Galde, primavera de 2018, junio 2018
El 68 ha pasado a la historia como el nombre de una amplia ola de acontecimientos que se desplegaron en diversos países. En estas líneas me centraré en la movilización francesa, sin referirme a la alemana, en parte anterior a los episodios franceses, ni a la norteamericana, la mejicana, la italiana del otoño del 69, ni a las luchas sociales del 72 y del 74 en Gran Bretaña, que concluyeron con la caída del Gobierno conservador. Tampoco aludiré al derrocamiento del régimen portugués en el 74, ni al ascenso del antifranquismo hacia la mitad de la década.
La movilización francesa se desenvolvió en un ambiente internacional muy vivo, que suministró numerosos estímulos, símbolos y referencias a la juventud, desde la guerra de Argelia (1954-1962) hasta la guerra vietnamita (la ofensiva del Têt tuvo lugar en enero de 1968) y la revolución cultural china, iniciada en 1966, pasando por la Revolución cubana (1959). El movimiento de solidaridad con Vietnam desempeñó un papel fundamental en la gestación de Mayo del 68.