Laura Carlsen
Oaxaca se defiende
Versión original: Oaxaca Fights Back
Traducción por: Ramón Vera Herrera
Programa de las Américas del International Relations Center (IRC)
www.ircamericas.org



            En la sabiduría popular, los oaxaqueños tienen la reputación de ser como los tlacuaches. Figura recurrente en la mitología mesoamericana, el tlacuache se hace el muerto cuando lo arrinconan. Pero hay de aquel enemigo que suponga que ya terminó la batalla. La criatura, pequeña pero fiera, simplemente aguarda un momento más propicio para volver al ataque.

            El movimiento oaxaqueño de protesta arde lento, pero desde lo muy profundo. Los maestros oaxaqueños, que se movilizaron por un aumento de salarios en mayo pasado, construían conscientemente sobre la inconformidad—por los años de inequidad en el estado. El 14 de junio, el gobierno estatal acicateó al tlacuache cuando intentó expulsar de la plaza central de Oaxaca a los maestros que protestaban. Los oaxaqueños respondieron formando la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), con amplia base social. El 28 de octubre, el gobierno federal confrontó el creciente movimiento enviando a miles de policías federales (la Policía Federal Preventiva o PFP) a ocupar la ciudad. Los asesinatos, los heridos y los desaparecidos, gente que protestaba, sólo ha profundizado la determinación del movimiento en su conjunto.
            Pese a que estaba puesto el escenario para la confrontación, el movimiento insistió en la no-violencia. Se acostaban frente a las tanquetas que avanzaban y distribuyeron flores entre la policía cubierta con equipo anti-motines. El 2 de noviembre, tuvo lugar una crucial batalla cuando la policía intentó retomar la universidad. Dentro del campus universitario, la estación de radio—que ha sido la espina dorsal de la protesta al organizar a la gente durante cinco meses—fue sitiada todo el día. Radio APPO no dejó de transmitir y la gente no cejó en su defensa, pese a la enorme disparidad entre los contendientes.
             “Los ojos nos arden con el gas lacrimógeno, pero al menos ahora podemos ver lo que en realidad es el gobierno”, comentó una joven al aire, en un tono de voz pleno de urgencia y determinación. “No nos vamos a mover”.
            La escuchó gente de todo el mundo. Radio APPO fluyó a través de las computadoras de los escuchas que siguieron la batalla de la universidad en un relato continuo, golpe por golpe. Y de inmediato activaron sus redes y planearon sus propias manifestaciones. En unos cuantos días, los manifestantes se reunieron frente a los consulados y embajadas de México, en Estados Unidos y Europa, haciendo un llamado a que se pusiera fin a la represión del movimiento. Personas cuyos nombres son muy conocidos en todo el mundo escribieron y publicaron cartas, y la gente cuyos nombres están impresos únicamente en los directorios telefónicos firmaron manifiestos. En poblados pequeños de Italia, cientos de jóvenes se juntaron a discutir acerca de la cooperación Norte-Sur y se declararon en solidaridad con Oaxaca. En Nueva York, varios manifestantes fueron arrestados frente al consulado mexicano. La Otra Campaña Zapatista movilizó un bloqueo binacional en la frontera entre México y Estados Unidos. La lista de acciones a nivel mundial sigue aumentando.
            Ambas cámaras del Congreso y el secretario de Gobernación, encargado de la política interna, han hecho un llamado al gobernador Ulises Ruiz para que dimita de su cargo. Pese a la ingobernabilidad en el estado, se rehusa diciendo que es su deber mantenerse en el cargo. El 5 de noviembre, se movilizaron decenas de miles de personas que marcharon por toda Oaxaca en apoyo al movimiento. En las horas previas al amanecer del 6 de noviembre, explotaron bombas en las oficinas del Tribunal Electoral, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y un banco internacional. Nadie murió ni hubo heridos, pero la tensión subió varios grados. Varios grupos guerrilleros se adjudicaron la responsabilidad de las acciones, exigiendo la renuncia del gobernador, la libertad de los prisioneros políticos capturados durante la represión policiaca en la población de San Salvador Atenco y una investigación de las acusaciones de fraude electoral.
            De inmediato la APPO condenó los bombazos y reiteró que no tenía relación con los grupos guerrilleros. Continúa intentando negociar un arreglo pacífico de sus demandas. En la turbia atmósfera que siguió a las elecciones presidenciales del 2 de julio, el conflicto de Oaxaca cataliza una serie de eventos que amenazan la estabilidad de México.

Por qué Oaxaca

            Las montañas de Oaxaca se convirtieron en el refugio de varias civilizaciones precolombinas que nunca fueron conquistadas plenamente. La historia de resistencia y persistencia que se desarrolló ahí permitió la supervivencia de culturas que frenaron la mentalidad colonizadora y rechazaron tácita o explícitamente la total imposición de los sistemas políticos coloniales. Al mismo tiempo, subyugar a los rebeldes requirió las formas más brutales de represión nacional. Muchas de estas brutales formas represivas se mantienen fundamentalmente intactas en nuestros días. El gobernador, cuya renuncia se ha convertido en la demanda principal de la actual insurrección oaxaqueña, heredó todo el sedimento de una tradición represiva de siglos.
            Oaxaca es una tierra con muchos pueblos indígenas. El estado alberga 16 lenguas y tiene el mayor número de municipios en el país (570), en gran parte por la determinación de conservar y fortalecer los autogobiernos locales. Aun en la ciudad de Oaxaca, donde la lucha entre la policía y los manifestantes transformó el paisaje urbano, la diversidad impide cualquier caracterización fácil. Los mixtecos convergen con los marcianos (nombre local que le dan a la enorme población de artistas, escritores, pensionados y activistas de las ONG, que son fuereños), los turistas con los pordioseros, los ricos con los pobres.
            Esta diversidad, que en algún otro contexto podría fragmentar a un movimiento social, se ha vuelto la riqueza y la fuerza colectiva de la más importante rebelión, en años recientes, por justicia social en México. Los maestros de Oaxaca tienen 26 años de experiencia en el movimiento democrático magisterial. La Sección 22, el grupo de maestros oaxaqueños organizados en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), ha sido por muchos años el bastión de la facción democrática del sindicato. Por años sus líderes han salido de las filas de esta facción disidente y se han vuelto líderes de movimientos sociales oaxaqueños que trascienden el ámbito del sindicato.
            La rebelión de Oaxaca tiene también raíces en las batallas de las comunidades indígenas en pos de autonomía y que, desde los años setenta, impulsan la restauración de formas comunitarias de autogobierno, trabajo colectivo e identidad. Hay que añadir, en la mezcla, la rabia de la nueva generación de preparatorianos y universitarios hartos de los gobiernos que los han empobrecido mediante los ajustes estructurales y la corrupción. Y como ingrediente final a la receta de una rebelión, los ciudadanos sensibilizados por la injusticia de la vida cotidiana se levantaron contra una dudosa elección de gobernador en el estado que parecía condenar a la sociedad a más de lo mismo o peor.

El riesgoso filo

            La significación del movimiento oaxaqueño en el México actual es obvia. Es el primer desafío a un gobierno federal con muy poca legitimidad o credibilidad, electo en julio pasado en medio de acusaciones de fraude. Aunque Felipe Calderón asume el cargo el primero de diciembre, las reglas de la política mexicana dictan que todas las decisiones importantes, y especialmente las muy visibles como la represión del movimiento oaxaqueño deben, al menos, ser aprobadas por el presidente. La decisión del gobierno de enviar a la policía federal se basa, en parte, en el deseo de no heredarle un problema a un presidente débil que carece de la capacidad política para resolverlo.
            Las frustraciones que condujeron a la formación de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca existen por todo el país. Elecciones que no reflejan la voluntad popular, inequidades que fragmentan a las comunidades, una brutalidad y una corrupción que florecen con impunidad—ninguna región es inmune al tipo de desasosiego social que hizo nacer al movimiento oaxaqueño. Muchos mexicanos celebran abiertamente cada una de las victorias del pueblo de Oaxaca y cada día que mantienen la resistencia. Sabiendo esto, el gobierno busca reprimir el movimiento sin concederle terreno político, para no sentar un riesgoso precedente en un sistema que confía en la complacencia de los desposeídos en lo político y lo económico.
            Pero, ¿por qué entonces le importa a otras personas? ¿Tiene Oaxaca un significado más allá de ser un relato que inspira a quienes buscan un mundo más justo?
            Si el movimiento en pos de justicia global fuera una batalla territorial, Oaxaca sería un punto diminuto en un mapa muy grande, de pocas consecuencias, excepto para la gente involucrada. Pero las batallas simbólicas, aunque sean muy reales para los combatientes mismos, son el verdadero terreno del movimiento en pos de la justicia global. Ofrecen una oportunidad, aunque se pierdan, de derrotar los mitos que sustentan el sistema.
            Oaxaca es el sur del Sur. Es una verdad que contradice la mentira de que México se unió al Primer Mundo agarrado de los faldones de Estados Unidos mediante el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. El fracaso de esta estrategia de integración, en Oaxaca y otros estados de México, fue muy obvia en un informe reciente del Banco Mundial, donde se vieron obligados a encarar el hecho. Su conclusión—“los estados del sur no se beneficiaron del TLCAN porque no estaban preparados para cosechar los beneficios del libre comercio”—era inevitable y no sorprendió a nadie que haya estudiado la lógica (muy propia del Banco) de “culpar a la víctima”. Si se vieran forzados a hacer una evaluación de la globalización en general, los defensores del neoliberalismo sin duda castigarían a todo el Sur global por este supuesto fracaso. No hace falta decir que esto no consuela a los hambrientos, a los desplazados, a los desposeídos, a los descartados.
            La rebelión de Oaxaca es prueba de que para mucha gente, incluso la conservación física puede volverse secundaria si se lucha por convicción. Con sus vidas como única materia prima en sus propias manos, están empeñados en modelar un futuro diferente. Aunque las demandas de hoy se centran en la renuncia del gobernador y un salario justo para los maestros, las nuevas formas de organización y conciencia creadas perdurarán mucho después de este movimiento y serán la semilla de futuros movimientos.
            Serán también las semillas de las rebeliones populares en otros sitios. La rebelión de Oaxaca es un recordatorio de que es indispensable una evaluación de las consecuencias del libre comercio y la globalización—y de que el Banco Mundial no tiene derecho a ser el evaluador. La gente que ha sufrido las consecuencias debe evaluar el sistema. En el Norte, es muy frecuente que los informes retraten las protestas y rebeliones por todo el mundo como batallas separadas o como quejas aisladas y no como un consenso creciente de que algo anda muy mal. Quienes se han beneficiado por las reglas del libre comercio, especialmente quienes viven en los países que diseñaron estas reglas, tienen la responsabilidad de darse cuenta.
            Lo que pudo ser un conflicto local ha detonado una confrontación nacional y contribuye al resurgimiento de las facciones violentas. La falta de voluntad política del gobierno ha bloqueado las negociaciones reales. No ha podido responder las válidas demandas de los oaxaqueños ni de abrir diálogos sobre las reformas necesarias que garanticen la paz y la estabilidad en México. En cambio, hoy el país está peligrosamente cerca de lo opuesto.


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Laura Carlsen es directora del IRC Americas Program en la ciudad de México, donde ha trabajado como escritora y analista política por más de veinte años. En la red electrónica: americas.irc-online.org.