Los perdedores de la globalización

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elpais.com, 17 de julio de 2018

 

Cada vez son más los estudios que vinculan el desapego de una parte de la ciudadanía
hacia el sistema político con las consecuencias que las transformaciones económicas
recientes están teniendo en nuestras sociedades. Tanto en Estados Unidos como en
Europa, las regiones cuyas estructuras productivas se han visto más afectadas por la
nueva competencia internacional, son las que más han virado políticamente hacia
Trump, el Brexit, o los partidos de corte nativista y proteccionista. Como trato de
mostrar en mi reciente libro Antisistema: Desigualdad económica y precariado político,
los individuos que se ven económicamente más vulnerables, especialmente tras la gran
recesión, son más proclives a votar a partidos que cuestionan el funcionamiento del
sistema político. Un cierto consenso empieza a emerger entre economistas, politólogos
y sociólogos: aunque los procesos de internacionalización y automatización de nuestras
economías tengan consecuencias netas positivas, también generan ganadores y
perdedores sistemáticos. Muchos individuos son capaces de aprovechar las
oportunidades que ofrece una economía más abierta y dinámica, pero otros ven cómo
estas transformaciones les condenan a perder sus empleos y a aceptar trayectorias
laborales más precarias y erráticas. Para los trabajadores menos cualificados y de
menores salarios no es fácil adaptarse a los cambios que trae la nueva economía:
cambiar de sector o de ocupación para convertirse en un “ganador” de la globalización o
de la automatización no siempre es posible. El proceso de ajuste deja cicatrices,
concentradas entre ciertos grupos sociales.

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