Letras Libres, 22 de agosto de 2024.
Athenaica traduce la poesía de Louise Ackermann (París, 1813-Niza, 1890), con edición y traducción de Francisco Socas y rescata a una autora que resistió a los corsés de su época.
Sobre la poeta francesa Louise Ackermann podríamos subrayar varias cuestiones de interés. Podríamos decir que Tolstói apreció su poesía o que Victor Hugo leyó –con atención– sus versos de la pubertad; podríamos hablar de la antipatía que provocó en los autores reaccionarios del momento, como Jules Barbey d’Aurevilly o Léon Bloy; podríamos contar su retiro en la finca La Lanterne –próxima a Niza– tras la traumática muerte de su marido –de quien toma el apellido–. Pero quizá lo más destacado en Louise Ackermann sea su condición de autora sin categorías. La poeta, cuya obra consta de una serie de cuentos, dos poemarios, un diario y aforismos, no se corresponde al perfil consabido. Es decir: Louise Ackermann no fue una autora feminista, pero sí fue una mujer desclasada respecto de los valores predominantes. Ackermann profesó el ateísmo –tras una educación, por parte de la madre, religiosa– y en ningún momento quiso ser partícipe de un modelo vida convencional –el matrimonio, la familia, lo doméstico–. Sus poemas también contienen personalidad, acento propio, con su síntesis de filosofía y poesía.