este camino podría, quizás, inscribirse en un proceso de europeización y de atlantización de la derecha italiana y de un mundo que se había nutrido de lecturas, a menudo, mimeografiadas y distribuidas por libreros inverosímiles, para mantener viva una llama (tricolor) que el viento democrático había sepultado bajo el avance de la cultura de los derechos individuales y de la modernidad. La institucionalización, más que la normalización, también es evidente en los recientes nombramientos para puestos directivos en las principales empresas públicas del país. En varios casos, se ha optado por nombrar a técnicos que también habían trabajado con gobiernos anteriores, en lugar de personalidades del aparato o de círculos próximos a Fratelli d’Italia. También, es probable que hubiera sido muy difícil, para un partido que ha experimentado un crecimiento vertiginoso en los últimos años, desempeñar el papel de incubadora y reservorio de la clase directiva necesaria en un país tan complejo y estructurado como Italia. Como escribieron Francesco Maselli y David Allegranti: «Meloni demuestra que comprende que la soberanía ya no es sólo vertical, que el mandato popular no basta para gobernar con provecho, sino que, también, se necesita la soberanía horizontal, es decir, el reconocimiento de los pares internacionales y de las estructuras supranacionales que toman decisiones que repercuten en los Estados que forman parte de ellas».

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