Lourdes Benavides de la Vega
Integración y desarrollo en África
(Página Abierta,  213, marzo-abril de 2011)

  De la introducción del libro La integración regional y el desarrollo en África, de Lourdes Benavides de la Vega (ed.), publicamos aquí parte del resumen de su contenido. El libro recoge diversos textos de un seminario sobre el desarrollo africano y los organismos de cooperación interregional (*). Acompaña a esta introducción un interesante cuadro sobre esos organismos. 

            Los espacios regionales comunes son, bajo ciertas condiciones, procesos creadores de desarrollo socioeconómico y marcos estabilizadores de cooperación política y seguridad colectiva. En el caso del continente africano, los líderes políticos y expertos reconocen desde hace décadas que estos espacios aportan respuestas a la realidad geopolítica del continente, a las debilidades económicas y estructurales resultantes del tipo de producción primaria exportadora, a su imperiosa necesidad de transformación (infraestructuras intrarregionales, estructuras colectivas de producción, integración de los mercados, movilidad de los factores de producción...), a los retos en términos de estabilidad de fronteras y de cooperación para la seguridad, etc.

            Algunos de los principales debates actuales sobre regionalismo se vieron reflejados en el I Seminario de la Agenda para el Desarrollo Africano organizado el 29 de junio de 2009 por CIDOB y Casa África, con la colaboración de la Comisión Económica de Naciones Unidas para África (UNECA), debates que constituyen un punto de partida para la reflexión y abren la puerta a cuestiones adicionales de cara al futuro.

            La primera parte sirvió para situar históricamente el regionalismo y la arquitectura de la integración regional africanos y plantear una de sus principales limitaciones: el solapamiento de los espacios y las múltiples membresías. Una segunda parte trató más específicamente de la contribución de la integración regional a las políticas de desarrollo del continente. Se abordó, por último, la articulación entre los niveles regional y nacional en la construcción de los bloques regionales. Además, el seminario planteaba, de forma transversal, reflexiones sobre buenas prácticas y avances recientes, así como una aproximación que uniera los retos de la integración regional con el contexto internacional actual, en particular las relaciones con los nuevos socios internacionales del continente.

            La integración regional es un proyecto africano antiguo, que encuentra sus raíces en orientaciones políticas e ideológicas anteriores a la descolonización. El panafricanismo apelaba a la identidad y la solidaridad africanas, defendía los valores comunes, la autosuficiencia colectiva y la independencia política. Más adelante, el regionalismo servía el proceso de consolidación poscolonial y se convertía en una forma de defender los intereses africanos en los foros internacionales. Pero, a pesar de la fuerza que fue cobrando el movimiento hasta los años cincuenta, el nacimiento de la Organización para la Unidad Africana (OUA) optó, en 1963, por un tipo de integración regional y continental más moderado y pragmático, reafirmándose en primer lugar el principio de soberanía nacional y la permanencia de las fronteras heredadas de la colonización.

            De esta forma, la integración regional se fue forjando como un proceso alternativo a proyectos supranacionales como los «Estados Unidos de África» de Kwane Nkrumah o el «Estado Federado de África Negra» del profesor Cheikh Anta Diop, asentándose en agrupaciones subregionales y en la construcción, en varias etapas, de la unión de los africanos. El Plan de Acción de Lagos y el Acta Final de Lagos (1980) establecían, por un lado, los marcos políticos continentales de referencia en materia de desarrollo y, por otro, los mecanismos institucionales de consolidación de espacios regionales hacia la anhelada unidad africana, junto con el Tratado de Abuja (1991) unos años más tarde, que precisaba sus etapas. Desde entonces, se considera que el regionalismo africano debe desembocar en la creación de la Comunidad Económica Africana, fase última del proceso. Yousif Suliman propone una revisión de esta evolución histórica, un análisis de sus fases de los imperativos de los principales rasgos del regionalismo africano desde principios del siglo XX.


            Como subraya el autor, la década de los 2000 representa un nuevo empuje para el regionalismo africano. Aparecen nuevos marcos estratégicos e instituciones renovadas a escala continental (Nuevo Marco de Cooperación para el Desarrollo de África-NEPAD, Unión Africana-UA) y varios grupos subregionales existentes experimentan una suerte de renacimiento y revitalización de sus estructuras y acuerdos, como en el caso de la Comunidad Económica y Monetaria de África Central (CEILA), la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC) o la Comunidad de África del Este (EAC).

            Coincidiendo con ese nuevo empuje, ha surgido una importante literatura sobre integración regional dedicada a medir los resultados de dichos acuerdos regionales, políticos y económicos, en relación con sus fines, las políticas sectoriales y la realidad de la consolidación institucional. En base al Tratado de Abuja y la Visión y Misión de la UA (2004), se estudian los procesos, las estructuras y decisiones mediante las cuales las ocho Comunidades Económicas Regionales (CER), que son hoy consideradas como los pilares del proceso de integración continental, participarán en la construcción de la UA. Es el caso, por ejemplo, del Informe de Desarrollo Africano 2000 del Banco Africano de Desarrollo, monotemático, de los informes bianuales publicados por la UNECA, que recogen los avances generales y sectoriales de la integración regional africana o, más recientemente, del Informe sobre desarrollo en África 2009 de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).

            Sin embargo, no son pocos los obstáculos y limitaciones del regionalismo en África. La multiplicidad de bloques regionales y el solapamiento de espacios regionales con objetivos contradictorios permanecen entre los principales limitantes de la integración regional, mermando la capacidad y la eficiencia del proceso […].

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(*) La integración regional y el desarrollo en África, de Lourdes Benavides de la Vega (ed.) (Los Libros de la Catarata; Madrid, 2009; 188 páginas; 16 euros). En este libro se recogen las aportaciones de Tandeka C. Nikiwane (directora del Instituto de Investigación para el Desarrollo de Johannesburgo –Sudáfrica–), Yousif Suliman (experto en economía, estadística y planificación económica nacional), Mwansa J. Musonda (especialista en estrategias de promoción del comercio, marketing de exportación y análisis sobre economía nacional), Jimi O. Adesina (profesor en el departamento de Sociología de la Universidad de Rhodes –Sudáfrica–), Karel Van Hoestenberghe (especialista en comercio, integración regional y desarrollo socioeconómico), Daniel A. Tanoe (miembro de la División del NEPAD e Integración Regional de la UNECA), William Awinador Kanyirige (director del departamento para África y la UA en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Ghana) y Tchabouré Aimé Gogué (profesor de Economía en la Universidad de Lomé –Togo–).